lunes, diciembre 10, 2007

Ferrand, ¿Que hacemos con los monstruos'

lunes 10 de diciembre de 2007
¿Qué hacemos con los monstruos?
Manuel Martín Ferrand
El desdén es la limitación del desdeñoso (Pensamiento de calendario)
Siempre que se acercan unas elecciones, como ahora nos ocurre, todas las fuerzas no extremas del muestrario político presumen de estar en el centro. Es decir, en la moderación. El centro, quizás por la imprecisión que lo envuelve, le gusta mucho al personal. En España ser “de derechas” tiene mala prensa y es uno de los logros psicológicos alcanzados por la izquierda. Simultáneamente, ser “de izquierdas” no está bien visto por un amplio sector de la población, el más ilustrado y conocedor del último siglo de nuestra peripecia histórica.
Alberto Ruiz-Gallardón, que vive al acecho del poder, le ha dicho al ABC que “el PP tendrá un programa radicalmente de centro”. Parece algo contradictorio con la realidad que protagonizan y lideran figurones como Ángel Acebes o Eduardo Zaplana, números dos y tres en el organigrama del partido; pero, como también dice el alcalde de Madrid, “es en esa franja del centro donde se ganan y pierden las elecciones”. Suponiendo que ése sea el escenario de la victoria, ¿qué puede hacer el PP, de aquí al próximo 9 de marzo, para que sus figuras menos liberales —más radicales— no le espanten la clientela?
No es fácil andar escondiendo monstruos (1). El monstruo termina por hacerse notar por mucho que se le encierre bajo siete llaves. Acebes, que parece persona más modosita y obediente, menos ambiciosa o mejor conocedora de sus limitaciones, se conformará con encabezar la lista de aspirantes al Congreso de los Diputados que el PP presentará en Ávila. Vale.
Zaplana, por lo que parece, opone resistencia a encabezar la lista de Valencia, el que fue escenario de sus éxitos pasados. Es una resistencia que se corresponde con la del rechazo de un buen porcentaje de sus conmilitones en tan próspera Comunidad; pero, sobre todo, a un jugador de ese modelo deben abrírsele las carnes ante la idea de competir, cara a cara, con María Teresa Fernández de la Vega, posiblemente el nombre de más respeto entre todos los notables del actual poder socialista y ya señalada como candidata socialista por la circunscripción.
Lo más probable, a la vista de los datos de que hoy disponemos, es que Zaplana termine incrustado en la lista de Madrid, la de Mariano Rajoy. Siendo el número tres del partido y portavoz en la Cámara, parecería rarito que ocupara un puesto que no fuera el segundo de la lista y eso, lejos de esconder al monstruo, parecería tanto como presumir de él, de sus excesos, de su capacidad para armar gresca y, en lo que se refiere a construir un partido sosegado y apto para las tareas de Gobierno, toda una contradicción.
Rajoy suele enfrentarse a este tipo de problemas, más serios de lo que parece por cuanto tienen de símbolo y síntoma, con el desdén. Mal asunto. En circunstancias de esta naturaleza es más provechoso el entusiasmo; pero, para poder entregarse a él, hace falta un mínimo de fe en el propio proyecto. No diré que Rajoy no la tenga. Afirmo que no parece tenerla.
Si hablamos de Madrid, que es de lo que hay que hablar en razón de nuestro pintoresco y poco representativo sistema electoral, el centro —eso que gana las elecciones— es Ruiz-Gallardón. Incluirle en las listas detrás de Zaplana, si se deja, sería razón suficiente para que muchos electores del centro salgan corriendo. Quizás no tanto como para votar a José Luis Rodríguez Zapatero, un mal del que conviene prescindir, pero sí lo suficiente como para quedarse en casa y no acudir a las urnas. Lo malo de engordar monstruos es que crecen y no se sabe qué hacer con ellos.
(1) La primera acepción que el diccionario Clave le otorga a la palabra monstruo es la de “ser fantástico y extraño que generalmente asusta y espanta”. En ese sentido se utiliza el vocablo en estas líneas y no en la primera acepción que el DRAE le atribuye al vocablo: “Producción contra el orden regular de la naturaleza”. Acebes y Zaplana nos espantan en función de la relevancia de su cargo y representación; pero, desgraciadamente, se corresponden con un tipo frecuente en la fauna política española.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=10/12/2007&name=ferrand

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