jueves, enero 03, 2008

Ignacio San Miguel, Camino de perversion

jueves 3 de enero de 2008
Camino de perversión
Ignacio San Miguel
H ACE unas semanas tuve ocasión de asistir en San Sebastián a una mesa redonda organizada por la Asociación Católica de Propagandistas que versaba sobre la asignatura “Educación para la Ciudadanía”. Intervinieron diversos ponentes: El director de un colegio barcelonés, un catedrático navarro, un abogado vizcaíno. Fui al acto pensando que se presentaría el tema con cierta suavidad, con expresiones algún tanto edulcoradas. Me equivoqué. Los tres ponentes se expresaron con gran libertad, exponiendo una realidad inhóspita en sus aspectos sombríos, dramáticos. Todos ellos coincidieron en la existencia de un plan en marcha avanzada que tiene como objetivo la erradicación de las normas y valores cristianos en la sociedad, substituyéndolos por un laicismo anticristiano, el relativismo, el escepticismo y, sobre todo, el amoralismo más completo que, en la práctica, se va convirtiendo en inmoralismo puro y duro. Pareciera que quisiesen moldear a la sociedad a su imagen y semejanza. El empeño no es fácil, pero su voluntad se hace evidente día a día. La nueva asignatura es un instrumento básico para el adoctrinamiento de las nuevas generaciones en esa dirección. Un aspecto en el que incidieron los ponentes fue en que en las instrucciones para impartir la nueva asignatura no se contempla exclusivamente un aprendizaje memorístico de la misma, sino que se exige que el alumno demuestre con su actitud que ha asimilado como suyos sus contenidos. Es increíble que se haya llegado a este extremo de dirigismo que parece incluso superar los totalitarismo nazis y marxistas. Uno de los conferenciantes declaró que, dando clase de religión a jóvenes, se veía obligado a concederle la máxima puntuación a un alumno que sabía que era ateo, por atenerse al dato objetivo de que recitaba perfectamente la lección. Juzgaba que no tenía derecho a inmiscuirse en su conciencia. Por el contrario, los fautores de “Educación para la ciudadanía” carecen de todo respeto a la autonomía individual. Pero aquí estriba precisamente la peligrosidad de esta asignatura de adoctrinamiento: en introducirse en las conciencias de los alumnos, en tratar de intervenir en su afectividad, en promover sentimientos y, lo que es peor, en que éstos sean expresados. Uno de los motivos para la objeción de conciencia para asistir a esta asignatura (y se expusieron diez en la conferencia) es que impone la ideología de género, por la cual debe aceptarse, sin posibilidad de crítica y bajo la amenaza de ser señalado y acosado como “homófobo”, que existen, según la elección de cada uno, diferentes “orientaciones afectivo-sexuales”, todas ellas equiparables, y que la diferenciación y complementariedad sexual entre varón y mujer es una construcción cultural que debe superarse. Pero si el alumno tiene que demostrar con su actitud que ha asimilado debidamente la asignatura, como arriba se indica… las puertas se abren a desviaciones o aberraciones que se presentan muy claras y previsibles (a más de aborrecibles) a las mentes maduras que abandonaron ha tiempo la ingenuidad, dejándola a cargo de ese tipo de gente lela que, en su día, también pensó que era correcta y justa la admisión del cuarto supuesto para el aborto. Porque ya están surgiendo estridencias que corresponden a un mar de fondo que no augura nada bueno. Manuales de la asignatura citada que recomiendan como lectura obras obscenas. Otros que preconizan ciertas prácticas de los alumnos entre sí al objeto de descubrir cuál es su verdadera orientación sexual. Manifestaciones de docentes en este mismo sentido. La última, y más absurda, de una maestra que piensa que los niños deberían acostarse con adultos de ambos sexos (¿quizás miembros de su familia?) y descubrir así, por su mayor o menor satisfacción, cuál es su auténtica orientación sexual. Estridencias, desde luego. Pero estridencias sintomáticas, indiciarias. Todos sabemos que entre los docentes tiene cierta extensión la paidofilia. Poco avisados tendríamos que ser para no comprender que las nuevas disposiciones han de promover y facilitar actividades de carácter pederasta. En mi opinión, los padres, más que estar preocupados por la orientación sexual de sus hijos, deberían investigar la sexualidad de los docentes. Bien; en realidad, creo que no necesitan demasiadas advertencias. Se comentó en la conferencia la facilidad con que los colegios católicos concertados habían accedido a impartir esta nueva asignatura, aunque con la salvedad de adaptarla a la enseñanza cristiana. Se apuntó a la amenaza de perder la subvención como causa principal de tal docilidad. Parece que esa amenaza ha sido formulada por la Administración. Sin negar el gran peso que esta circunstancia ha ejercido sobre los colegios, Santiago Arellano, el catedrático navarro, añadía que tenemos que ser conscientes que estamos inmersos en un ambiente casi totalmente descristianizado, y que todos estamos contaminados hasta cierto punto. Cosas inadmisibles hace no muchos años, ahora las dejamos pasar sin mayores objeciones. Aludía a los colegios católicos como instituciones también contaminadas. Incapaces, por tanto, para adoptar posturas firmes e insobornables de rectitud moral. Siendo, por tanto, poco creíbles las adaptaciones prometidas de la asignatura a la enseñanza cristiana. Aparte de que la Administración habrá de ser vigilante al respecto. El corolario sería que, sumidos en una época sombría, caminamos por una senda de perversidad, incapaces de reacción. De igual forma en que hemos aceptado el genocidio del aborto legalizado, aceptaremos otras aberraciones. Sin embargo, no es seguro que haya de ser así. Están surgiendo numerosas asociaciones de gentes alarmadas por el giro que están tomando las cosas. Proliferan las manifestaciones contrarias, los artículos críticos. Ha habido manifestaciones multitudinarias gigantescas, por ejemplo la última de Madrid. No es una ilusión pensar que la sociedad comienza a reaccionar. No es suficiente, sin duda. Se necesita que la reacción de descontento y condena se extienda con la amplitud y fuerza del fuego en la pradera. Sólo entonces podremos pensar que nos apartamos del camino de perversidad por el que vamos discurriendo. Pero quizás esa nueva época acabe llegando.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4361

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