jueves 31 de julio de 2008
Dos historias de desaprensivos
Félix Arbolí
C ON esta crisis en la que algunos no creen, afortunadamente para ellos. Y no me refiero sólo a Pepiño y los suyos, (los de la desaceleración acelerada), ni a los que viven del apellido, las exclusivas de la venta de sus intimidades mentales y físicas, ni a los del pelotazo y el tráfico de influencia y amiguismo, sino a los que viven en una especie de burbuja que los inmuniza de apreturas y carencias, que también “haylos”, ha surgido de nuevo el engaño, la tergiversación de contratos y hasta el timo y el chalaneo.
Los periodos de crisis y angustias económicas son las más propicias para que incrementen sus beneficios los espabilados y usureros de corazas respetables y los pillos de tres al cuarto que siempre encuentran almas más cándidas a las que estafar. Ahora más que nunca hay que leer y releer la letra pequeña, incluso la casi microscópica, de contratos y documentos porque es donde los desaprensivos aprovechados hacen su agosto y meten el cuezo al confiado y honesto cliente.
He sido testigo desafortunado de dos episodios que avalan lo dicho anteriormente, aunque no quiero pensar que en este intento de engaño hayan participado activa o pasivamente (al no vigilar a sus empleados) empresas respetables y acreditadas.
El primero por ser el más antiguo, tiene como causa la muerte de mi hermano Luis, el pasado día 30 de abril. Él, junto a su mujer e hijos tenía y continúan su viuda e hijos, un seguro de decesos, ( y otro de hogar), con la entidad SANTA LUCIA, mediante su correspondiente póliza al corriente de pagos. En ella figuraban todos esos servicios habituales de gestiones, tanatorios, flores, coches de duelo, prelápida, lápida y enterramiento durante diez años, etc. Lo habitual en estos casos, pagando la cantidad necesaria para que todo fuera de primera y con toda clase de detalles. Sólo faltaba que le dieran una carta de recomendación para el Altísimo a cuenta de la citada compañía. Luego, a la hora de la verdad, deciden incinerar y recoger sus cenizas para trasladarlas, por cuenta propia, al lugar designado y pedido por el difunto. Nada de prelápida, lápida y sepultura durante diez años, ni tampoco “columbario” donde depositar y guardar las cenizas.
En estos casos, las compañías hacen la liquidación y devuelven a la viuda el sobrante de los gastos contratados y no pagados por la entidad, al no tener que efectuar los servicios que su difunto cliente tenía contratados y había ido abonando a lo largo de 33 años. Es una normal general en todo este tipo de empresas y también es habitual que envíen una factura acreditativa y explicativa de los gastos pagados y el dinero no invertido. Así me lo han confirmado en El Ocaso, donde yo tengo contratado este servicio familiar y me han indicado que al ser incineración y no utilizarse “columbario”, hay una diferencia a favor de la los herederos que deben acreditarle y abonarle.
Bueno pues como Santa Lucía, era ciega, la empresa que utiliza su nombre, se ha contagiado de esta ceguera y ha hecho oídos sordos y se ha sumado a su invidencia. Manda una nota nada explícita citando a una serie de nombres y empresas desconocidas para el cliente, para justificar unos gastos incomprensibles para los familiares, ya que no se especifican a qué clase de servicios se refieren en cada apartado, y haciéndole saber que hasta se han excedido en el pago de los gastos. ¡Vamos hombre, a otro perro con ese hueso!. ¿Por qué y en qué?. A los familiares del difunto no le han consultado, ni le han pedido su parecer para ese posible exceso. Ni lo hubo, sobre lo contratado, todo lo contrario, existió defecto al no realizarse determinadas, importantes y costosas partidas que figuraban aseguradas y pagadas.
