jueves, julio 24, 2008

Serrano Oceja, Benedicto XVI, el Papa de la vida

jueves 24 de julio de 2008
DESPUÉS DE SIDNEY
Benedicto XVI, el Papa de la vida
Por José Francisco Serrano Oceja
La ventaja de quien tiene fe es que ya conoce el final de la novela escrita en el libro de la vida; no su final, sino el final. Sabe del epílogo, y por eso vive con intensidad absoluta el principio y el presente. Todo en la vida cristiana es un "ahora comienzo" en el presente. El Papa Benedicto XVI es un especialista en enseñarnos a vivir la vida; conoce, como pocos, la chispa de la vida y el secreto de la vida porque ha entregado su vida al conocimiento de la verdad.


Joseph Ratzinger ha transmitido la experiencia de ese secreto, que el hombre busca desde que es hombre y que es la clave del éxito y de la felicidad, a voces y a quienes son depositarios de la esperanza en la Iglesia en una Jornada Mundial de la Juventud que "nos ha enseñado que la Iglesia puede alegrarse con los jóvenes de hoy y al mismo tiempo estar llena de esperanza por el mundo del mañana".

Esta jornada mundial pasará a la historia como la jornada de la vida. Ha hecho que los jóvenes católicos sientan el orgullo de la fe, de la pertenencia, de la permanencia. El Papa, en sus discursos, ha desarrollado una teología de la vida; una teoría sobre la vida humana y la vida cristiana como principios de esperanza. A lo largo de los últimos siglos han sido muchos los pensadores que se han desgañitado paraofrecer las propuestas y los proyectos que hagan de la vida más digna, la vida de la persona más plena.

Equivocadamente hay quienes han considerado que el principio de la vida es el placer (aunque se consideren muy postmodernos y fragmentados, son muy antiguos); otros, la voluntad de poder; algunos, la posesión de bienes materiales; los más, un espiritualismo como forma de conocimiento privilegiado y para unos pocos. El Papa, con esa sencillez y claridad que le caracterizan, con esa línea directa de la palabra a la mente y al corazón, ha hecho que de lo más profundo de su ser broten sentimientos e ideas que siembran nobleza. La máxima que R. L. G. Irving proponía a su discípulo Mallory, el héroe del Everest, nos sirve hoy como síntesis de lo que ha ocurrido en Sidney: Solvitur in excelsis, "la solución está en lo supremo". La vida no tiene otra solución que mirar a lo supremo, a lo alto, para poder saber dónde tenemos los pies en esta tierra; mirar al Espíritu de Dios, que es siempre unidad, amor y don, y a la vida, que es también unidad, amor y don.

Nada más llegar a Sidney, el Papa, que no engaña a los demás porque no se engaña a sí mismo, afirmó en la recepción del Palacio del Gobierno que "los jóvenes hoy se encuentran ante una variedad desconcertante de opciones de vida, de modo que a ellos a veces les resulta arduo saber cómo encauzar mejor sus ideales y su energía". El supermercado está lleno de productos que veden el elixir de la vida. ¿Cuál es el verdadero? ¿Dónde elegir para no equivocarnos? ¿Acaso ese secreto desvelado, revelado, impide el dolor y el sufrimiento? Contesta Benedicto XVI en su encuentro, primero en la Bahía de la metrópoli:

También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e Internet como una diversión. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.

Sidney es la capital mundial del cántico a la vida; es el espacio en el que ha se ha oído uno de los más bellos poemas sobre la vida en la historia contemporánea. Cuando hablamos de la vida nos estamos refiriendo al problema radical del hombre, a la raíz misma de nuestra existencia, de nuestro sentido y del sentido de lo nuestro. No lo olvidemos, "la vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría".

http://iglesia.libertaddigital.com/benedicto-xvi-el-papa-de-la-vida-1276235175.html

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