miércoles, julio 23, 2008

Nuria Van den Berghe, Elogio a la Madurescencia

Elogio de la Madurescencia

Nuria Van den Berghe

23 de julio de 2008

Tras mis vacaciones periodísticas forzosas, causadas a medias por una inoportuna neumonía en el pulmón izquierdo bajo, con más mal vagío que la fiebre morá y por otra debidas al hecho de que he tenido que compatibilizar Amoxicilina, Ibuprofeno, Flumil con la furiosa defensa en los platós de las televisiones de los derechos de siete pequeñinas agredidas por dos pederastas, repito, tras este periodo que no ha sido sabático sino muy jodido, vuelvo a hacer los deberes, con la pulcritud y aplicación que me son características.

Y es que las madurescentes somos más cumplidas que un luto y muy “cagaíta de la paloma”. Por eso mismo que piensan ustedes, porque somos adolescentes evolucionadas hacia una madurez intelectual y espiritual, de ahí lo de “madurescentes” que es infinitamente más idóneo que llamar “maduras” a las féminas a partir de los cuarenta, de los cincuenta o de los sesenta. Lo de “madurez” o “madura” suena a fruta pocha, a breva pasada, a tetamen fláccido, barriguilla caída y cutis plisado por las arrugas. Suena a ley de la gravedad física aplicada en honor de la decadencia absoluta. Y una poca mierda para quien piense así con sus neuronas putañeras y desfasadas. Añadiendo idénticos deseos de boñigas apestosas de bulldog francés restregadas por la boca a la fémina que, siendo una espléndida madurescente y teniendo los mínimos haberes, permita por pereza, desidia o simple estupidez, el que se la pueda denominar “madura” con el tono de quien pregona la caducidad de un producto de consumo.

¿Qué mascullan salpicando babas cargadas de estreptococos? ¿Es que pretenden que recaiga en la puta neumonía cuando estoy que me rajan el pescuezo y sale caldo de antibióticos, que no sangre? ¿Que si la madurescencia es tan sólo para el mujerío? No. En absoluto. Va también para los varones y para el personal en general, exceptuando terroristas y pederastas, a quienes prohíbo seguir mis consejos médicos, ya que les prefiero muertos y donando sus podridos cerebros a la Ciencia para que hagan prácticas los estudiantes de Medicina y se empapen de anormalidades y cabronería neuronal.

En efecto, a raíz de mi larguísima dolencia, similar en el tiempo al pago de los intereses de una hipoteca usurera otorgada, para mayor ruina y tristeza del ciudadano, por los bancos hijoputas, a raíz del “me encamo, no me encamo”, he tenido cierto tiempo libre para estudiar y empollar conocimientos, hasta llegar a una conclusión: “El que sabe leer pierde el miedo a envejecer”, y a otra: “El que estudia y crece no envejece”. Por cierto, venden un utensilio que te cuelga boca abajo y creces cinco centímetros porque desaparecen las contracturas de las vértebras. Yo no lo puedo practicar porque me mareo, al igual que no he podido desestresarme con mis clases de yoga, porque no podía hacer las asanas, me fuera a reventar el pulmón y darme un neumotórax espontáneo. Sí, en plan “éramos pocos y el maricón de la casa parió siameses”, que diría mi Maestro, Sánchez-Dragó. Pero sí he estudiado PNL de memorieta, paliado el estrés y la producción del maldito cortisol practicando la abstracción de escribir con letra primorosa mis deberes veraniegos de ruso, y triturado libros de medicina holística y natural, con aplicación, desgastando codos y con pilot y papel a la vera para tomar apuntes.

Envejecer es oxidarse. Lo que resulta ridículo en el siglo XXI, cuando el laboratorio Pharma Nord vende a precios abusivos cápsulas de Q 10 que dejan las células como los chorros del oro, bolillas de Selenio, un calcio más vitamina D que no jode el estómago y un CLA que desinfla más que los drenantes convencionales. Por supuesto que prohíbo utilizar los consejos que experimento en mi propio organismo, tanto a los de Antiblanqueo de la Udyco de Madrid, porque me parecen personas malas que tienen bien merecido oxidarse, como a los jueces pamplineros que juzgan los trajines urbanísticos como si se tratara de crímenes contra la Humanidad, mientras aparecen en prensa noticias de que pululan por España extranjeros delincuentes que acumulan hasta el centenar de antecedentes y siguen en libertad porculeando y aterrorizando a los españoles.

¡Dios, cuánto mamoneo! Ahora van a juzgar a Juan Antonio Roca, a mi compadre Pedro Román, hombre de bien donde los haya y al desventurado Julián Muñoz por el “caso Belmonsa”, otra mierda de cuatro licencias para construir casas, que la gente las compre y viva feliz en ellas. ¿Que si mató Juan Antonio Roca, aprovechando la coyuntura, a algún inquilino o envenenó los depósitos del agua para provocar una masacre? Más bien no. Más bien el “caso Belmonsa” sirve de “serpiente de verano” para que no caigamos en la cuenta de que cientos de rumanos de mal vivir, expulsados de Italia, han aterrizado, aprovechando el caos, en España. Y encima, los españoles somos cada vez más pobres y estamos más asustados, aunque nos prometan que “congelarán” los sueldazos de los altos cargos, cuando lo que tienen que hacer es largar a la puta calle a todos los altos cargos y ahorrarnos la sangría de dinero del politiquerío. Emplear a grandes cerebros de la economía y las finanzas para parir soluciones contra la miseria y pedirle a ZP que deje de decir majaderías con su “lucha contra el hambre”, a no ser que se refiera al hambre que están pasando cientos de familias en nuestra España.

Hablar en esta coyuntura kafkiana de “madurescencia” suena a frivolidad, a gilipollez, a pura banalidad, pero no lo es. Es buscar un “exit”, tramar cortinas de humo para olvidar por unos minutos el calvario que, por enjuagues e intereses, están pasando hombres que, como Pedro Román o el propio Roca, han sido víctimas de la moral nauseabunda de un Sistema a quien representó dignísimamente como portavoz el programa “Aquí hay tomate”. Por cierto, consuman tomate por los licopenos, el Inneov solar lleva licopeno y betacaroteno, ¡tenemos que perdurar, vivir y permanecer en la madurescencia! Aunque sea tan sólo para hacer pagar a esta gentuza que nos hace tremendamente infelices sus fechorías. “Ahora” precisamente, no podemos ni debemos envejecer, porque nos queda mucho hombro que arrimar. De hecho, la milenaria Historia de nuestra España es la de una atractivísima madurescente a quien, lo mejor, le está por llegar.


http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2582

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Esta es la que decía que quería romperle un silla en la espalda a una pareja gay por besarse en una terraza?, jajaja