jueves, enero 10, 2008

Felix Arbolí, Pepiño pide explicaciones al Papa

viernes 11 de enero de 2008
Pepiño pide explicaciones al Papa

Félix Arbolí

A CABAMOS de iniciar un nuevo año y algunos, no muchos por supuesto, habrán realizado examen de conciencia, con propósitos de enmienda, (algo que a muchos sonará a ruso o arameo), y una serie de promesas que luego el tiempo, las circunstancias, las tentaciones y las preocupaciones de cada día, borrarán de nuestra memoria o más aún de nuestra “agenda cerebral”. Es el mismo procedimiento desde los años escolares, que seguirá sin lugar a dudas los mismos derroteros. El ser humano es por naturaleza indolente, quebradizo, cómodo y poco responsable, en el cumplimiento de sus obligaciones y exigencias. Digo es, cuando realmente debería haber escrito “somos”, porque desgraciadamente no me considero una excepción.

El año ha empezado con negros nubarrones sobre el horizonte político y social de esta atribulada y dividida España. Los políticos hábiles en el arte de convencer y más diestros aún en el de engañar con promesas que saben no podrán cumplir, se han lanzado a una alevosa campaña de falsos regalos, irrealizables mejoras y estadísticas manipuladas procurando a toda costa conseguir el voto de ese ciudadano indeciso, honesto e incauto que aunque haga de Melchor en la noche de la ilusión filial, todavía cree en los Reyes Magos y a los que posteriormente, descubierta la falsedad, le hacen perder la fe y la confianza que aún tenían depositadas en sus dirigentes y mentores políticos para dejarlos convertidos en carnaza de depredadores sin escrúpulos.

Un antiguo amigo desde mis ya lejanos años infantiles en esa inolvidable isla de San Fernando, llamado Eduardo Ramos, “forista” sobresaliente en nuestras páginas, me suele enviar gran cantidad de correos y mensajes, algunos realmente impresionantes y otros menos interesantes en su texto, pero con un fondo musical que le hace merecedor de toda nuestra atención. Hay días que me llegan cinco o seis. Una vez que estuve tres días sin recibirlos, me preocupó y le mandé un correo para saber las causas de esa falta de noticias. Había estado hospitalizado. Afortunadamente ya está de nuevo funcionando a todo gas y recreándome con sus magníficos envíos que me acompañan en esas horas en las que no se apetece escribir o leer y las dedicamos a abrir nuestro correo y enterarnos de los vientos que soplan por esos mundos antaño de Dios y hoy cada día más cerca del diablo, que mueven nuestra política, sociedad y manera de vivir. Estamos en la época que yo llamo del cangrejo. Creo que para el lector inteligente no hace falta explicar por qué utilizo a este crustáceo para definir nuestra extravagante actualidad siempre en retroceso.

En uno de sus últimos correos, me ha enviado una entrevista que le hicieron a la Ministro Evangelista y escritora Anne Grahan, hija del célebre predicador y ministro de la palabra. Billy Grahan, en el “Early Show”, de Jane Clayson, uno de los programas más vistos de América. El texto de este mensaje me ha hecho reflexionar y hacer balance de una vida que a tantos años fecha, (como las antiguas letras de cambio), ha pasado sin que me sienta satisfecho y plenamente realizado. Se que esta maravillosa mujer no es parte de nuestra Iglesia, sino de esa rama desgajada desde los tiempos de Lutero, pero ello no le resta un ápice a la eficacia, espiritualidad y magnífico toque de atención y despertador de conciencias dormidas que suponen sus respuestas a las preguntas de la directora. Muchas Anne necesita nuestra Iglesia para recuperar la religiosidad de los creyentes y el respeto de los agnósticos.

La presentadora del programa le preguntó, no se si con buena o deliberada y perversa intención “¿Cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?”. Se refería a la tragedia del 11 de Septiembre neoyorquina. La citada Anne le contestó sin vacilar: “Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas. Siendo el caballero que Él es, creo que se ha retirado tranquilamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos de su bendición y protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos”. Magnífica, desoladora y sincera respuesta donde deja en evidencia nuestra desunión y alejamiento de Dios, al que luego queremos tener de frente y a nuestro lado cuando nos sentimos desgraciados y vapuleados por la vida. Ahora sí y ahora no, como si se tratara del juego de los enamorados infantiles, deshojando la célebre margarita.

