miercoles 29 de julio de 2008
COSAS QUE HAY QUE SABER
Derecho y economía
Por Manuel F. Ayau Cordón
Casi todos saben ya que el único sistema económico que reduce la pobreza es el de la economía de mercado. Algunos lo aprendieron antes del estrepitoso derrumbe del socialismo, antes de que cayera el Muro de Berlín. Pero otros todavía no se han enterado, a pesar de la abrumadora evidencia. Y una cosa es reconocer el hecho histórico y otra entender el mercado, porque éste no figura en los programas de Secundaria ni en los de la universidad.
Tampoco es obvio el camino democrático para llegar a un régimen de mercado. Recuerdo la visita de un importante grupo extranjero que vino a consultarnos sobre cómo "diseñar" una economía de mercado. Cuando les explicamos que era necesario asegurar que la Constitución de su país protegiera el derecho a la vida y el de propiedad y velara por el cumplimiento de los contratos, nos contestaron que no solicitaban asesoría jurídica sino económica, pues entre ellos había abogados competentes.
Tuvimos que explicarles entonces que la economía de mercado es un fenómeno espontáneo y no inventado; que no se puede diseñar; que no es necesario entenderla para que funcione... y que sólo funciona cuando se protegen los referidos derechos. Así las cosas, nos pidieron que acudiéramos a su país para explicarlo.
Viene a cuento esta historia porque en todas partes sucede que líderes intelectuales, empresariales o políticos cultos y educados en otros campos no han tenido la oportunidad de aprender cómo funciona la economía libre, capitalista o de mercado.
La efectiva protección de los derechos a la libertad y a la propiedad privada y el respeto a los compromisos adquiridos son la clave de la paz. Toda violencia significa que se han violado esos derechos.
No se tiene claro cómo es que la polución solamente se produce cuando esos derechos individuales no están protegidos. Y es que nadie bota basura frente a su propia casa, ni quema su bosque, ni ensucia sus propias aguas. La polución, siempre, es una violación de derechos individuales.
No se tiene claro que, cuando se protegen esos derechos individuales, las personas actúan por derecho y no por concesión... y se minimiza la corrupción, ya que cuando se actúa por derecho no interviene la burocracia con autoridad discrecional y no hay a quién sobornar.
No se tiene claro cómo la protección de esos derechos individuales evita el despilfarro de los recursos, pues las pérdidas corren por cuenta de quien toma las decisiones y no de la sociedad.
No se tiene claro cómo la prevalencia de esos derechos individuales maximiza la eficiencia económica para satisfacer las prioridades de la población, en el orden en que las manifiesta continuamente con su demanda.
No se tiene claro cómo, en el mercado, el éxito de cada uno dependerá de que satisfaga las aspiraciones, necesidades y deseos ajenos, porque todos pueden escoger con quién realizan sus intercambios. Todos compiten por servir y enriquecer a los demás según el poder adquisitivo de los demás y no el de uno mismo, según los gustos y necesidades de los demás y no los de uno mismo.
No se tiene claro cómo, protegiendo esos derechos individuales, la economía prospera y el ingreso fiscal aumenta.
Por último, conviene tener presente que el sistema democrático sólo logra el éxito cuando privan los derechos individuales.
© AIPE
MANUEL AYAU CORDÓN, rector emérito de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala).
http://revista.libertaddigital.com/derecho-y-economia-1276235222.html
martes, julio 29, 2008
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