jueves 17 de enero de 2008
El patriota, el cristiano y el optimista
José Meléndez
C UALQUIER escolar sabe, aunque sea estudiando por el método actual que se imparte en las escuelas, que la metamorfosis es la propiedad que tienen algunos insectos y anfibios para cambiar de apariencia hasta alcanzar el perfil que han de tener como adultos. Y también saben que, por extensión, se aplica a las personas que por un proceso reflexivo o por conveniencia –más por lo segundo que por lo primero- experimentan una transformación en su manera de ser y de pensar. Es un fenómeno que se suele dar en los políticos, sobre todo en vísperas electorales.
En el PSOE existen varios ejemplos de metamorfosis, que se encuadra mejor en el mimetismo de los camaleones, que mutan para confundirse con el entorno que les rodea que en la romántica transformación de los gusanos de sedad que se convierten de crisálida en mariposa. El mas elocuente de estos, porque se trata del jefe, es el de José Luis Rodríguez Zapatero. Las metamorfosis de Zapatero han sido varias. De varios años desapercibido e ignorado en su escaño de diputado, pasó a dirigir el partido cuando este buscaba con desesperada urgencia una mano que agarrase el timón para capear la tormenta interna de la derrota del felipismo. Y como jefe de la oposición se mostró prometedor, incluso brillante, exprimiendo los beneficios del talante y la sonrisa, conciliador, generando esperanzas y sabiendo oponer la simpatía a la severa eficacia de José María Aznar, a quien siempre le ha costado trabajo sonreir en el momento oportuno.
Pero llegó a la Moncloa, impulsado por otro cataclismo, esta vez de ámbito nacional, y sufrió una nueva metamorfosis –quizá impulsada por el vértigo del poder- y surgió el aventurero visionario que se empeñó en la peligrosa empresa de cambiar el modelo democrático de España, surgido de la Transición, diseñando un nuevo mapa territorial que tenía dos objetivos: llegar a un Estado confederal y ganarse el apoyo parlamentario de las minorías nacionalistas para sostener a su gobierno, en precaria situación por sí solo. Por eso tuvo que hacer equilibrios para satisfacer a los nacionalistas catalanes en su afán de considerar a Cataluña como nación y, como consecuencia a los andaluces y a los vascos y llegó a decir que el término Nación es discutido y discutible y nunca se decidió a meter a los nacionalistas en cintura haciéndoles cumplir el ordenamiento jurídico y constitucional como, por ejemplo, con la Ley de Banderas y los abusos de éstos en materia lingüística. Cuando se le vino abajo su otro gran proyecto, que era el “proceso de paz”, tuvo una nueva metamorfosis que lo ha convertido en el mas patriota de todos los que blasonan de serlo. Había pisado terreno resbaladizo con su anterior tibieza patriótica y decidió dar un giro copernicano para detener una posible fuga de votos. Los 636 asesores que mantiene en la Moncloa a costa del erario público, le aconsejaron, supongo que por mayoría simple, añadir a todo lo que se relacionase con los asuntos gubernamentales la coletilla de “gobierno de España” y el que criticó con sarcasmos la defensa que hacía Mariano Rajoy de los valores patrios, llamándolo “patriota de hojalata” se ha envuelto en la bandera nacional, esa que sus socios mancillan y queman sin que él diga ni haga nada, a pesar de que tiene la ley de su parte. En una de sus últimas conferencias de prensa, se presentó rodeado de seis banderas españolas, tres a cada lado. Si hacemos un cálculo entre el número de banderas y el reducido espacio en que se mostraban, tendremos que en esa conferencia de prensa había un porcentaje de banderas muy superior al que arrojaban las antiguas manifestaciones de la plaza de Oriente. Y con esa aureola se va a presentar a las próximas elecciones generales.
De Pepiño Blanco sabíamos bastantes cosas, entre ellas que se ha especializado en los insultos al Partido Popular y que exhibe los mas peregrinos argumentos cuando quiere criticar algo con lo que no está de acuerdo. Pero, al rebufo de la polvareda que ha levantado la airada reacción del PSOE a las declaraciones de los obispos, nos ha revelado que él es cristiano. Nos alegramos por el bien de su alma, pero nos queda la duda sobre qué clase de cristianismo profesa, porque el cristianismo abarca diversas confesiones. ¿Es católico, ortodoxo, evangélico, anglicano, baptista, mormón o Testigo de Jehová?. De este peculiar personaje, que lleva la organización de su partido con mano de hierro, que le tiene una reconocida prevención a los visones y al que por sus últimas reacciones, no le gustan las mitras, cabe esperar cualquier cosa. Claro que, genio y figura, después de revelar su cristianismo, amenazó con darse de baja si el Papa y sus obispos no cesan en decirle a Zapatero lo que tiene que hacer en materia familiar. Y como es muy probable que ni el Papa ni los obispos estén por la labor de complacer a Pepiño el cristianismo sufriría una pérdida mas de las mucha que se vienen registrando en los tiempos modernos, ¡Qué se le va a hacer!. He aquí un nuevo ejemplo de metamorfosis, ésta totalmente inesperada.
Y un tercer caso de mutación nos lo brinda el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes. La economía es una ciencia exacta que no ofrece lugar a los optimismos exagerados u oportunistas porque se apoya en la frialdad incontestable de los números. Y Pedro Solbes se nos presenta ahora como un cabal optimista. Ha sido siempre un notable economista y ha desempeñado cargos importantes, tanto en España como en la Unión Europea, donde fue un defensor a ultranza de los criterios de estabilidad por los que se rigen –o deben regirse- los países miembros, pero ahora parece que no le importa poner su prestigio en entredicho por seguir los acentos triunfalistas y prepotentes de su jefe en el enjuiciamiento del momento económico de España. El mejor que nadie sabe que este momento no es bueno y que existen abundantes indicios de que puede ser peor. Pero no ha vacilado en calificar la creciente inflación, la mayor en doce años, como coyuntural, en vaticinar que la crisis financiera que tanto preocupa a las potencias económicas del mundo occidental no afectará a España porque tenemos una solvencia suficiente para afrontarla y en desdecirse cuando dijo al principio que el “cheque bebé” de Zapatero y la política de subvenciones a la vivienda, iniciada en Andalucía por Manuel Chaves y seguida por la actual ministra del ramo, Carme Chacón, no eran factibles presupuestariamente, para ahora decir lo contrario. Las opiniones de los expertos y la realidad de la calle van en contra de esta euforia, extraña en un hombre que se conoce a fondo el tema que maneja, pero así es la política y las mutaciones de los que la ejercen.
Y ante una fecha tan importante como la que tenemos por delante en el calendario, a menos de mes y medio solamente, es obligado preguntarnos: ¿cuál será la próxima mutación de estos personajes si ganan las elecciones?.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4390
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