Decimos que estamos abandonados de la mano y protección de Dios, cuando a lo largo de nuestras existencias lo ignoramos totalmente y por cualquier revés sufrido por nuestra exclusiva culpabilidad hasta le increpamos y ofendemos deliberadamente en un acto de soberbia intolerable. Ofendemos su nombre, figura y símbolos en escritos de firmas reconocidas, chistes gráficos de humoristas consagrados, parodias ofensivas que buscan la mofa y el ridículo de lo sagrado protagonizadas por actores que se creen seres superiores, muy por encima del nivel humano medio y declaraciones, normas y toleradas mofas inadecuadas y vergonzosas de políticos sin escrúpulos, ni categoría profesional, que siguen oscuras consignas de extraños conciliábulos. Sin omitir, por supuesto, a los medios de comunicación de millonarias tiradas empeñadas en la terca labor de borrar de la mente humana toda relación y vestigio de Dios. Hoy hablar de Él, alzar la voz para acreditar nuestra fe y hacer pública nuestra profesión de cristiano convencido, se ha convertido en algo denigrante, al que enseguida confunden con fachería, meapilas e individuo que debe ser perseguido y extinguido sin compasión. Lo consideran desfasado, fuera de órbita y al parecer, extremadamente peligroso para el éxito de tendencias y creencias a las que el Cristianismo de Jesús, le supone un fuerte impedimento para sus siniestros fines. No me refiero y lo aclaro intencionadamente a esa Iglesia dividida, desligada de sus orígenes, poderosa y elitista, que vemos actuar en nuestros templos y ceremonias, donde se encienden más velas al “becerro de oro” que al Crucifijo apenas visible entre tantas bambalinas y ornatos espectaculares, que nada tienen que ver con la humildad y sencillez en la que vivió su Fundador. Volviendo al tema, es más notorio y bien considerado social y políticamente declarar que se es gay, a que se es cristiano. Aunque ambas cosas puedan ir unidas.

Sembramos de dificultades, dudas y apostasías, el camino que con tantos esfuerzos, sacrificios y hasta su propia vida, nos legaron los primeros cristianos, para que pudiéramos ver a Dios en cada detalle u ocasión libremente, con la cabeza bien alta, sintiéndolo en el corazón, sin necesidad de tener que agachar la cabeza y cerrar nuestros oídos cobardemente cada vez que blasfeman en nuestra presencia o tener que airear por cobardía lo que no sentimos, ni pensamos, para no hacer el ridículo ante los demás.

Hemos convertido al Cristianismo en la religión de los cobardes. Y cuando nos lanzamos a la calle a expresar nuestras convicciones religiosas y defender posturas y maneras de vivir de acuerdo con nuestras ideas y sentimientos, aúllan los lobos, se ríen las hienas y se espantan los farsantes que inexplicablemente figuran en nuestras filas. He de reconocer en honor a la verdad, que no hubo total y necesaria claridad en esa muchedumbre que honraba a Cristo y hacía pública ostentación de sus normas y enseñanzas. Hubo excepciones que no ayudaron adecuadamente a convocantes y convocados, al tergiversar opiniones y consignas y sembrar discordias donde todo debería haber sido una maravillosa demostración de amor y de fe. Omitiendo o alardeando de cuestiones que no encajaban en la cuestión. De ahí que los buscadores de discordias y alentadores de enfrentamientos, salieran posteriormente con la malsana intención de confundir un acto religioso multitudinario, con intervención del propio Papa, en un acto político en temporada electoral, pretendiendo que todo acabara en agua de borrajas. Hasta el omnipresente y filosófico José Blanco, Pepiño, para sus amigos, “con su proverbial audacia pidió explicaciones al Papa”. No sé que clase de explicaciones tiene que dar Su Santidad al impertinente gallego. Ni que fuera un Jefe de Estado que se siente ultrajado. Felipe González, por su parte, manifestaba entre otras cosas que “ya estamos hartos de que los obispos nos salven”. Tampoco me explico a que tipo de salvación se refiere el ayer político y hoy conferenciante y negociante. Debe quedar tranquilo ya que la salvación no nos viene de los obispos, sino de nuestra propia fe y nuestras propias obras.

