domingo, diciembre 09, 2007

Garcia Brera, Dolor y estupor

lunes 10 de diciembre de 2007
Dolor y estupor
Miguel Ángel García Brera
D OLORIDO intensamente por el asesinato de esos dos jóvenes españoles que servían a su Patria en un país extranjero, aunque amigo, me pregunto nuevamente dónde vivo, o algo así como ¿Es España un país normal, una democracia real? A veces la pregunta toma en mi ánimo un sentido casi opuesto y queda así enunciada: ¿La democracia es como esta nuestra en los países que tienen mayor experiencia de ese sistema? Por lo que del mundo conozco, y es bastante, me parece que, salvo algunas repúblicas bananeras, no hay un país serio que ofrezca tantos datos para el estupor como el de la España actual. Y, en cuanto a la primera pregunta, sinceramente creo que ni somos en este momento un país con normalidad democrática, ni con normalidad institucional por lo que se refiere a más de una, y no las menos importantes, de nuestras instituciones públicas. Y así, por entrar en un breve repaso a la actualidad, no puedo entender cómo el PSOE, entre otros partidos, convoca una manifestación, proclama a viento y marea que se está viviendo el éxito de la unidad frente al terrorismo, y su Secretario General y presidente del Gobierno no acude al acto convocado. Ni puedo entender tampoco que Rajoy, el líder del PP, no acuda a una manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y a las pocas fechas, manifieste que echa en falto a esa misma Asociación en la concentración que ya he mencionado, instada por los Partidos unidos a ese efecto. Nuestros políticos, ¿a qué están jugando? Me parece que el pueblo español vive momentos muy duros, no porque haya subido la vida de forma alarmante, ni porque el terrorismo exhiba su peor cara, ni porque funcionen de modo poco convincente algunas instituciones, sino, sobre todo, porque no puede entender nada de cuanto hacen y deshacen los políticos, que no es ya que sean buenos o malos, sino que parecen sencillamente lerdos, descarriados y sin otra sangre en las venas que la precisa para molestarse unos a otros o para hacer del engaño, la trapacería y la doble moral su forma más generalizada de vida. Desde luego, la época Zapatero pasará a la historia, sin duda alguna, como la más sombría de la democracia, y es que, él mismo ya nos advirtió de la importancia del talante, y ¿qué talante puede esperarse de alguien permanentemente resentido porque tuvo, hace años, un abuelo en cada España, y la del uno se cargó al otro? El pináculo del talante de ZP, se acaba de manifestar en dos reciente ocasiones dramáticas. Una, cuando al conocer que nuestros escolares ni siquiera entienden lo que leen, como consecuencia de una nefasta política educativa, que arranca del primer Gobierno socialista, -cuando el tierno profesor invitaba a los jóvenes “¡al loro!”, González reconocía haber fumado algún canuto y su esposa distinguía entre jóvenes y jóvenas-, y se ha acentuado con el sectarismo de la actual legislatura, en cuyo desarme educativo han contribuido al monumental fracaso que nos asigna el Informe Pisa, no sólo el Ejecutivo con el Ministerio de Educación, sino el legislativo y en suma una política de entreguismo a los nacionalistas cuyo daño al reescribir y reinventar lengua, historia, geografía y cuantas materias hoy se enseñan, ha sido monumental. Pues bien, el presidente, con talante y sin talento en esta ocasión, ha dicho que los malos resultados de nuestros alumnos son debidos a sus padres. La segunda reciente manifestación del talante de ZP ha sido la salida presurosa del funeral en el que algunos españoles, exasperados por el dolor, le increpaban. Dice Suso del Toro, el hagiógrafo de ZP en un libro que acaba de salir – porque ya no hay ni pudor para esperar las hagiografías para cuando pase algún tiempo y el biografiado no tenga todo el poder, o al menos no se esté en vísperas electorales – que el presidente es muy sensible y ¿quién no lo va a ser cuando es insultado en una capilla ardiente? Pero, al margen de la sensibilidad, y precisamente si la tiene, un presidente del Gobierno no puede permitirse el lujo de salir escoltado de un acto fúnebre, antes de que termine, porque algunas personas –sin que su conducta merezca aprobación, pero sí comprensión se encaren a él. Puede que algunos padres sean culpables de que sus hijos hagan pellas o no estudien, pero difícilmente lo van a ser de que los escolares no entiendan lo que leen, porque los padres no son los encargados ni de enseñar a leer, ni de dotarles del bagaje necesario para comprender los libros de texto, en cuya tarea, pueden, como máximo, colaborar con los profesores. Bastante tienen con educarlos en el conocimiento y respeto a los valores fundamentales y en lo que antes se llamaba urbanidad, aunque precisamente el Gobierno Zapatero esto ha querido convertirlo en asignatura y arrancárselo a las familias, con la llamada Educación para la Convivencia. El caso es que esta España ya no es reconocible y hasta el mejor amigo del hombre, el perro se ha vuelto un lobo para el hombre. Uno ha atacado hasta matarlo a su dueño que, precisamente, lo había recogido de las calles en mal estado, lo había curado y alimentado; y en una de esas va el can y le mata a mordiscos. En las antípodas del desagradecido perro, están los tiempos del sándalo aludido en el verso de Tagore, elogiado por el poeta por perfumar la mano que le hiere. Aunque para mí, más incoherente que un perro desagradecido es un político que impone multas de velocidad, y no dimite cuando su coche es cogido, in fraganti, en infracción. Lo dicho, si esto es una democracia normal, ¿Cómo será la de Hugo Chávez?

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4315

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