viernes, julio 25, 2008

Felix Arbolí, El calor, la mar y la mala politica

viernes 25 de julio de 2008
El calor, la mar y la mala política

Félix Arbolí

H ACE un calor horrible. Algunos mal dicen una calor. Una manera incorrecta que se da con frecuencia en nuestro maltratado vocabulario. Yo siempre he usado el masculino y no por asuntos relacionados con el machismo, (que me perdone nuestra ministra de la Igual-da), sino porque es lo correcto y así figura en el diccionario de la RAE. La utilización del femenino, es errónea, como otras muchas barbaridades que usamos en nuestras tertulias e incluso en diarios, ya que al parecer la Gramática se ha convertido en una de las modernas “marías”, junto a la Historia y la Religión. Ahora el que parte el bacalao es ese Manual para educación de la ciudadanía, o algo por el estilo. Hay cosas que no requieren mi atención por su insensatez y contenido contrario al objetivo que se dice perseguir. En esta nueva y “multi contestada” materia escolar, se tergiversa nuestra Historia al exponerla con apreciaciones partidistas y revanchistas, se alienta la práctica del sexo entre nuestra juventud y parte de infancia con explicaciones excesivamente explícitas e improcedentes, se fomenta la rebeldía y emancipación juvenil y se resta la poca autoridad que aún le quedaba a los padres para la educación de sus propios hijos. Y como todo lo que obedece a un objetivo de nuestros rectores gubernamentales, goza de carácter obligatorio e inexcusable, privando a padres, educadores y alumnos la facultad de estudiarlo o pasar olímpicamente de él. Vamos a llegar al modelo estalinista de que los hijos pertenecen al Estado y es éste el que debe encargarse de su formación, educación y tutoría, sin ninguna posible participación por parte de los padres.

Hay otra palabra que induce a incertidumbre. Me refiero en este caso a”mar”. Generalmente se suele decir y escribir “el mar”, si no se está muy relacionado con esa enorme masa líquida que ocupa las tres cuartas partes de nuestro Planeta. Sin embargo, en el argot marinero, se suele utilizar el femenino “la mar”, que es también mi preferida. Es una forma de considerarla entrañable y grandiosa a un tiempo. Algo muy querido y temido, sentido y deseado. Una invasión que no cesa ante el deshielo permanente de nuestros polos y glaciares por el constante aumento calorífico de nuestra atmósfera. No oirás a un veterano o novato pescador, de bajura o altura, decir que se enfrenta al mar en su día a día para arrebatarle sus plateados tesoros, sino que sale a la mar para buscar el sustento familiar diario poniendo en juego su propia vida. El barco tampoco sale al mar, sino a la mar, para iniciar su crucero de lujo o su misión ofensiva y destructiva. Sin embargo, cuando poética o literariamente nos referimos a la navegación, solemos regresar al masculino y escribimos “surca los mares”, aunque sea el femenino, el más usado en la poesía. Jorge Manrique, en su verso universal dedicado a la muerte de su padre, escribe “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”. Porque decir al mar, sonaría menos perfecto fonéticamente. El masculino, en ese alterne desconcertante con el femenino, vuelve a utilizarse de manera generalizada y única entre los veraneantes, playeros y agencias de viaje cuando citan al mar, como ese escenario ideal para nuestros placeres y venturas, aunque a veces, por esos devaneos del destino, se conviertan en trágicas desventuras.

Según el diccionario éste término es ambiguo y se puede usar de ambas maneras. Todo es cuestión de satisfacer un capricho u obedecer una tendencia. Mis años en el ministerio de Marina, cuando los entorchados desempeñaban el mando supremo en nuestras fuerzas militares, me han hecho decidirme, incluso coloquialmente, a usar la fórmula marinera y la verdad, me siento a gusto con ello. La veo con mayor encanto y mejor sonoridad; más poética.

