martes 6 de noviembre de 2007
Sarkozy salva a Zapatero Germán Yanke
El asunto del Chad muestra, como se ha dicho hasta la saciedad, que las posibilidades diplomáticas españolas son reducidas. Pasividad del Gobierno, se dice, aunque más interesante sería saber qué podría haber hecho tras tres años en los que se ha perdido terrero —es decir, aliados serios— y, desde luego, no se ha recuperado precisamente en África, a pesar de los numerosos viajes solidarios de nuestros gobernantes, espectáculos folclóricos incluidos, y la Alianza de Civilizaciones. España está, ahora, donde está, que no es donde estaba. Aznar, por ejemplo, no podía resolver el asunto de Perejil por buenas relaciones con Marruecos ni por causar miedo en Rabat, pero podía contar con sus amigos americanos para sortear mejor lo que era, sin duda, una crisis. Ahora, desgraciadamente, no. Adalides de la Alianza de Civilizaciones, por ejemplo, con los amigos turcos, no podemos pretender tener un papel diplomático de ninguna naturaleza en la crisis kurda. Las cosas son como son, y más en Chad.
Quien sí puede hacerlo, y lo hace con una eficacia que combina bien con su política de imagen, es Nicolas Sarkozy. Chad es antigua colonia francesa, y por ello se mezclan viejas relaciones y problemas entre los dos países. Pero el papel de Francia en África nada tiene que ver con el nuestro. Sarkozy, para liberar azafatas y periodistas, ha mostrado más iniciativa y más arrojo, pero tenía mejor posición de salida. Insisto en ello porque creo que nuestro problema en ese asunto, y en general en política exterior, no es la pasividad, sino la inanidad de nuestra posición real.
El PP, por su parte, ha criticado lo hecho —o no hecho— por el Gobierno y ha pedido una comparecencia parlamentaria. Está muy bien pero, al término de la legislatura, cuando todo se analiza y se valora teniendo en cuenta las próximas elecciones, las comparaciones interesantes para el PP no son tanto la del Gobierno de Rodríguez Zapatero con el de Aznar, sino la del Gobierno con la oposición. Los temas internacionales no han sido, desde luego, la gran cuestión del PP, quizá convencido de que no es tema que arrastre votos. Pero los arrastra, en todo caso, el prestigio internacional, la sensación de que, aun estando en la oposición, se es considerado y se forma parte de las relaciones privilegiadas de los grandes líderes. Es un flanco que se debería cuidar en el PP porque, a la postre, el presidente de la República francesa, teórico aliado político de la derecha española, no sólo ha traído a las azafatas, también le ha salvado la cara al presidente Rodríguez Zapatero, con quien dice haber hablado y coordinado toda la operación.
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=06/11/2007&name=german
lunes, noviembre 05, 2007
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