miercoles 19 de diciembre de 2007
Reprobación y sueño de victoria
Pablo Sebastián
Al final en el Senado, con sólo los votos del Partido Popular y la abstención de los nacionalistas catalanes, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha sido reprobada por su actuación política, lo que constituye un bien merecido baldón en su trayectoria —sin precedente similar— y un sonoro suspenso para el Gobierno de Zapatero, que, ya sabemos, que no cesará a la ministra, ni ésta dimitirá, como sería la lógica consecuencia en una democracia.
El PSOE se lleva, pues, un sonado suspenso al final de su caótica legislatura, y está a la espera de la apretada votación que hoy se celebrará en el Congreso de los Diputados sobre los Presupuestos Generales del Estado, después de anunciar y rectificar, en sólo veinticuatro horas, la rectificación de la actual Ley del Aborto, por otra “de plazos” mucho más precisa. Rectificación con la que Zapatero quiere evitar un frente electoral, como el que se le va abrir con motivo del “canon digital”, o impuesto sobre productos digitales para compensar a los beneficiarios de la Ley de Propiedad Intelectual, lo que va a tener una respuesta negativa de muchos jóvenes y compradores de todos los soportes digitales. Algo que ha entendido rápidamente el PP, que anunció su oposición a dicho canon que, en realidad, es un nuevo impuesto encubierto.
Todo esto muestra el desconcierto del Gobierno, en la larga recta final de la presente legislatura, intentando meterse en más charcos de los que ya visitó pero, al mismo tiempo, intentando transmitir un mensaje de optimismo y de victoria diciendo que están convencidos de que tienen por delante otros cuatro años de pleno disfrute del poder, porque creen que han conseguido llegar al umbral de la campaña electoral sin un desgaste significativo frente a sus electores. Y porque el PP no supo transmitir la imagen de alternativa, liderazgo y proyecto que movilice no sólo a sus electores sino también a los desconfiados votantes del centro, que permanecen mudos en el refugio de la abstención hasta nueva orden, si es que les llega.
En el encuentro navideño del presidente Zapatero con los representantes de los medios de comunicación en el palacio de la Moncloa todo eran sonrisas y mensajes calculados y optimistas que afirman que el PSOE ya se acerca a los 170 diputados, según las encuestas que ellos presumen tener, mientras que al PP apenas les conceden los 150 diputados. Y esa diferencia notable, aunque no decisiva, es la que se percibe no sólo en el palacio presidencial, sino entre los informadores y los analistas. Y también, e incluso, entre los primeros empresarios del país, que no creen en un vuelco electoral a favor de Rajoy, sino más bien en una repetición de los resultados actuales o incluso en el progreso del PSOE.
La propia comparecencia del líder del PP, en la mañana de ayer, abundó en esa idea de estancamiento y dejadez de los populares, que han vuelto a vivir un nuevo episodio de la campaña de Aguirre contra la presencia del alcalde Gallardón en las listas del PP, sin que Rajoy, de una vez por todas, hiciera alarde de su autoridad y despejara la incógnita de las listas electorales y de su futuro equipo de Gobierno, que, al día de hoy y a la vista de quienes son sus pesos pesados en el Partido Popular presupone que Zaplana y Acebes serán sus vicepresidentes en el Ejecutivo si, por un extraño milagro, Rajoy ganara las elecciones. Y si no es así ¿a qué espera Rajoy para desmentirlo? O ¿cuándo piensa el presidente popular hacer un gesto de su autoridad en lugar de bromas que considera ingeniosas? Porque si no sabe mandar en su partido, ¿cómo van a entender los españoles que será capaz de gobernar España?
Naturalmente, todavía, y tras la festividad de los Reyes Magos, quedarán dos meses de brusca campaña electoral. Como falta por conocer cuáles van a ser los programas electorales definitivos de los grandes partidos, e incluso si ETA volverá a reaparecer en el escenario electoral con su campaña de sangre y violencia, que tendría dos lecturas: por un lado, la del gran fracaso del proceso de negociación abierto por Zapatero con la banda sin mínimas garantías de éxito; y, por el otro, que los atentados prueban que Zapatero no ha cedido ante los terroristas y está luchando contra ellos, en pos de la captura de los jefes de la banda, y que, si lo consigue, tendrá consecuencias electorales a su favor.
Como también están por celebrarse los anunciados dos debates entre Rajoy y Zapatero en televisión, el lugar donde el PP tiene puestas sus esperanzas, y también su última oportunidad de conseguir un vuelco electoral. Lo que a juicio de los expertos es bastante difícil porque suelen decir que durante la campaña electoral es casi imposible que los electores consigan movilizar votos, a favor de uno u otro partido, para alcanzar una subida de tres puntos que es, más o menos, la ventaja que el PSOE aún le lleva al PP. Siempre y cuando, eso sí, los niveles de la participación superen el 70 por ciento del electorado, lo que de momento está por ver, y lo que le preocupa al PSOE, porque los socialistas saben que la alta participación les beneficia, porque el votante de la derecha suele estar más comprometido con su partido, a pesar del tancredismo de Rajoy.
De ahí que la campaña del PP pretenderá dos cosas a la vez: por una parte, desacreditar el mandato de Zapatero y su dependencia de los nacionalistas; y, por la otra, no hacer demasiado ruido para no movilizar a los votantes del PSOE. Mientras que Zapatero —como lleva haciendo desde antes del verano— está lanzando un mensaje de moderación y de rectificación de sus serios errores en la legislatura que se acaba (en la que sus publicistas dicen que ha aprendido mucho, y que no se volverá a equivocar), transmitiendo la idea de que la confrontación en la vida pública, para los próximos cuatros años, crecerá y se producirá si gana en estas elecciones el PP, diciendo que no tiene equipo para gobernar.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=19/12/2007&name=manantial
miércoles, diciembre 19, 2007
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