miércoles, julio 23, 2008

Un baldon para nuestro Estado de Derecho

23-VII-2008
Un baldón para nuestro Estado de Derecho
Todos tenemos que ser conscientes de la trascendencia que tiene para nuestra nación el hecho de que un español sólo haya podido encontrar justicia fuera de nuestras fronteras

La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ha dictaminado que Javier Gómez de Liaño no tuvo un juicio independiente e imparcial cuando fue condenado por prevaricación en el caso Sogecable pone el punto final a uno de los capítulos más negros de nuestra historia judicial y uno de los más graves baldones que puede acarrear una nación, como es su cuestionamiento como Estado de Derecho. La injusta condena contra Liaño no obedeció a un error judicial, ni siquiera se redujo a la escandalosa parcialidad que, sin duda, tiene los nombres y apellidos de los tres magistrados del Tribunal Supremo que la firmaron. Obedece a una parcialidad mucho más extendida y radical como es la que corroe nuestro sistema de Justicia en su conjunto y a la que, sin embargo, muchos le abrieron las puertas, ya sea al grito de "Montesquieu ha muerto", ya sea reivindicando un "uso alternativo del Derecho" que nada tiene que ver con la Justicia.

Hay que recordar que la injusta condena a Gómez de Liaño pasó por todos los tribunales de Justicia de nuestro país. Todos tenemos que ser conscientes, en este sentido, de la trascendencia que tiene para nuestra nación el hecho de que un español sólo haya podido encontrar justicia fuera de nuestras fronteras. Y todo porque Gómez de Liaño cometió la osadía de anteponer su deber de impartir justicia al de tener presente el inmenso poder político, económico y mediático al que se enfrentaba.

Por mucho que los jueces de la Corte de Estrasburgo hayan dictaminado que el Estado Español deberá abonar a Gómez de Liaño 5.000 euros, eso no es nada, ni moral ni económicamente, comparado con el daño causado a un juez ejemplar, infringido con el beneplácito de nuestro Tribunal Constitucional. De hecho, esa cantidad parece aún menor si se compara con el coste que España paga como nación, y que posiblemente pagará en el futuro en mayor medida, por culpa de la debilidad de las fronteras que la configuran como Estado de Derecho.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/un-baldon-para-nuestro-estado-de-derecho-44610.html

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