viernes 11 de enero de 2008
Tanto monta, monta tanto
Juan Urrutia
E N el caso particular que nos ocupa, que no es otro que la agria polémica entre el Gobierno y el clero, debemos tener en cuenta las raíces del conflicto si queremos realmente llegar hasta el fondo de cuestión tan peliaguda.
Lo que se aprecia a simple vista es que entre ambas partes existe una divergencia de opiniones respecto a varios temas socio-políticos. Pero nos quedaríamos en la superficie del problema. Podríamos decir que son los síntomas de algo mucho más serio que esas meras diferencias de opinión aunque estas sean casi irreconciliables. Tampoco sería correcto, aunque sí cierto, quedarnos sólo en la intolerancia del Gobierno ante el justo derecho que tiene la Iglesia Católica de expresar cuanto quiera. La pregunta entonces no sólo es de complicada respuesta sino que nos traslada a tiempos pasados si lo que pretendemos es responderla. Parece una perogrullada, pero en muchas ocasiones no deseamos encontrar la verdad sino nuestra verdad y esto es especialmente cierto tanto en el caso de los detractores como de los entusiastas de la citada Iglesia. Es sin duda un problema decantarse por un lado, por otro o por ninguno si en lugar de acudir a las ideas que tenemos preconcebidas tratamos de pensar con claridad en los diferentes motivos de cada bando.
Huyamos de tópicos de sobra conocidos como que la iglesia es mala, hipócrita y pesetera o que los laicos son intolerantes pseudointelectuales que se creen por encima de los creyentes. Miremos las razones de aquellos ciudadanos que se sienten sinceramente en una u otra parte sin que motivos ajenos a su pensamiento les hagan posicionarse en ningún sentido.
Para quien es religioso su fe es el camino correcto, es lo mejor que puede sucederle a una persona. Hablamos de la creencia en un alma inmortal cuyo futuro depende del comportamiento que cada individuo haya tenido en la vida terrena, por tanto, seguir las directrices cristianas es aquello que debe hacerse en todos los aspectos de la vida. Por contra, aquellos que no piensan que pueda existir un punto y coma sino que la muerte es un punto final, lógicamente, consideran los anteriores argumentos como erróneos. Sienten que el religioso está profundamente equivocado y que son otros valores los que han de regir la sociedad. Nos encontramos pues en un callejón sin salida. Tanto unos como otros se espantarán ante las razones del contrario, ni siquiera tomarán la molestia de considerarlas o simplemente escucharlas más allá de unas pocas frases. Por este motivo no nos encontramos realmente ante un enfrentamiento entre personas religiosas y laicas sino entre sordos muy tozudos. Visto que ambos tendrán siempre razón ante si mismos la confrontación no sólo es inevitable sino que será larguísima.
Particularmente creo que ni nuestro Gobierno es de izquierdas ni la Iglesia es Católica, ambos necesitan reformas importantes que deben llegar de aquellos a los que ninguno toma en cuenta: ustedes, yo me excluyo porque soy muy vago.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4380
jueves, enero 10, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario