23-VII-2008
Basagoiti y el espíritu de San Gil
El partido de Basagoiti tiene una misión muy definida, una misión que no puede llevarse a cabo sin tener presente el espíritu combativo de San Gil y los que pusieron la cara o la vida junto a ella o antes de ella.
Las recetas que se sirven en el nuevo PP nacido a instancias de Rajoy están provocando una digestión muy pesada en ciertas regiones. Si en Cataluña Alicia Sánchez Camacho, candidata oficialista puesta ahí por el aparato de la calle Génova, se las vio y se las deseó para salir bien librada del congreso del PPC, en el País Vasco las cosas no están siendo muy diferentes. Aunque Antonio Basagoiti parece tener las cosas mucho más claras que su colega catalana, el hecho innegable es que el otrora inquebrantable Partido Popular vasco se encuentra sumido en una crisis innecesaria y, por descontado, traída de fuera.
Un equipo como el que hasta hace poco más de un mes lideraba María San Gil, unido por un objetivo común y depositario de la confianza y la admiración de buena parte de la sociedad española, se ha venido abajo como un castillo de naipes. Y todo sin más razones que los cálculos políticos de la nueva Ejecutiva nacional. La salida de San Gil con motivo del XVI Congreso y, posteriormente y como en el caso catalán, la injerencia de Génova han puesto la delegación vasca del PP patas arriba.
María San Gil, y con esto, aunque sea con la boca pequeña, han tenido que comulgar los nuevos amos de la formación, era el referente ético por excelencia del PP. Pero no sólo ella. Su equipo, gente de la talla de Regina Otaola, alcaldesa-coraje que se atrevió a asumir la alcaldía del municipio de Lizarza cuando hasta el PNV lo había dejado por imposible, o del secretario general del PP guipuzcoano, Carlos Sancho, son tan fundamentales para un partido que vive al límite como la persona que durante años ha simbolizado esa resistencia y ese amor por la libertad, por España y por la Constitución en el lugar donde más amenazados se encuentran éstos. Prescindir de ellos o arrinconarles en el baúl de los objetos valiosos pero sin utilidad práctica sería un error de consecuencias letales para el PP del País Vasco.
La lección de San Gil no debe ser olvidada y su sucesor al frente del partido ha de tener siempre presente el espejo donde mirarse. La tradición de compromiso con la libertad y de tolerancia cero con el nacionalismo étnico y aldeano que representa el partido de Sabino Arana, no nació con San Gil, ella recogió el testigo de los que la precedieron, hombres como Mayor Oreja o Gregorio Ordóñez, políticos insobornables que no dieron ni un paso atrás. Ordóñez, de hecho, lo pagó con la vida. Aun hoy los nacionalistas más criminales y necrófilos siguen profanando su tumba tratando de aventar en vano la memoria de alguien que fue asesinado por las mismas razones que han movido toda la carrera política de San Gil.
Esto es lo que hereda Basagoiti, un político que no es nuevo en el oficio ni en la región, un hombre que conoce de primera mano qué es lo que se despacha realmente en el País Vasco. Ante semejante cometido no valen las medias tintas ni los apaños camuflados de posibilismo. El partido de Basagoiti tiene una misión muy definida, una misión que no puede llevarse a cabo sin tener presente el espíritu combativo de San Gil y los que pusieron la cara o la vida junto a ella o antes de ella.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/basagoiti-y-el-espiritu-de-san-gil-44611.html
martes, julio 22, 2008
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