martes 15 de julio de 2008
Vía libre al genocidio
José Meléndez
R ESULTA que en España no hay crisis económica, que la inflación sube como consecuencia de los desorbitados precios del petróleo y las materias primas, que el aumento de parados no es alarmante y que del encarecimiento de las hipotecas tiene la culpa el presidente del Banco Central Europeo. Por eso, en el 37 Congreso Nacional del PSOE, celebrado el pasado fin de semana, el tema económico pasó a un segundo plano y José Luis Rodríguez Zapatero, que es el secretario general del partido que le apoya y presidente del gobierno, se limitó a decir que está preocupado con la desaceleración de la economía, que vienen meses complicados, pero que los superaremos, aunque no dijo cómo. y con su optimismo antropológico invitó a todos a trabajar para que la prosperidad vuelva a confortarnos. Y acto seguido, los congresistas se centraron en los tres pilares en los que se apoyaba la ponencia marco que son la ampliación del aborto, la eutanasia y el laicismo de esta España nueva que Zapatero está construyendo. Eso, junto a permitir que los inmigrantes voten en las próximas elecciones municipales son, según los socialistas, los grandes temas que preocupan a los ciudadanos y no el si llegan o no a fin de mes porque eso es una circunstancia coyuntural.
Aparte de la, al parecer, incomprensible forma de elegir las prioridades en los problemas que nuestro país tiene planteados, el Congreso socialista ha constituido una multitudinaria y borreguil apología de su líder, otorgando carta de naturaleza a la forma de gobernar de Zapatero que, poco a poco, pacientemente, subliminalmente, arropada con frases ampulosas y populacheras y constantes gestos a la galería, ha ido cimentando en el tiempo que lleva en la Moncloa. Ha sido la corroboración oficial de un régimen presidencialista, personal e intransferible, cimentado en la base en que se han apoyado los líderes carismáticos que en el mundo han sido.
El siglo XX vivió la apoteosis –y el derrumbamiento- de esos líderes que usaron la influencia que se desprendía de su aureola para gobernar con mano de hierro mientras hablaban de paz, de engrandecimiento de su patria, de diálogo y de unos valores que distorsionaban a la medida de sus intereses. Por eso, la tendencia produjo dictadores que llevaron a cabo en el siglo pasado los mayores genocidios de la era moderna.
Cuando la democracia aventó a las dictaduras, todavía ha habido, y hay, líderes carismáticos que no usan la fuerza sino los resortes que la propia democracia les otorga para imponer sus ideas y criterios. En ese sentido pueden encasillarse las conclusiones de este Congreso socialista, que ha parecido mas una manifestación de loor a Zapatero.
La ampliación de la vigente ley del aborto, ya de por sí permisiva y rechazable para millones de conciencias, es una vieja aspiración de Zapatero desde que comandaba la oposición y figuró en el programa electoral de su partido para las elecciones del 2.004. Pero la situación minoritaria de su gobierno aconsejaba no llevarla a la práctica y cuando comenzó la campaña electoral de las últimas elecciones surgieron circunstancias que. obligaron a los socialistas a silenciar el tema. Había estallado el escándalo de las espeluznantes salvajadas que se cometían en las clínicas abortivas y la siniestra figura del médico Morín estaba en las primeras planas de los periódicos y los planos de la televisión. Eso y una encuesta del CIS que descubría que en las elecciones del 2.004 habían votado al PSOE más de ocho millones de católicos, aconsejaba acallar el tema en esos momentos y por eso no figuró en el manifiesto electoral. Pero ahora ha resurgido, pujante y agresivo, cuando los asesores de Zapatero han comprobado que la oposición del PP no puede hacer mella –por ahora- en la línea de actuación del gobierno ni sacar beneficio de sus muchos errores.
Zapatero ha sido lacónico en sus comentarios sobre las propuestas acordadas en el Congreso de su partido, pero sí afirmó rotundamente que tratará de que se lleven a cabo cuanto antes, en esta legislatura. Por tanto, tendremos pronto la famosa ley de plazos que es prácticamente un sinónimo del aborto libre. Aunque todavía no existen estadísticas oficiales, el año pasado se llevaron a cabo mas de cien mil abortos en España, superando las cifras de los años anteriores. Eso, de por sí, es ya un genocidio en toda su dramática dimensión. Como puede llegar a serlo la anunciada revisión del tema de la eutanasia, que ahora, para quitarle el hierro que pesa sobre la moral de las personas, se llama, en boca del presidente “regulación legal del testamento vital y de los cuidados paliativos a los enfermos terminales”. Pepiño Blanco ha rizado el rizo semántico y la ha llamado “sedación paulatina”. Otra vía libre a que unos herederos sin escrúpulos, que hay muchos, hartos de esperar, se carguen legalmente al vejete o vejeta poseedor o poseedora de la fortuna que codician.
En cuanto a la retirada de los crucifijos de los lugres públicos, en la propuesta sobre regulación de los símbolos religiosos (no se mencionan mas que los católicos) es otra prueba de la radicalización que ha experimentado el PSOE en su Congreso, no se sabe bien si debida al deseo de sus bases o a la política inflexible de su líder. La meta parece ser el ridículo que hizo Manuel Azaña (uno de los ídolos de Zapatero) cuando afirmó gozosamente que España había dejado de ser católica. Es un intento tan falaz como vano, porque los crucifijos no dejarán de estar instalados en las casas y en los colegios privados, el cerro de los Ángeles seguirá en su sitio y la Cruz del Valle de los Caídos también, a pesar de la feroz campaña que existe para desmontarla.. Habrá que esperar a ver si esa radicalización existe también en el electorado o si se le ha ofrecido a los electores un tema de discusión que, junto a los triunfos españoles en el deporte, aparte de las mentes el peligroso fantasma de la crisis económica.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4725
martes, julio 15, 2008
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