viernes, julio 25, 2008

Jose Melendez, La crisis, por fin reconocida, que nos ahoga

viernes 25 de julio de 2008
La crisis, por fin reconocida, que nos ahoga

José Meléndez

A José Luis Rodríguez Zapatero le votaron el pasado 11M once millones de personas, que se dice pronto pero tarda en contarse más de lo que va a durar esta crisis que nos atosiga. ¿Y por qué? Habría que recurrir a los expertos en solucionar jeroglíficos o a los psicólogos especializados en esa ciencia difusa que es el estudio de las masas para encontrar una respuesta adecuada.

En sus cuatro años anteriores al frente del gobierno de España, esa institución que ahora nos la recuerdan constantemente en todos los anuncios de la televisión y radio, sean institucionales o no, la gestión gubernamental de Zapatero había sido un desastre. No dudó en meterse de lleno en ese pantano donde la mugre se mezcla con sangre que es el terrorismo de ETA, enarbolando un petulante y embustero “proceso de paz” y terminó ahogado por la ignominia, no sin haber comprometido antes la dignidad de la nación que representa y tiene el ineludible deber de defender. Y había iniciado, sin razón perentoria, deliberadamente, alevosamente, el descuartizamiento de España no para dar cumplimiento a las torcidas aspiraciones de los nacionalistas, sino para beneficiar sus propios intereses sirviéndose de los nacionalismos para apuntalar su sillón de la Moncloa y, de paso, poner los cimientos a esa España federal y republicana con la que sueña. Se metió en el farragoso berenjenal de una ley de inmigración que fue criticada en toda Europa y llenó nuestro país de inmigrantes ilegales, con la tragedia colateral del rosario de muertes en las patéticas pateras. Y en una clamorosa y ridícula prueba de ineficacia y desconcierto, después de haber abierto las puertas a la avalancha de inmigrantes, ahora les ofrece dinero para que se vayan. Dio vuelos a minorías marginadas a costa de atropellar los derechos de las mayorías para conseguir sus simpatías y sus votos; se ha empeñado en hacer una España laica en contra de las creencias de la mayoría; trató por todos los medios de hacerse con el control de las instituciones jurídicas; creó un grave problema con su ley de la paridad de sexos; no creó una sola infraestructura, limitándose a terminar las que ya estaban en marcha o llevar adelante los proyectos que ya existían: (manteniendo además en el cargo a una ministra de Fomento reprobada por el parlamento autonómico catalán y el Senado nacional); derogó el plan hidráulico del Partido Popular sin mas solución alternativa que unas desaladoras tan caras y contaminantes como insuficientes, perdió por ignorancia o desinterés por los temas internacionales el prestigio que España había acumulado con mucho trabajo fuera de nuestras fronteras y derrochó el superávit heredado, además de mentir constantemente a la opinión pública, creyendo (lo malo es que tenía razón) que con pedir perdón después bastaba. Y a pesar de este currículo le votaron once millones de personas, que ahora pagan las consecuencias. Pero lo triste es que esas consecuencias las estamos pagando todos, cuarenta y cinco millones de españoles, incluidos los inmigrantes que en su momento sirvieron para engordar las estadísticas del empleo y de la Seguridad Social y ahora son una carga mas para vivir del subsidio del paro.

En cualquier democracia consolidada -y tengo la experiencia de haber sido corresponsal en varias de ellas y haber asistido a muchas elecciones generales- un gobierno con esa desastrosa ejecutoria se habría llevado un batacazo electoral sonado, sin importar con qué tipo de oposición se había encontrado, porque son los gobiernos y no la oposición los que ganan o pierden las elecciones y para un electorado consciente del valor de su voto y con el suficiente sentido para enjuiciar conductas políticas lo que importa es la labor del gobierno y no la de la oposición. Aceptar un fracaso es una actitud tan desdichada como la de un marido engañado que soporta a su mujer infiel por el temor de no encontrar otra.

