viernes 1 de agosto de 2008
Dos bombillas para tí
Juan Urrutia
D OS bombillas para tí, con ellas quiero decir: te quiero, te adoro, mi Españaaaaaa…
Con estas mismas palabras comenzó, este pasado martes, sus recomendaciones anticrisis el ministro de Industria Miguel Sebastián. Si no me creen es porque es mentira, lo cual dice mucho en mi favor. El que hubiera sido alcalde de Madrid, si le hubiera votado alguien, está dispuesto a regalar dos bombillas de bajo consumo a cada hogar español para reducir el gasto energético, loable intención, proclamo al mundo entero.
Seguro que ustedes dispondrán en sus hogares de más de dos lámparas y dudan ahora del lugar idóneo para ubicar el regalo gubernamental. Una opción, sin duda interesante, sería la de colocar una bombilla en el retrete, pues es uno de los pocos lugares de casi cualquier domicilio patrio donde se puede disfrutar con tranquilidad de la lectura. El segundo artefacto luminoso no incandescente, por razones de practicidad, lo guardaría como repuesto, pues en el resto de mi morada ,desde la última subida del recibo de eso que da calambre, sólo utilizo candelabros y velones.
Pero aquel que dijo que la solución a la “desaceleración económica” era cosa sencilla, ya saben, con ahorrar un diez por ciento de petróleo, asunto resuelto, se olvidó de regalar a cada hogar español dos coches eléctricos o, en su defecto, híbridos, o sea, mitad coche, mitad barco. La ventaja de estos artilugios es que, usando la energía eólica, se puede navegar a vela por la albufera de Valencia, el Golfo de Vizcaya -no confundir con Ibarretxe- o el estanque del Retiro, según donde resida cada cual. Pero regresemos a las bombillas, sí, resulta que repartirlas por toda la piel de cabra (fuimos degradados en la anterior legislatura) será tarea harto complicada. Queridos lectores, se habrán dado cuenta de que no existe bombilla en el mercado que quepa en un buzón corriente. Particularmente he resuelto el problema gracias a mi habilidad con el bricolaje; tomen nota, es tan sencillo como clavar en el pertinente receptáculo postal un calcetín (no es necesario que sea nuevo pero sí que esté limpio) pues su elasticidad lo convierte en eficiente sostén para cualquier cacharro curvilíneo de proporciones comedidas como pueda ser una patata e incluso el citado bombillómetro.
En otro orden de cosas, el ministro Sebastián, nos indica que es preciso que corramos menos con el coche pues supone un gran ahorro petrolífero. Ya lo dijeron los sabios cuando, en los años inmediatamente posteriores a la invención del automóvil, advirtieron que el ser humano se desintegraría si circulaba a más de cuarenta y cinco kilómetros por hora. Hablaban en sentido metafórico pero Henry Ford les atropelló con su famoso modelo T para evitar pérdidas en el boyante negocio de la automoción. Lo sé, mis palabras pueden parecer absurdas, pero si todo un señor ministro tiene libertad para decir tonterías sin corbata, comprendan que este humilde juntaletras las diga todavía más gordas.
Por otra parte, observando el precio de la gasolina, que ronda el euro veinte chelines y subiendo, el lector avezado habrá llegado a la conclusión de que reducir los límites de velocidad en las entradas de las grandes ciudades, como también propone el ministro, va a tener el mismo efecto en nuestra economía que sus palabras en los oídos de quienes tuvimos la desgracia de escucharle, es decir, ninguno. Miento, miento corrosivamente, a mí me hizo llorar.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4765
jueves, julio 31, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario