Para septiembre
Miércoles,30-07-08
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
¡QUÉ fácil nos lo ha puesto don Pedro Solbes a los comentaristas! Incluso nos da hecha la columna: basta con transcribir sus frases solemnes, doctorales, un pelín displicentes, sobre la buena salud de nuestra economía en su debate con Pizarro, y poner al lado lo que dijo ayer sobre los tiempos amargos que nos esperan, para dejarlo a la altura de Bibiana Aído. Creíamos que Solbes era ministro de Economía, y resulta que es ministro de Propaganda. Creíamos que para propaganda bastaba la primera vicepresidenta, con sus afirmaciones categóricas, fulminantes, indignadas, negando la evidencia, pero resulta que el segundo vicepresidente está encargado de echarle una mano, puede que porque las mentiras que hay que contar sean tantas y tan gordas que una sola persona no basta. Solbes, a estas alturas, es tan poco creíble como su jefe, como le han dicho uno tras otro los portavoces de todos los grupos parlamentarios. Una de dos, o no se daba cuenta de esta crisis que todo el mundo advertía o mintió sobre ella a sabiendas. Que elija el mismo.
No sé si el desguace sistemático que viene sufriendo nuestro sistema educativo a cargo de la falsa progresía que viene rigiendo nuestra enseñanza ha suprimido los suspensos y las repeticiones de curso, para que los chavales lo pasen bomba y se dediquen a estudiar Ciudadanía, que es lo fetén. Pero lo que sí sé es que la política económica del Gobierno ha merecido un suspenso unánime por parte de todos los partidos y que tendrá que repetir los presupuestos el año que viene si no aprueba en la convocatoria de septiembre, cosa cada vez menos probable. Una perspectiva aún más tenebrosa que la pintada Pizarro en el famoso debate, y por la que fue lapidado. Pues los presupuestos del año pasado no sirven para el que viene por una razón muy simple: los ingresos del Estado van a reducirse de forma drástica debido a esa crisis que el Gobierno no quiso admitir y no ha sabido manejar. Y si, encima, hay que mantener todos los gastos sociales, como ha garantizado el presidente, y en más dinero a las autonomías, como se les ha prometido, las cifras, simplemente, no cuadran, por muy buena voluntad que pongan sindicatos y empresarios. El seguro de desempleo no es la solución para los obreros que se van al paro, ni la subida del salario mínimo, un aliciente para que las empresas contraten más trabajadores. En otras palabras: las previsiones de los alegres días en los que nos creíamos los amos del universo o, por lo menos, de Europa, no sirven cuando descubrimos que nuestra economía no se basa en el ladrillo, sino en el barro. Contra esto, a diferencia de contra Pizarro, no sirven las cifras trucadas ni las actitudes displicentes. Solbes y su jefe han caído en su propia trampa.
Lo malo es que con ellos hemos caído todos los españoles. Claro que algo de culpa nos toca en el desaguisado, ¿no creen? Aunque no me extrañaría que dentro de poco empezaran a verse en los coches pegatinas de «Yo no le voté». Los españoles somos así.
http://www.abc.es/20080730/opinion-firmas/para-septiembre-20080730.html
martes, julio 29, 2008
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