jueves 24 de julio de 2008
CINE
El terror del verano
Por Juan Orellana
Es muy llamativa la avalancha de títulos terroríficos que pueblan la cartelera de este verano. Acaso se deba al creciente atractivo para la gente de los terrores esotéricos en un mundo sin metafísica. Quizá a una estrategia comercial desacertada, o a la necesidad de estrenar en meses de saldos producciones estancadas que esperaban en los cajones.
El hecho es que ahí están, como presencia abrumadora, asomadas a nuestras pantallas veraniegas. El viernes 18 de julio, la división de cine de Telecinco estrenó Eskalofrío, una película española con elementos que recuerdan demasiado a la espantosa Bosque de sombras o a Los otros. El argumento se ambienta en un solitario pueblo de montaña del norte de España, a donde llegan Santi (Junio Valverde) y su madre para instalarse, pues él sufre una enfermedad que le impide tolerar la luz del sol. Se van a vivir al típico caserón viejo apartado del pueblo, y Santi tiene problemas para hacer amigos. Cuando le proponen ir al bosque a investigar un raro suceso, acepta formar parte de la aventura, durante la cual muere un compañero por lo que parece el ataque de un animal que le destroza el cuello. A partir ese día, Santi es el principal sospechoso. Es entonces cuando empieza a escuchar por la noche ruidos inquietantes en su casa.
En fin, esta producción –esmerada, eso sí– que cabalga entre el cine de intriga y el de terror, se mueve en unos parámetros antropológicos tan superficiales que todo se vuelve previsible y tópico, amén de poco creíble (¡cuatro guionistas para esto!). El director, Isidro Ortiz, ya mostró cierto oficio en la creación de atmósferas con Fausto 5.0, pero tras un eficaz comienzo el film sabe demasiado a poco y decepciona.
El 25 de julio llegará a nuestras pantallas Doomsday: El día del juicio, una película británica dirigida y escrita por Neil Marshall. Aunque no se puede etiquetar estrictamente como cine de terror, sus componentes de acción, thriller y ciencia-ficción la convierten en una cinta inquietante. Protagonizada por Rhona Mitra y Bob Hoskins, la película nos cuenta la brutal cuarentena a la que las autoridades someten a un país que ha sucumbido al miedo y al caos ante el ataque de un virus. Durante tres décadas, el terrible virus Reaper parece haber desaparecido detrás de las paredes que se levantaron para contenerlo, hasta que reaparece con virulencia en una gran ciudad. Un grupo de especialistas de elite, liderados por Eden Sinclair, es enviado con urgencia al país aún en cuarentena para obtener una vacuna a cualquier precio. Apartado del resto del mundo, el equipo deberá luchar a través de un paisaje convertido en la peor pesadilla. Aquí entramos en el género apocalíptico tan de moda en los últimos años y que tiene en su origen hechos políticos (el 11-S), medioambientales (desastres naturales, cambios climáticos y demás) y transformaciones sociales (inmigración, globalización). El resultado es una claustrofóbica mirada sobre la sociedad y la historia.
Ese mismo día se estrena una dolorosísima película documental, terror de verdad. Se trata de Líbranos del mal, de Amy Berg, en el que se aborda la triste historia del sacerdote pedófilo Oliver O'Grady y de algunas de sus víctimas en Estados Unidos. Cuando era un joven sacerdote en California abusó sexualmente de multitud de niños y niñas durante los años setenta y ochenta del siglo pasado. Uno de los entrevistados es precisamente el padre O'Grady, actualmente ubicado en Irlanda tras haber cumplido condena durante siete años en Estados Unidos. Sus palabras y su actitud dan la impresión de que ha perdido una conciencia realista sobre las cosas. El documental pasa sin profundizar sobre los desequilibrios del agresor y pone el énfasis en la presunta complicidad de los cardenales Mahony y Law (y del Vaticano, con el Papa a la cabeza).
Lo que es un terrible hecho indiscutible, que el propio Papa ha condenado con contundencia, además de haber reprendido a quien ha tenido que reprender, es la ocasión para que la cineasta se aproxime a la realidad de la Iglesia sólo como una institución "de poder", una organización esencialmente lucrativa y de hábitos mafiosos. Todo acaba en un alegato contra el celibato sacerdotal como causa de estos crímenes y desgracias.
En el documental también se abordan los juicios llevados contra O'Grady. Encontramos diversos testimonios de abogados y sacerdotes que denuncian la supuesta actitud complaciente de la Iglesia. Algunos testimonios, como el de la familia Jyono, son verdaderamente dolorosos y escalofriantes. Conviene recordar las palabras de Benedicto XVI:
Me siento mortificado y haremos todo lo posible para que esto no se repita en el futuro. Excluiremos rigurosamente a los pederastas del sacramento del ministerio sacerdotal: es absolutamente incompatible, y quien es culpable de pederastia no puede ser sacerdote. Entonces, en un primer nivel podemos hacer justicia y ayudar sinceramente a las víctimas.
Para agosto nos espera Hellion: El ángel caído, una película americana que va de demonios y otras historias esotéricas. Pero también hemos visto la película colombiana Satanás, perfil de un asesino; la argentina El visitante de invierno, La española Los cronocrímenes... pero lo dejamos aquí, que ya hemos sufrido bastante.
http://iglesia.libertaddigital.com/el-terror-del-verano-1276235165.html
jueves, julio 24, 2008
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