jueves 3 de julio de 2008
Zapatero, aislado, se viste de rojo
Pablo Sebastián
Esta vez, el malo de la política y el crispador de la nación, castigado por sus modales y en la mayor de las soledades, no era el PP de Rajoy. Ayer el que se quedó sólo contra todos y a palos con algunos, en el Congreso de los Diputados, fue el presidente Zapatero, empeñado en negar la crisis económica y, por tanto, la realidad. Un empecinamiento tan ridículo como temerario que está enfrentando al Gobierno con la mayoría de la sociedad, que conoce y sufre la crisis que niega el presidente.
Sociedad a la que Zapatero pretendió engañar, como hizo en las pasadas elecciones, disfrazándose en esta ocasión de rojo socialdemócrata —como quien llevaba ‘la roja’, camiseta de la selección de fútbol— e intentando escenificar un mitin y una reyerta ideológica entre políticas de izquierdas y derechas, galgos o podencos, mientras crece el incendio de la economía y sube el paro, como lo hizo ayer con más de 36.000 parados en el mes de junio, lo que no ocurría desde hace más de 15 años.
Un truco el de la camiseta roja-socialdemócrata que, con seguridad, le fue preparado al presidente por los aprendices de brujo de la Moncloa, pero que esta vez no le funcionó porque el problema económico y social que tiene planteado España es muy grave e imparable. Y porque, en nuestro país, la crisis está causando más estragos que en otros de nuestro entorno europeo, lo que anuncia que “más dura será la caída”. Y también porque los ciudadanos, como le dijeron casi todos los oradores a Zapatero en el debate del Congreso, empezando por Rajoy y terminando por Llamazares —a los que el presidente maltrató echándoles en cara sus derrotas electorales— se sienten engañados y desesperados porque, cada día que pasa, las cosas en su vida privada, familiar y laboral van de mal en peor.
El discurso del ‘buenismo’ y del talante progresista que ofrece, como quien practica la caridad de los pobres y desamparados, no sirve para nada cuando los ciudadanos de toda condición no llegan a final de mes. Y si de lo que se trata es de optar entre las políticas económicas de izquierdas y derechas, díganos entonces Zapatero cómo piensa conseguir que su Gobierno apruebe los Presupuestos del Estado y siga en pie durante los próximos cuatro años, cuando el presidente sabe que sus posibles aliados, CiU y PNV, están, en todo esto de la crisis económica, más cerca del PP de Rajoy que del PSOE de Zapatero.
Como le dijeron Rajoy, Duran Lleida y Llamazares, entre otros, el mitin parlamentario y socialdemócrata de Zapatero, con el que pretendía obviar el debate de la realidad de la crisis económica, estuvo ayer fuera de tiempo y de lugar. Todos saben que, como le dijo el líder del PP, el presidente había ocultado la crisis económica para que no le pasara factura en las elecciones y, por eso, el cúmulo de medidas que ha presentado llega tarde y no tendrá los efectos esperados ni frenará el viaje hacia la recesión.
Y lo que es peor, el empeño de Zapatero de negar la realidad y agredir al resto de partidos políticos en vez de solicitar su colaboración lo dejará en una situación insostenible a nada que los nuevos datos económicos vayan dibujando en el horizonte español los negros nubarrones de esta tormenta imparable y casi perfecta. Lo que, por otra parte, dará la puntilla a su iluso discurso de la “generación de confianza”, por más que ayer echara flores a los sindicatos y a la patronal o presumiera de que la banca española es “la mejor del mundo”.
La confianza que vende Zapatero resulta inaceptable cuando el presidente afirma sin pudor que “estamos mejor que nunca” (sic) para afrontar la crisis que él mismo niega mientras utiliza vocablos como: “situación difícil y complicada”, “coyuntura claramente adversa” o “brusca desaceleración”, en vez de llamar al vino, vino, y al pan, pan. O cuando se remonta a lo que hicieron los Gobiernos del PP en el año 2001, o cita las previsiones fallidas de los organismos internacionales, que nada tienen que ver con la simulación ni las mentiras del Gobierno.
Se lo dijo muy claro Rajoy tocando el fondo de la cuestión cuando afirmó: “La duda es si estamos ante un error o ante un engaño”. Y quizás le faltó añadir o recordar al líder de la oposición aquella afirmación temeraria de años atrás en la que el presidente afirmó que la nación española era “discutida y discutible” hablando con la misma frivolidad con la que hoy asegura que la crisis económica es “opinable”.
Lo que sigue siendo opinable es la capacidad política del presidente. Y lo que ayer vimos en el Parlamento no fue una lección de talante ni de la más oportuna responsabilidad, sino una escapada hacia no se sabe dónde disfrazado para la ocasión con la camiseta de rojo socialdemócrata y cantando el “A por ellos”, sin saber que España está perdiendo este partido. Y que cada día que pasa está más enfadada la afición. Por una vez no se trataba de ganar el debate parlamentario sino de aunar esfuerzos, de trabajar en equipo, para hacer frente a la difícil situación
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=03/07/2008&name=manantial
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