Hemos reclamado, lo he hecho yo en nombre de la familia, hasta en el servicio de atención al cliente, por teléfono y por escrito, y me informaron que estudiarían el caso convenientemente. Aún estoy esperando que me contesten al respecto. A principios de julio, hicieron una llamada a mi sobrino, hijo del difunto, para que fueran a cobrar trescientos euros y cuando llaman para saber donde tenían que ir a cobrar, dicen que no saben nada. Entre dimes y diretes, sin soltar una “guinda”, llevamos esperando tres meses y camino del cuarto sin que especifiquen y detallen las cuentas y devuelvan a la viuda lo que en justicia y por contrato le corresponde. Aviso para los clientes que aún estén a tiempo de poner las cosas en claro
El otro caso, nada que ver con muertos y sociedades funerarias, tiene como escenario a la TELEFONICA, aunque he de aclarar que nada me mueve a pensar que esta acreditada entidad esté detrás del asunto. Todo lo contrario, sus servicios son inmejorables y su atención al cliente rápido y eficaz. Llevo toda mi vida utilizándola y por muchos cantos de sirenas que oigo a diario de otras compañías que parecen regalarte todo, no cambio de empresa y hasta el ADSL lo tengo contratado con ella. La verdad siempre por delante.
Bueno, pues días pasados advierto una avería en mi aparato “Domo”, al no salir reflejado el número desde el que me llaman, ni apagarse la lucecita o piloto que avisa de los mensajes recibidos. Conecto con averías y me atiende una señorita de allende el Atlántico que, con toda amabilidad, intenta solucionar el asunto telefónicamente y al no poder conseguirlo, me advierte que enviarán un técnico y me cambiarán el aparato por otro nuevo. Dicho y hecho. Al día siguiente recibo la llamada del técnico avisándome que esa misma tarde iría a cambiarme el teléfono. A primeras horas, recién comido, aparece un joven con aspecto y habla sudamericana, que muy atento y afable, desconecta el antiguo y coloca el nuevo, después de comprobar la existencia de la avería. Me pide por favor un vaso de agua, que yo le cambio por uno de horchata, que el chaval agradece y al irse, le doy cinco euros para que se tome una cerveza. Todo perfecto, rápido y ejemplar.
Pasada una hora de esta visita, llaman a mi mujer por el móvil, cuyo número consta en nuestra solicitud de reparación, y es él mismo chaval que nos ha cambiado el aparato. La oigo protestar indignada y amenazar a la Telefónica por su abuso e injustificable manera de proceder con sus clientes. La oigo decir que el nuevo teléfono jamás saldrá de casa y que no consiente que se lo cambien por el averiado. Que en el albarán que ha dejado, (impreso de Telefónica), no figura pago alguno, ni amenaza de devolución del aparato caso de no abonarlo y que además esos detalles debe indicarlo la propia Compañía al cliente antes de realizar la reparación. No hay formas de que el individuo entre en razón. Causalidades de la vida, en ese mismo instante, mientras mi mujer se encrespa con el técnico, llaman de la Telefónica, y una señorita,
también sudamericana, me pregunta si estoy satisfecho con el servicio técnico prestado y si todo ha quedado felizmente arreglado. Aprovecho la ocasión para indicarle lo que le está ocurriendo a mi mujer a través de su móvil con el técnico que ellos han enviado. Me indica que no le haga caso, ya que no hemos de abonar nada por el teléfono y anotan el número desde el que está llamando ese individuo, -que queda reflejado en el móvil- y que al ser informado del aviso que estamos dándole a la Telefónica, nos dice que todo está resuelto y cuelga sin más. Cuando se llama a ese número para ver quien anda detrás de este asunto, salta un contestador. La señorita de Telefónica toma nota del incidente y nos dan las gracias por haberle informado de esta anomalía ajena a la empresa, agradeciéndonos que se lo hayamos puesto al descubierto para evitar su repetición. Nos indican que una vez aclarado el asunto, nos avisarán con el resultado.
Me figuro que no será la única vez que el citado individuo ha intentado sacarse unos euros extras y malamente conseguidos a costa de la ingenuidad de esos clientes que no saben distinguir a un honesto trabajador de un desaprensivo. ¿Cuántos clientes de Telefónica habrán caído en su trampa y le habrán “sobornado” con equis euros, ante el temor de que pueda regresar a llevarse el aparato recién instalado?. Y todo a espaldas de Telefónica, aunque no debería sentirse totalmente exonerada, ya que son empleados suyos los que realizan estos timos. Debe tener más cuidado al contratar a su personal y técnicos para evitar abusos y desprestigios que a la larga le puede hacer mucho daño y perder clientela. .
Dos ejemplos diferentes, aunque con un mismo fin, perjudicar al ingenuo que obra de buena fe y mantiene su fe en la bondad y honestidad del prójimo. Un bagaje nada recomendable en este tiempo de lobos hambrientos y zozobras.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4763
miércoles, julio 30, 2008
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