martes 6 de noviembre de 2007
Del mal gobierno a la pésima oposición Pablo Sebastián
Cuando un Gobierno, como el de Zapatero, se instala en el disparate y la mala gestión cabe imaginar que los ciudadanos le pasen factura en la primera cita electoral. Salvo que el primer partido de la oposición se instale en la mentira contra la verdad y la evidencia, como está ocurriendo en el seno del Partido Popular. Entonces resulta difícil que muchos ciudadanos, que tienen motivos suficientes para estar preocupados por los disparates institucionales de los tres años y medio del Gobierno de Zapatero, decidan favorecer la alternancia en el poder a favor de una oposición que carece de liderazgo, de los dirigentes y del proyecto necesarios para recomponer la cohesión nacional rota —por causa de ambas partes— y ofrecer un horizonte de estabilidad y buen gobierno.
No se puede, como ha hecho el PP, aplaudir al presidente Sarkozy y negar toda iniciativa o actuación del presidente Zapatero en la liberación de las azafatas españolas detenidas en la crisis reciente de Chad, cuando ha sido el propio presidente francés quien ha declarado en territorio español que ha estado en permanente contacto con Zapatero para encontrar una solución al conflicto, como por otra parte parece lógico. Como coherente resulta que haya sido el presidente de Francia, país que tiene unas especiales relaciones con Chad, quien ha gestionado la negociación en la que se ha implicado, de manera personal y ello le honra, el primer gobernante galo, con el que, sin lugar a duda, estamos en deuda.
Tampoco se puede admitir la crítica del PP al Gobierno de Zapatero por el viaje del Rey a Ceuta y Melilla, al mismo tiempo que se felicita al Rey, en ese empeño demencial y contradictorio según el cual todo lo que hace este gobierno es condenable, incluso cuando se programa un viaje de los Reyes que el PP, durante los pasados ocho años de los gobiernos de Aznar, no se atrevió a organizar.
Con estas maneras y el convencimiento ad hoc de que los españoles son idiotas el PP no va a ninguna parte y se aleja del amplio y decisivo sector de los españoles que son capaces de discernir por sí solos y que gozan de ese “sentido común” al que tantas veces alude Mariano Rajoy. El líder del PP que ha desaparecido de la escena política —ocupada por Acebes, Zaplana y Aznar— desde el mismo momento en el que lanzó, sobre el estanque de la insidia, la piedra calumniosa y mentirosa de la sentencia incompleta del juicio del 11M, añadiendo que el PP apoyará cualquier otra investigación.
Una auténtica pedrada a la verdad y al sentido común, que deja en la mayor evidencia la presunta sabiduría y serenidad de un Rajoy que no hace mucho se presentaba en Valencia como el hombre tranquilo que España necesitaba para gobernar la nación. Pues sí que nos ha traído Rajoy tranquilidad en los últimos días con este concierto de mentiras, intrigas y descalificaciones que se acabarán volviendo contra ellos.
Las mentiras, ya se verá, tienen las patas muy cortas y los españoles saben, por más que el PP se agarre a la teoría de la conspiración, que Aznar mintió para apoyar la guerra de Iraq, que ello puso a España en el punto de mira del terrorismo islámico, que siendo Acebes ministro de Interior falló a la hora de detener a varios de los implicados en la masacre de Madrid a los que se habían detectado antes de los atentados, como falló su departamento a la hora de cazar a los traficantes asturianos de dinamita. Y a partir de ahí, y una vez ocurrida la masacre, pretendieron hacer creer a los españoles que había sido ETA la autora de los crímenes de las estaciones de Atocha y El Pozo —todavía ayer Acebes se negaba a reconocer, tras la sentencia, que ETA no había participado en el 11M—, para ver si ganaban las elecciones con la gran mentira sobre la muerte de las 192 víctimas del terror islámico y de más de 1.500 heridos. Y por todo esto, que es la verdad irrefutable, el pueblo español los castigó y los derrotó en las urnas.
Y todavía siguen mintiendo sobre Iraq y el 11M, en un intento desesperado por justificar a unos gobernantes mentirosos e irresponsables que siguen al frente del PP y se ven en la necesidad —para permanecer subidos en el “machito” popular— de falsear la sentencia justa y bien elaborada del 11M, con la nueva falacia del autor intelectual, cuya captura, ¡cómo no!, se le escapó al ministro Acebes, quien todavía tiene el descaro de presumir de eficacia policial en ese comunicado sobre la sentencia que Rajoy nunca debió pronunciar.
Y mientras el Gobierno del PSOE viaja perdido y a la deriva en el AVE catalán, bloqueando las vías de cercanías de Barcelona y con problemas en Andalucía, el Tribunal Constitucional sometido a continuas presiones de la Moncloa a ver si así salvan el Estatuto soberanista de Cataluña, mientras Ibarretxe y Mas aumentan su desafío al Gobierno central. Mientras suben los precios, crece el paro y se instala la incertidumbre en el campo de la construcción y del negocio inmobiliario. O mientras en el horizonte se perfila la amenaza permanente de la reaparición de ETA —que a juicio de los expertos ha esperado la sentencia del 11M—, para poner en marcha su terrorismo particular, porque Zapatero, en última instancia, no les otorgó todo aquello que les prometió cuando se empezó a negociar.
Gobierno mal, oposición a juego, crispación en los medios, desconcierto económico y social, ¿quién da más?
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=06/11/2007&name=manantial
lunes, noviembre 05, 2007
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