En tiempos de Cristo, éste dijo: “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, desbaratando con su hábil respuesta una trampa que le tendían sus enemigos. Hoy, al parecer, la frase ha de cambiarse para que tenga vigencia y solidez, según los interesados y orquestados criterios de politicastros de tres al cuarto y “plumillas” que han de agradecer los favores que le han hecho llegar a la cumbre, sin la materia gris suficiente. Según el deseo de estos agoreros debería decirse : “ España ha dejado de ser católica y la figura de Jesús debe perder toda referencia en nuestras vidas. El que no esté de acuerdo con “nuestra” verdad que se baje de la burra y haga el camino a pie”. Todo ello acompañado de la protección a todas las creencias foráneas, sectas y doctrinas, a las que se deberán respetar y ayudar para lograr su implantación en nuestra patria. Es la manera más eficaz de intentar borrar de nuestra mente y nuestros corazones la figura de Cristo y todo lo que nos legó en su maravillosa doctrina.

En este aspecto, como en otros muchos, no nos sentimos europeos, ni africanos, somos diferentes, ya que en ambos continentes, la religión mayoritariamente seguida por sus ciudadanos, aunque no tenga consideración oficial, está suficientemente protegida y respetada. Más aún si nos referimos al Islam, la religión más generalizada entre los vecinos de más allá del Estrecho, que goza de especiales privilegios, incluso el de la exclusividad, por parte de sus gobiernos respectivos. Su celo y su intransigencia llega a tal punto que cuando emigran a nuestro país, intentan imponernos sus creencias y eliminar la nuestra y sus símbolos de colegios y locales públicos, con el beneplácito de un gobierno condescendiente en grado altamente sospechoso cuando las medidas repercuten en machacar nuestro credo y poner en solfa nuestros dogmas. Cuestiones que no merecen la menor atención, porque hacer contrario supone que lluevan las protestas de agnósticos, ateos, moros y paganos que llenan nuestras casas al parecer y son los que generan los votos en las urnas. A ellos todo honor y toda gloria, la misma que le hemos de negar a nuestro Redentor.

Ante este panorama no es de extrañar que cada media hora se produzca un divorcio en España, ya que la familia ha dejado de ser el núcleo principal de nuestra cultura y civilización, para convertirse en un toma y daca, donde solo se pretende saciar las apetencias sexuales del momento en camuflada honorabilidad o comprar los favores de esa joven ricura “desinteresada” que ofrece sus encantos al mejor postor, aunque solo sea para hacerle sufrir su impotencia y la tortura de los celos. Sin meternos en honduras respecto a las nuevas y extrañas uniones, a las que no incluyo en este apartado. Hoy no es nada raro ver una pareja que se casa, al parecer enamorada, divorciarse no digo años, sino meses más tarde, por incompatibilidad de caracteres, aburrimiento o afán compulsivo de coleccionar maridos o esposas, como si se tratara de vestidos o zapatos. No hay amor, respeto, responsabilidad, ni conciencia de los actos que protagonizamos y fallando estas cuestiones nada de lo que hagamos tiene solidez ni es previsiblemente duradero. Llevo 47 años casados y no me entra en la cabeza abandonar a la mujer con la que inicié una nueva vida y formé una familia de la que me siento tan orgulloso y satisfecho. Puedo asegurarles que no podría conciliar el sueño ni sentirme feliz con otra mujer, pensando en la que había dejado.

Sembramos lo que vamos a recoger. Me horroriza pensar qué recogerán mis hijos y nietos cuando esta pelota deje de votar y se estrelle contra el poste.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4374

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