lunes 10 de diciembre de 2007
Zapatero, preso de ERC
Pablo Sebastián
Mientras disimula, vestido de luto en los funerales de las víctimas de ETA, y se agarra a Sarkozy, el presidente Zapatero deambula por la plaza política como si fuera ajeno a todo lo que ocurre y ha ocurrido en España a lo largo de sus cuatro años de mandato. Se rodea de Solbes, De la Vega, Rubalcaba y Bono como si no fueran más de lo mismo y tiene puestas sus esperanzas en el pacto de hierro que firmó con la Esquerra Republicana en el Tinell y que es la causa de todas las desventuras del disparate nacional, por cuanto ERC no sólo reniega de España y de la Constitución sino que, además, es la abanderada de la negociación con ETA —tras el encuentro de Carod-Rovira con Ternera en Perpiñán— y sigue apoyando, a pesar de los cuatro últimos crímenes, a ETA-Batasuna, y a ANV y al PCTV desde el corazón mismo del Gobierno de la Generalitat, donde el aún asombrado Montilla ve desfilar, ante sus narices, a sus compañeros en ese Gobierno proclamando fieros la autodeterminación y la independencia catalana.
Mientras perdure ese matrimonio contra natura democrática entre el PSOE-PSC y ERC, nada que diga o prometa Zapatero en la campaña electoral tendrá la menor credibilidad. Máxime si, como parece, serán los votos de ERC y otros nacionalistas que se subieron al carro de la autodeterminación, PNV y CiU, los que pueden darle a Zapatero un segundo mandato al frente del Gobierno de la nación —denostada por él—, lo que nunca rechazarán, bajo ningún concepto o ataque de honradez democrática, ni él ni el PSOE, porque ambos saben que no sólo está en juego el disfrute en la continuidad en el poder, sino la propia supervivencia de la unidad de este partido.
Porque si, por un milagroso de instinto de supervivencia, la ciudadanía provoca un importante vuelco electoral contra Zapatero, muy a pesar de la pasividad suicida del PP, y Rajoy se alzara no sólo con la victoria sino también con el Gobierno de la nación, la crisis del PSOE alcanzaría unas cotas de autodestrucción de consecuencias definitivas. Y obligaría a este partido a poner en práctica una revisión de su actual modelo de Estado, y de los pactos que mantiene con los nacionalistas independentistas, no sólo en el ámbito nacional sino en las comunidades donde gobierna con los que, al día de hoy, exigen una reforma confederal del Estado y su autodeterminación camino de la independencia. Lo que afectaría a los gobiernos de Cataluña, Galicia y Baleares, y en consecuencia a la propia estructura federal del PSOE, con graves riesgos de ruptura en dichas comunidades además del País Vasco y Navarra.
De manera que la clave de las elecciones está en el pacto con ERC, que es la serpiente amiga de la serpiente de ETA que coló la manzana podrida en el cesto de la convivencia nacional. Y que propició el empacho y la locura de Zapatero, convencido de que sería el presidente republicano, confederal y pacificador de ETA en tan sólo una legislatura, y al margen de la legalidad y de la Constitución. Y mientras el PP no ponga el acento en este partido y en las consecuencias que ha acarreado para el conjunto de los españoles y para el recorte de las libertades y de la vida democrática en Cataluña —véase lo que ha pasado con la educación y el derecho de uso del idioma español—, así como en la dependencia que Zapatero, de manera directa o vía Montilla, tiene de ERC, difícilmente se podrá desenmascarar toda la trama de locura que ha invadido este país de la mano de un presidente que ha despreciado a la nación española, convertido a Otegi en hombre de paz, y abierto, de par en par, la puerta de la centrifugación del Estado, hacia nadie sabe dónde y que sólo los ciudadanos podrían parar, a pesar de los pesares del Partido Popular.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=10/12/2007&name=manantial
lunes, diciembre 10, 2007
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