miercoles 16 de julio de 2008
Marianín y Joselu
TOMÁS CUESTA
CON Joselu, en el cole, no se ponen de acuerdo. Unos le encuentran corto, incluso un poco lerdo; otros le consideran un cerebro. Hay quien no le soporta, y pasa de su cara, y afirma que es un jeta. La mayoría, sin embargo, se dejaría romper la ídem por salir en su defensa. Porque Joselu, la verdad, es de uno de esos pibes que siempre caen de pie, sea cual sea la causa del tropiezo. El tío tiene ángel, con perdón, ya que en el cole, al ser tan laicista, ni el Angelito de la Guarda puede cruzar la puerta. Pongamos, por lo tanto, que nació con buena estrella, sólo por emplear un pseudónimo en homenaje al profesor de lengua. (¿Qué era, pseudónimo o sinónimo? Mira que lo tenía en la punta de la lengua). Lo que quiero expresar, al margen de finezas, es que así se las ponían a Fernando VII. Cuando te toca el Gordo del destino y, en lugar de estrellado, has salido de fábrica con la dichosa estrella, es un juego de niños acabar siendo el «sheriff». Y Joselu es el «sheriff», el gallo del corral, el que lleva las riendas. El que, sin pegar golpe, termina dando el golpe, además del pego.
Joselu, por ejemplo, no abre un libro si no es de fantasías o de cuentos. En realidad, ni eso: se inventa la milonga a bote pronto y se ahorra el esfuerzo de leerlos. Por lo demás, en mates está pez; de inglés, ni pajolera; en historia no para de rumiar las batallitas del abuelo y en ciencias se hace un lío con la gimnasia y la magnesia. Vamos, que lo confunde todo. El culo con las témporas (el diablo sabrá qué son las témporas). Y la velocidad con el tocino, y a los romanos con los cartagineses. En lo de la Ciudadanía, en cambio, Joselu es una máquina, un alumno modélico. Es tal cual esos tipos que no fallan ni una en los concursos de la tele. Pero se sobra tanto, se tira tanto el folio con sus conocimientos, que, a poco que te pille atravesado, te ciscas en sus muelas. Como ocurrió aquel día en que se cepillaron a Fernández por pifiarla en un test sobre igualdad de género y le cogió de las solapas en mitad del recreo: «Desembucha, listillo, ¿te soplan los exámenes o eres tú el que ha inventado esas gilipolleces?». Ustedes no conocen a Fernández: cabreado, mete miedo.
En el cole, únicamente Marianín le busca las cosquillas a Joselu. Marianín es el típico empollón (si no lo es, al menos lo parece) que levanta la mano a la primera si hay que responder a esto o aquello. Antes de la revolución educativa, era la niña de los ojos del padre prefecto, el más aplicado de los aplicados, el más obediente de los obedientes. Nadie dudaba entonces que Marianín sería el «sheriff», por mucho que, mirando y remirando, no encontrases en él ninguna estrella. Luego, pasó lo que pasó, el puesto fue a parar a manos de Joselu y el despechado Marianín, en un primer momento, le declaró la guerra. Se llamaban de todo menos guapo y se lanzaban puyas a mandíbula batiente. Dice mi abuela que el roce hace el cariño y ellos, roce a roce, han limado bastantes diferencias. A Joselu, en el fondo, ser algo Marianín le vendría de perlas porque le presta una aureola de solvencia. Y a Marianín, en la forma, le gustaría ser Joselu porque le tiñe de simpático y moderno.
El caso es que Joselu ha invitado a Marianín a que se pase por su queli a darle un empujón a los deberes. A uno le parece que lo suyo habría sido enviarle a tomar viento y recordarle que se ha tirado el curso falsificando notas, saltándose las clases y royendo chuletas. No obstante, a Marianín le hace tilín lo del entendimiento. No se ha coscado de que la Ciudadanía -el punto fuerte de Joselu- es sólo una manera de romper el empate entre derechos y deberes. Les toca a los pringados chuparse los deberes y a los colegas chupar de los derechos. O sea, que a pringar. Con tal de que le pongan la merienda...
http://www.abc.es/20080716/opinion-firmas/marianin-joselu_200807160255.html
miércoles, julio 16, 2008
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1 comentario:
Tomás Cuesta, sensatísimo columnista
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