jueves, enero 17, 2008

Oscar Molina, Zapatero se reinventa a si mismo

jueves 17 de enero de 2008
Zapatero se reinventa a sí mismo

Óscar Molina

E N ocasiones uno piensa que la actualidad no existe. No es cuestión de ponerse a filosofar si lo que significa “presente” deja de existir en el mismo instante en que terminamos de decir la palabra, pero sí de darse cuenta de que existe una admirable capacidad de sustitución de los hechos noticiables por otros que también lo son, y generalmente sólo se diferencian de los primeros en ser más recientes en el tiempo.

El fichaje de Pizarro por parte de Rajoy ha sido actualidad lo que ha tardado en ser desplazado por el tema de Gallardón; aproximadamente lo mismo que nos duró la indignación por descubrir en una entrevista en “El Mundo” que Zapatero nos engañó, mintió al Parlamento de la Nación y obsequió los peores calificativos a todos aquellos que no le creyeron, cuando afirmó que no había vuelto a negociar con ETA después del atentado de la T4. La actualidad es así, las cosas duran lo que tardan en ser borradas por otras, y en cierto modo de eso vive, de reinventarse a sí misma. Exactamente lo mismo que trata de hacer el Presidente del Gobierno.

Zapatero ganó hace cuatro años las elecciones gracias al 11- M; soy de los que creen que sin esa masacre jamás hubiera triunfado. Pero no es menos cierto que habría sacado un resultado electoral bastante mejor que el de sus predecesores en la candidatura, y ello, independientemente de los errores del Gobierno de entonces, se debe exclusivamente a cierta empatía personal que provoca, y a la cercanía que es capaz de transmitir a ciertas capas del electorado. En realidad era su único bagaje, la actitud, la sonrisa y la encarnación de un líder que invitaba a los españoles a solucionar sus problemas dándoles la espalda mediante bálsamos que son falsos e inoperantes “per se” (diálogo, igualdad, talante, paz…). Tampoco cabía exigir más a un candidato que no había pasado el examen de permanecer en la Moncloa durante una legislatura. Se trataba, como siempre que una nación estrena Presidente, de una apuesta, esta vez avalada por una serie de posturas ante las cosas, más que por el convencimiento de la solvencia a la hora de enfrentarlas.

A día de hoy Zapatero no es sólo un candidato; es además Presidente del Gobierno, y por ello corresponde juzgarle por su perfil personal, su talante, sus grandilocuentes afirmaciones…pero sobre todo y fundamentalmente por aquello que ha hecho y por aquello que no ha hecho. En este sentido Zapatero está absolutamente huérfano de asideros; no ha hecho nada. El balance de su legislatura, referido a lo sustancial, a lo mollar, es que no hay balance.

En cuatro años no creo que nadie pueda decirnos cuáles son los logros tangibles, a cualquier nivel, que caractericen la etapa de Zapatero. No hay prácticamente nada a lo que agarrarse si no acudimos a la Ley de Dependencia (consensuada y sacada adelante con los votos del PP) infradotada presupuestariamente y por ello desgraciadamente destinada al mismo éter en el que habitan las palabras del Presidente; o a las medidas para evitar la mortalidad en la carretera, que jamás tendrán una eficacia apreciable si continúan siendo lo que sustancialmente son: un mecanismo recaudatorio.

Lo demás son fuegos de artificio. Leyes pensadas para la satisfacción de capas socialmente minoritarias como la aprobación del matrimonio homosexual, decisiones encaminadas a deshacer lo que hizo el Gobierno anterior como la derogación del Plan Hidrológico, brindis al sol sin valor práctico alguno como la Ley contra la Violencia de Género, estrepitosos ridículos internacionales como la Alianza de Civilizaciones a la que no se apunta ninguna nación relevante o que tenga algo que decir en esa supuesta alianza, o ejercicios de inacción tremendamente malignos como la gestión de la Economía. A la hora de hacer un arqueo que vaya más allá de prejuicios ideológicos, de acuerdos o desacuerdos con determinados planteamientos políticos, de modelos de sociedad compartidos o no…el resultado es que no hay nada.

Dejo aparte de manera intencionada la negociación con ETA, las mamarrachadas de sus socios de Gobierno o la cuadratura del círculo del Estatuto de Cataluña. Lo hago porque hay quien es capaz (hay gente para todo) de otorgar a estas cosas tan vitales un significado político en su sentido ideológico, y hoy deseo referirme únicamente a lo que esta nación se lleva en la buchaca después de cuatro años. Y no veo nada, salvo insolvencia.

Por eso, Zapatero trata y tratará de reinventarse a sí mismo; de ser como la actualidad pero retornando a un pasado, al de su perfil de candidato, que ya no existe. Nos dará un balance de la legislatura en el que España es un lugar “con más diálogo, libertad, paz y tolerancia” que cuatro años atrás. Volverá a apelar a su persona como chamán poseedor de fórmulas mágicas que aparecen con sólo invocarlas, de la misma forma que hizo hace cuatro años. Por eso nos habla en la entrevista con Pedro J. de “deseos nobles”, “loables actitudes”, “predisposición personal”…y toda una serie de alusiones a sí mismo que tratan de centrar el debate en él, más que en los hechos.

El problema es que por ahí se ha roto también. Nadie puede pretender situar ni a su persona ni a sus cualidades, ni a sus actitudes como prenda de compromiso alguno, después de reconocer tan abiertamente que ha mentido a los ciudadanos acerca de un tema tan transcendente, y ha faltado a la verdad en la tribuna del Parlamento hablando del mismo tema. Es absolutamente surrealista. No hablo del juicio moral que me produce la situación, por supuesto lo tengo, sólo describo el hecho para llegar a conclusiones. El hombre que llegó al Gobierno violando una jornada de reflexión para decirles a los españoles que se merecían un Gobierno que no les mintiera, afirma que mintió, trata de justificar su mentira y nos pide que le mantengamos en el puesto desde el cual mintió.

Sólo espero que en España la memoria no sea frágil. No hablo desde ningún apasionamiento, sino desde la decepción que me produce que alguien nos ha mentido tenga posibilidades de conseguir objetivos políticos.

Si Zapatero consigue reinventarse, es muy posible que termine reinventando España.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4395

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