Una crisis económica, por pequeña que sea –y menos de las dimensiones de la que padecemos- no se presenta de la noche a la mañana. Se viene gestando poco a poco y ese proceso es el que detectan los controles que avisan de lo que está ocurriendo hasta hacer saltar las alarmas con tiempo suficiente para adoptar medidas correctoras. La crisis actual viene de antiguo, desde que el petróleo comenzó su desbocada carrera alcista y en Estados Unidos se produjo la crisis de las hipotecas, porque cuando los norteamericanos estornudan los europeos se constipan. Pero Zapatero y su equipo económico, ya metidos en el trajín preelectoral, ignoraron las alarmas y se empecinaron en negar una evidencia cada vez mas patente. Zapatero se hartó de presumir del sano superávit español como infranqueable defensa ante la adversidad y resulta que ahora ese superávit se ha convertido en un déficit de casi cinco mil millones de euros, sin haberse contabilizado todavía el absurdo e inútil regalo de los famosos 400 euros, que supondrá añadir otros 6.000 millones de euros a los números rojos del Estado.

O sea, que el gobierno socialista no solamente ha estado desacertado en la gestión gubernamental, sino que ha mentido, ocultado y manipulado. Podría dudarse si las mentiras de Zapatero sobre la situación económicas estaban determinada por las indicaciones de Pedro Solbes, que para eso es el experto en la materia o si las mentiras de Solbes eran para cumplir órdenes de su jefe. En cualquier caso, los dos son unos mentirosos y eso no se le puede perdonar a un político. Y a esta clase de políticos es a la que han votado once millones de personas, entre las que, naturalmente, deben estar los de la adhesión incondicional, los de estómago agradecido, los pasotas que se desentienden de política y se inclinan por el que manda y los tontos, que ya dijo Amós que en España no cabe un tonto mas. Pues ahí tienen el resultado.

Cuando George Bus padre dedicaba todos sus esfuerzos a arreglar los problemas del mundo, Bill Clinton le ganó las elecciones colgando en su cuartel general un cartel que decía: “La economía, idiota”. Y cuando Ronald Reagan hacía su primera campaña electoral contra Jimmy Carter, coronada por el éxito, pronunció en un célebre mitin la siguiente frase “Si tu ves que tu vecino pierde su empleo, eso es recesión: si tu pierdes el tuyo, eso es depresión y la solución está en que Jimmy Carter pierda su empleo”. Y Margaret Thatcher en Gran Bretaña, después de un terrible invierno de huelgas y escaseces, les dijo a los británicos: “Yo os prometo más oportunidades de trabajo y menos tiranía sindical”, y ganó las elecciones, introdujo la Ley de Huelgas y se mantuvo doce años en el número 10 de Downing Street.

Al cumplirse los cien días de su segunda legislatura, (“cien días de soledad” como los calificó Soraya Sáenz de Santamaría) caracterizados por una lamentable atonía gubernamental, a Zapatero no se le ha ocurrido mas que publicar un libreto con una ridícula lista de gestiones para tratar de contrarrestar las acusaciones de que no ha hecho nada en este período y montar un acto propagandístico en la Casa de Campo en el que el PSOE se ha volcado en loores a su líder en un sonrojante ejercicio de autobombo.

Pero a pesar de los ejercicios propagandísticos, de las fieles adhesiones y de la complicidad de los medios de comunicación afines al PSOE, se extiende cada vez mas la sensación de que este gobierno no puede con la crisis, apresado como está en las irresponsables promesas de continuar con unas políticas sociales que fueron diseñadas para la abundancia, con sus concesiones financieras a las autonomías que le interesan y asustado porque ya no puede comprar apoyos parlamentarios porque sus arcas están vacías. Solo le queda el endeudamiento y eso es lo peor que le puede ocurrir a un país.

Sus repetidas afirmaciones de que mantendrá las políticas sociales a pesar de la crisis es otra falacia lanzada para cazar incautos con frases como la igualdad social, la defensa de los derechos civiles y las ayudas a los más desfavorecidos. La realidad es otra bien distinta, primero porque no se puede gastar un dinero que no hay y segundo porque los tres pilares del bienestar social que son la sanidad, la educación y los servicios sociales están transferidos a las comunidades que son quienes pagan los gastos. Y precisamente para que puedan seguir pagando mientras Zapatero se lleva los parabienes, Solbes ha autorizado a las autonomías para que puedan tener déficit en sus balances del año próximo. Otra gran mentira de estos dos embusteros patológicos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4748

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