lunes 10 de diciembre de 2007
Otra vez
Óscar Molina
O TRA vez, ETA ha vuelto a matar. Otra vez el asqueroso negocio montado alrededor de un mito que satisface los complejos de algunos disminuidos mentales, y otorga autoestima a muchos que creen encontrar su identidad en una fábula inverosímil, se ha cobrado su tributo de sangre, sin el cual no sobreviviría. Otra vez muchas palabras y frases hechas, santificadas por el pensamiento único, intocables por lo políticamente correcto so pena de ser tachado de fascista, servirán a algunos para compensar la vida que dos hombres jóvenes ya no vivirá, nlos sueños que no verán y los hijos y nietos que ya no tendrán. Otra vez la "autodeterminación", los "derechos históricos de Euskal-Herría", "el ámbito vasco de decisión", "el conflicto con el Estado Español", "la lucha armada" y toda la demás mugre que emana de sinvergüenzas con escaño, jaleada por los descendientes de quienes jamás tuvieron cojones para plantarlos cuando de verdad pintaban bastos, será argumento suficiente para que se entierre a dos españoles. Otra vez los pastores de no sé qué Iglesia, y sé muy bien qué lobos, se ratificarán en sus cutres conclusiones. Unas alimentadas por un odio que Cristo no enseñó; otras nacidas del mal olor que se produce cuando se relaja el esfínter de una Ilustrísima que no quiere, de ningún modo, cenar con el Señor esta noche. Otra vez, algunos beatones de misa diaria y antigua tendrán los santos huevos de estrechar la mano del de al lado, y dirán "la Paz sea contigo", mientras escuchan las calculadas homilías de un buitre que alimenta su ministerio de despojos y no tiene realmente más Patria que sus ambiciones en una "Iglesia Nacional". Esa misma rata bendecirá ante ellos el cuerpo de Jesús, con la misma soltura que comprende el asesinato de los que son sus hermanos en Cristo, pero entorpecen la anhelada mitra para la que cree hacer méritos. Otra vez, la mitad de un pueblo se sentirá indignada e impotente; en la otra mitad habrá quien mire para otro lado por aprobar el fin. También habrá quienes, en una escandalosa y obscena demostración de lo máximo a lo que su triste y amputada humanidad puede aspirar, brindarán en la "herriko-taberna" para celebrar que un compañero de Instituto ha llevado a cabo una valiente acción de lucha, eliminando por la espalda a dos peligrosos enemigos desarmados del pueblo vasco que ofrecían una agresiva oposición. Otra vez, algún visionario de la campa, de voz y asquerosas palabras grandilocuentes a los ojos de los empequeñecidos resentidos, volverá a recoger las nueces en forma de dos familias que entierran a un hijo; en forma de un inmenso dolor que él no siente, y que es indispensable para que tanto él como sus pestilentes compañeros de viaje puedan seguir viviendo de la fábula que nadie ha sido capaz de encontrar, pero que rellena los bolsillos que es un gusto. Otra vez, el sistema educativo orientado al odio a España y todo lo español, la tergiversación de la Historia más escandalosa de los tiempos recientes, son suficientes para que a una hiena cuyo reagrupamiento algún día se reclamará, no le tiemble el pulso al apretar el siniestro gatillo. Luego, el día que le echen mano, entre lloriqueos y "¡no me peguéis!", este valentón encontrará que su ojete y el del Obispo tienen algo en común. Otra vez, el pueblo español sentirá justa ira al ver como los cómplices de los asesinos se sientan en el Parlamento Vasco, en los Ayuntamientos, y exhiben, a ratos y sin pudor, la sonrisa de la serpiente que les da de comer. Ese mismo pueblo se lamentará de que el hacha que acompaña a la serpiente, no les rebane el gaznate algún día. Otra vez, una jauría de cobardes aplaudirá a sus hijos y sus nietos por matar, por la espalda y a distancia, a los hijos y nietos de aquéllos a quienes ellos, cagones de cuna, no tuvieron las agallas de matar cara a cara. Otra vez, y ya van dos, tendremos que aguantar el cartón piedra que adorna la cara de compungido del Presidente de nuestro Gobierno, cuya única pena en este asunto es el tiro que le han pegado a sus expectativas electorales. Otra vez, otra, entender que su lamento sólo tiene causa en el único entierro que de verdad le importa: el de las papeletas que se le van y seguramente no vuelvan. Otra vez, hay que soportar el asco de verle a él y a otros miembros de su Gobierno enfundarse a destiempo en la bandera de la Ley que pisotearon, apelar al Estado de Derecho al que apuñalaron, y pedir unidad a una nación a la que traicionaron. Otra vez, los mismos que se sentaron con ETA a pactar una tregua para Cataluña y apoyaron una negociación política cuyas facturas paga la sangre de su pueblo, vendrán a tratar de articular unas condenas y lamentos que en sus bocas adquieren toda la dimensión que la indignidad humana es capaz de alcanzar y todo el cinismo vomitivo que mana el detritus de sus almas tullidas. Otra vez los que entregan Rosas por la Paz a ratas hediondas y se autoerigen en vanguardia cultural, se retratarán con ese silencio tan suyo, el que sólo rompen al olor del presupuesto que alimenta sus cenas de trescientos euros vestidos con camisetas del “Che”. Y en ello seguirán, mientras los muertos de una guerra lejana sean mejor negocio que otros más próximos. Otra vez, y no será la última.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4308
domingo, diciembre 09, 2007
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