No sé que opinará nuestra ministra de la Igual-da. Ella seguramente usará también la versión femenina, ¡faltaría más, que a estas alturas cambiara de bando!. Es en una de las pocas cosas en que estaremos de acuerdo. Algo es algo. Estimo no obstante, que estamos viviendo una época de ambigüedades donde todo es bueno y puede ser malo al mismo tiempo, según del lado que sople el viento. Al hilo de esta referencia y siguiendo esta norma o costumbre del sí, pero no, que no nos aclara nada, vuelvo a preguntarme, sin hallar aún la respuesta que me lo justifique, ¿eran necesario esos tres nuevos ministerios en un periodo de crisis tan extremada, -ya pasó llamarla “desaceleración”-, si con la mitad y funcionando con eficacia y buena fe serían más que suficientes?. ¿De qué partida se han sacado los millones de euros necesarios para poner en marcha esas nuevas macro-oficinas?. Seguro que del elevado sueldo de los altos cargos, no ha sido. ¿Qué partida, proyecto o cometido se ha visto desatendido?. Para el asunto de las maltratadas, (y no olvidemos tampoco a los maltratados, que hay mujeres con un par de…ovarios, a las que hay que echarle de comer aparte), no hacía falta traer desde la provincia gaditana a nuestra activa Bibiana y endosarle un ministerio, ya que eso era competencia del de Trabajo y Seguridad Social y el de Justicia. Una secretaría de Estado era más que suficiente. También desconozco el cometido del de Ciencia e Innovación, aunque me encanta el aspecto distinguido y la belleza de la mujer que lo timonea), si nuestros médicos, arquitectos, científicos e investigadores tienen que emigrar buscando las necesarias ayudas a sus trabajos. Y tampoco me explico esa dualidad tan persistente de Cultura por un lado y Educación, Política Social y Deportes, por otro. Sigo apostando en estos casos por las Secretarías de Estado, ya que cuando se quiere trabajar y desarrollar una misión solo se necesita estímulo y decisión. En “roman paladino”, ganas de trabajar. Sobran los escenarios ampulosos y el aumento considerable de gastos en periodos críticos para intentar enderezar la situación y conseguir la flotabilidad del país en este mar de zozobras y riesgos.

Estoy devanándome los sesos con el género masculino o femenino de las palabras y obvio las deficiencias gramaticales y las inexplicables e injustificables faltas ortográficas que proliferan en escritos y periódicos como las setas en los días siguientes a la lluvia. No sé qué clase de gramática enseñan hoy a nuestros hijos y nietos, pero después de ver lo que han hecho con la asignatura de Historia no me extraña el desmadre general en todo el cuadro escolar. De seguir así nuestros hijos no van a saber otras cuestiones que las meramente sexuales, aunque no tengan edad para llegar a esos niveles. Todo lo que hace referencia a la sexualidad se ha convertido en prioridad de políticos, gobernantes y educadores, sin que el padre, madre o tutor, pueda intervenir y evitar tales procedimientos. Nuestros hijos disponen libremente de preservativos, píldoras y demás triquiñuelas para practicar sexo sin problemas y en algunos centros escolares, unas señoritas de porte muy digno y sexo no muy definido, les explicarán con todo detalle y a base de gráficos demostrativos todo lo que se relaciona con la reproducción, sin el riesgo de reproducir. El padre, no podrá intervenir en la educación de sus hijos. La familia es un ente desfasado y facha, que ya no se lleva. Lo actual solo hace referencia a compañeros y compañeras, parejas de hecho o uniones sentimentales. Las palabras marido y mujer, han pasado al diccionario de lo arcaico. No hace falta incluso que los protagonistas se amen y mucho menos que se casen, simplemente que lo deseen, como los perros callejeros.

Los padres tienen hoy muy difícil su labor y cada vez se la irán complicando más. Tendrán que doblegarse a las circunstancias y hacer la vista gorda a los errores y extravagancias de sus hijos. Asistirán impotentes y enfadados al programa educacional, cultural y laico que el Estado ha fijado para sus hijos, porque hemos vuelto a caer en un gobierno que se quiere erigir en único tutor legal de nuestra infancia y juventud, privando de este derecho a los propios padres. Que no intenten enmendarle la plana al educador “progre” y adiestrado por el poder, ya que no se lo consentirán y además lograrán que sus hijos se les enfrenten con las bendiciones gubernamentales pertinentes.

Estamos perdiendo el pan, desconfiamos de la justicia y estamos olvidando el significado del amor a la Patria. Los que pueden invertir y comprar, no lo hacen, porque saben que a mayor crisis más beneficios en sus negocios y mejores gangas a bajo precio. Los poderosos de siempre, aquellos que cuando hay tormenta cambian de mansión y siguen disfrutando del sol, viven aislados en sus torres de marfil, ajenos al sufrimiento del pueblo, porque es precisamente de ese sufrimiento y carencia de donde sacan sus más sabrosas tajadas. Todo es cuestión de saber esperar y tener a buen recaudo sus bienes. Ni los que se han enriquecido con el pelotazo del ladrillo y el tráfico de influencia de mala manera, se sienten nerviosos. Saben que tras un corto periodo entre rejas, donde no le faltarán comodidades y desconocerán el sabor del rancho carcelario, recuperarán la libertad y el dinero hábilmente camuflado y blanqueado, para que nadie lo pueda encontrar y vivirán felices el resto de sus días. Pero tú, amigo currante, te verás perseguido, acosado, sacrificado y desesperado porque ese es el pago para la honradez en este país de fariseos. En fin, que ya no sabe uno la manera de escribir sin el peligro de meter el “cuezo” y pensar que está predicando en el desierto.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4747

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