jueves 22 de noviembre de 2007
Anápolis, seis puntos de partida
DARÍO VALCÁRCEL
EL martes 27 se abrirá previsiblemente la conferencia de Annapolis, convocada por la secretaria de Estado americana. Pero Condoleezza Rice, mujer de talento, es ahora menos optimista que cuando la convocó este verano. Sería grave que el encuentro en la capital de Maryland acabara, o peor, no empezara. Annapolis trata de fijar conclusiones que resuman los problemas por negociar por israelíes y palestinos.
Estados Unidos no tiene la culpa de todos los males de Oriente Próximo. Pero la administración Bush ha agravado el estado de la región, léanse las 600 páginas de dos académicos americanos, John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt («El lobby israelí», Taurus, Madrid 2007). Bush ha asignado más de 3.000 millones de dólares a ayudas a Israel en 2006, prácticamente sin contrapartida. Hay centenares de problemas superpuestos. Sólo apuntamos aquí seis cuestiones previas. Los problemas oficialmente establecidos -asentamientos, fronteras, refugiados, Jerusalén, comunicaciones- habrían de negociarse a partir del resumen de Annapolis. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, tratarían de acordar los pasos previos de los pasos previos. Hasta hoy no existe acuerdo alguno. Los cuatro encargados de negociar las bases, el Cuarteto, necesitan evitar la parálisis. Su enviado, Tony Blair, negocia a la desesperada. Mejor conocedor del terreno, Javier Solana trata de establecer el mapa al día de hoy. Solana representa sólo a una de las partes (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas) pero es la única cabeza capaz de llegar a la ambigüedad constructiva. Henry Kissinger definió así, hace 40 años, la posibilidad de utilizar un lenguaje que interpretara los resultados de distinta manera.
Uno. Israel no está dispuesto a renunciar al control de Cisjordania y Gaza. A partir de lo cual, la guerra podrá abrir sus puertas a cualquier aventura, con riesgo no remoto de contagio, como en 1914.
Dos. Arafat y sus hombres cayeron en errores inexplicables, fallos desastrosos: sin embargo, sostiene Henry Siegman, antiguo director del Congreso Judío Americano, ha sido Israel quien ha impedido el nacimiento de un Estado palestino. Los gobiernos israelíes, de uno u otro signo, aprovecharon el terrorismo palestino contra civiles para evitar todo proceso de paz.
Tres. Las fronteras anteriores a la guerra de 1967 son para los palestinos -lo han demostrado- base necesaria de cualquier acuerdo. Ni Hamás ni la ANP admitirían otro punto de partida. Este principio coincide con la decisión israelí, no ceder el control de Cisjordania.
Cuatro. Asentamientos: Estados Unidos no los ha impedido (tenía medios sobrados de hacerlo). A partir de ahí, el ovillo se hace inextricable. Los enclaves aislados no constituyen un estado. Las colonias judías, divisivas, han seguido su expansión en Cisjordania. Como si la extrema derecha judía decidiera ella sola en este punto.
Cinco. Territorios. El proyecto del ejército israelí (expropiar 11.000 hectáreas al este de Jerusalén) parece de diseño nazionalsocialista. Pero es verdad. Sólo el plan de Isaac Rabin incluía el valle del Jordán, completo, con las fronteras cisjordanas en el futuro tratado de devolución.
Sexto. Sharon, hoy técnicamente muerto, logró el apoyo de Bush y del Congreso americano de 2004 a su proyecto de conservar hibernada la creación del estado palestino. El lobby judío no podría conseguirlo hoy.
Tras el encuentro Bush-Olmert (Washington, junio 2007) se aisló a Hamás en Gaza, para que todo auxilio americano pudiera llegar a Abbas, en Cisjordania. Apoyo fútil, envenenado, que debilitaría a Abbas sin frenar a Hamás. ¿Cómo puede Bush cometer tales errores? Muchos hemos defendido durante años el derecho de Israel a existir en libertad. Hoy estamos perplejos. Los principios se mantienen largo tiempo: pero llega el día en que un aire de vacía retórica los arruina. El peligro para Estados Unidos es relativamente paralelo al de Israel. La ceguera-sordera-insensibilidad acumuladas no suelen acabar bien. Sólo los europeos, por ilusorio que parezca, Blair, Solana, Kouchner, Moratinos, D´Alema, Steinmeier, Miliband, podrían intentar una salida real.
http://www.abc.es/20071122/opinion-firmas/anapolis-seis-puntos-partida_200711220330.html
miércoles, noviembre 21, 2007
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