jueves, noviembre 15, 2007

Ladron de Guevara, Desde la justificacion erronea a la...

jueves 15 de noviembre de 2007
Desde la justificación errónea a la despersonalización del criterio
Ernesto Ladrón de Guevara
L O reconozco. Me he descubierto algunas veces justificando posiciones políticas aceptando estúpidamente el sofisma del contrario al que intentaba combatir argumentativamente. Así, cuando me acusaban de antivasco yo les contestaba: ¿Cómo me va usted a llamar a mí antivasco con la retahíla de apellidos compuestos (alaveses de pura cepa) que tengo? Tras esa argumentación carente de profundidad en el razonamiento, me he notado ruborizar, como es habitual cuando me sorprendo en una actitud ridícula. ¡Como si ser vasco tuviera algo que ver con los ancestros...! Vaya argumento más imbécil. Este tipo de justificaciones enlazan con la costumbre del Antiguo Régimen de exigir ejecutorias de pureza de sangre para poder disfrutar privilegios de hidalguía. El argumento bueno debiera ser éste: ¡Vaya idiotez esa de justificar ser vasco como perspectiva ontológica de supremacía antropológica! Y con esa razón basada en algo más que un epidérmico pensamiento simple, hubiera dejado con la boca abierta a mi beodo interlocutor, y probablemente no me hubiera entendido, lo que podría contribuir a una apariencia entre pedante y aristotélica que tampoco me favorece. En otras ocasiones, cuando mi posición ha sido claramente alineada con el conservadurismo político, simplemente porque esa era la opción más inteligente o, cuando menos, honesta, ante un problema, me he descubierto diciendo que yo siempre he estado en posiciones de izquierda, que he militado durante equis tiempo en el Partido Socialista y que hasta he llegado a pertenecer a movimientos marxistas revolucionarios en tiempos en que mi barba tenía color negro-azabache. Tremenda estupidez la que guía este tipo de razonamientos, entre otras cosas porque la topología política izquierda-derecha ya no se corresponde con nuestras realidades objetivas. Ni la llamada izquierda hace políticas homologables con lo que históricamente se entiende por izquierda, ni la encasillada derecha corresponde con actitudes clásicamente derechistas. Nos sorprenderíamos si profundizáramos en el análisis respecto a lo que hace realmente la izquierda. No hay más que observar el retroceso producido en las últimas décadas en conquistas muy importantes para el mundo de los asalariados, en su mayoría clase media. La reacción somática ante este tipo de torpezas intelectuales ha sido la misma, tras darme cuenta de la estupidez del planteamiento. Con ese falso teorema, mi pretensión era demostrar que yo era progresista, para dar más peso y fortaleza al argumento esgrimido. Sin caer en la cuenta de que el silogismo en sí es lo que vale, no sus concomitancias. ¿A quién que piense un poco –cosa que suele ser infrecuente- se le puede ocurrir que la verdad de las cosas depende de estar en tal o cual lado político? A veces la verdad objetiva está en una banda del campo y a veces en la contraria; si bien no suele ser frecuente que lo esté en la parte de quienes argumentan que el mejor método para encontrar la exactitud de las cosas es el pensamiento deliberativo. Parece que la actitud más noble es buscar las evidencias por aproximaciones sucesivas, sin caer en el tópico demagógico de que la verdad es una realidad relativa, ¿relativa a qué? En no pocas ocasiones me he visto en la desagradable e impertinente (no pertinente) situación de demostrar que yo no era un centralista jacobino. Fíjense, señores lectores, cuantos discursos racionales se podrían esgrimir para oponerse a un nacionalismo de campanario y a un sistema autonómico absurdo que divide a los españoles y profundiza en sus desigualdades. Pues no. En lugar de denunciar el despilfarro manirroto de émulos de nuevos ricos en ciertas comunidades independentistas, o el peso administrativo asfixiante con una inflación de funcionarios cuyo menester desconocemos, o el caciquismo y, diría más, feudalismo imperante, con la carga fiscal confiscatoria derivada, etc etc, me puse a defender posiciones foralistas, lo que equivale a volver a la Edad Media, de tiempos de nuestros tatarabuelos anteriores a Godoy. En fin..., que uno también tiene sus pecados de los que arrepentirse. Previo acto de contrición y propósito de la enmienda pido perdón a los que haya podido confundir con mis erróneas posiciones o desviado su recto juicio. Prometo cumplir la penitencia.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4260

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