viernes, diciembre 14, 2007

Jose Melendez, El enemigo en casa

viernes 14 de diciembre de 2007
El enemigo, en casa
José Meléndez
F UE Pío Cabanillas –el padre, naturalmente-, que unía a sus dotes de político una fina socarronería gallega, quien lanzó el aviso de: “¡Al suelo, que vienen los nuestros”. En UCD no le escucharon y así le fueron las cosas al partido de Suárez. Y Manolo Camacho, un andaluz de pro, buen criador de toros de lidia y experto caminante en la jungla de los negocios, al que yo conocía bien porque, además de compartir aficiones y amistades, era mi suegro, exclamaba cuando veía dificultades en sus negocios: “Terminaremos comiéndonos los unos a los otros” para añadir con su gracejo gaditano: en un instinto de supervivencia: “Yo ya me he apuntado en los unos”. El canibalismo político viene de antiguo, desde que el género humano se dividió en dos grupos, los que nacen para mandar y los que nacen para ser mandados. A Mariano Rajoy le acosan “los nuestros” desde que perdió unas elecciones que parecía tener ganadas y se le fueron, barridas por el trágico estruendo de las bombas de los trenes de Atocha. En el juego político, a Rajoy y el partido que lidera no le hacen daño los insultos y descalificaciones del partido o partidos opuestos, por mucho que se esmeren Pepiño Blanco, Fernández de la Vega o López Garrido, los Pactos del Tinell, por muy antidemocráticos que sean ni las diatribas de los medios de comunicación afectos al gobierno, porque eso entra en el papel de los adversarios. Pero que las críticas le vengan de su propio bando es otro cantar que, en las circunstancias que vivimos a tres meses de unas cruciales elecciones generales, tiene el tono irresponsable y triste del canto del cisne. En una democracia nueva, donde el electorado de cualquier signo no tiene todavía una percepción clara de la enorme importancia de su voto, la influencia de los medios de comunicación es grande y en eso la izquierda le tiene ganada la batalla a la derecha desde hace mucho tiempo, porque, por definición, hay muchos mas comentaristas políticos de izquierdas que de derechas, incluso en los medios que tienen un marchamo de conservadores. Como ejemplo valga el de un columnista de un antiguo diario nacional -que, por cierto, cita constantemente a un tal Baura, del que no he podido encontrar ninguna referencia en enciclopedias o libros de citas como no sea José Carlos Baura, subdirector del Inserso, con tal fruición que a veces el señor Baura le da media columna hecha—al que no le gustan ni Rajoy, ni Zapatero, ni Llamazares, con lo que uno piensa ¿pero por quien quiere ser gobernado este hombre?. Y eso es precisamente lo que deben pensar los electores en las próximas elecciones generales. ¿Por quien quieren ser gobernados? ¿Por un gobierno al que le han bastado poco mas de tres años para dilapidar su crédito o por una opción nueva que trate de arreglar esta serie de errores, que no es necesario volver a repetir aquí, que venimos padeciendo?. En el ámbito político, los enemigos en casa podrían tener alguna justificación en las ambiciones personales y en el despecho de los que se sienten preteridos al no obtener los niveles para los que creen tener capacidad y méritos. Pero en la opinión pública y en quienes la forman o, por lo menos, la aconsejan, es un ejercicio de irresponsabilidad. Zapatero, sin embargo, se crea los enemigos él solo, con sus promesas incumplidas, sus cambios copernicanos y su tendencia a la traición y al engaño. “Todo es bueno para el convento”, decía un lego y llevaba una prostituta al hombro. Claro que la casa de Zapatero parece una pensión de inmigrantes y por eso no es extraño que los huéspedes se le solivianten. Esto ha ocurrido con el bochornoso rechazo del Senado a los presupuestos generales del Estado, que le ha creado a nuestro presidente el problema mas gordo de todos los que ha tenido que afrontar. Sus huéspedes, que en vez de pagar un alquiler reciben dinero a manos llenas, se le han rebelado y es la segunda vez que esto sucede en un Parlamento en el que ha vendo basando su precaria mayoría a fuerza de concesiones y dinero hasta lograr un rompecabezas de escasa fiabilidad. Los aliados se le han convertido en enemigos porque la voracidad nacionalismo es insaciable. El golpe ha sido duro y tiene una difícil solución Si no lo resuelve, pasará por el bochorno de afrontar las próximas elecciones con los presupuestos del presente año prorrogados, porque al disolverse el Parlamento en enero, no hay tiempo para una nueva tramitación, con lo que sus promesas electorales se le vienen abajo por falta de recursos. Y si consigue convencer a los tránsfugas, como ya hizo en la reprobación a la ministra Magdalena Álvarez, los presupuestos se aprobarían sin las enmiendas necesarias para conceder a esos tránsfugas el pago acordado en aquel debate y sin dinero suficiente para cumplir las promesas que viene realizando en esta precampaña electoral. El pagano de los escarceos y frivolidades del presidente es el ministro de Economía, Pedro Solbes, quien ya vio unos presupuestos tumbados cuando dirigía el mismo ministerio en 1.995 y al año siguiente Felipe González perdió las elecciones. Es la penitencia a su pecado de plegarse a las exigencias del jefe, porque Solbes es un buen economista y sabe de sobra que los presupuestos que ha confeccionado no son los que el estado actual de la nación necesita, abocado como está a una mas que probable crisis económica. Los nacionalistas de Convergencia i Unió y de Esquerra Republicana han acertado esta vez, aunque su intención no fuera la de rechazar unos presupuestos por inadecuados, sino porque no satisfacían sus exigencias. A los nacionalismos radicales les importan bien poco los asuntos de la nación. Por eso llevan casi cuatro años diciendo amén a cuanto se le ocurre al gobierno de Zapatero y por eso lo han apoyado por cuarta vez, dos días antes del palo de los presupuestos, en el rechazo a la propuesta del PP para que el Parlamento derogue la autorización al gobierno para negociar con ETA., lo que es elocuente sobre las futuras intenciones de Zapatero si gana las elecciones. Pero la pela es la pela, que decían antes los catalanes y siguen diciéndolo con el euro y por aquí puede romperse el “puzle” parlamentario, con todas las consecuencias que puede desencadenar para el futuro.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4321

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