viernes 14 de diciembre de 2007
Carta a unos padres que no tendrán Navidad
Félix Arbolí
S É que unas letras o palabras no sirven de mucho cuando el corazón se halla herido de muerte y la vida ha quedado ausente de alicientes. Comprendo que esas muestras generalizadas de dolor y solidaridad que se producen cada vez que esos repugnantes y cobardes asesinos, que nacieron para bestias y la Naturaleza les ha dotado equivocadamente de forma humana, cometen sus odiosos e incalificables atentados, tampoco sirven de lenitivo al vuestro. La pérdida de un hijo es una ausencia irreparable que nada ni nadie puede compensar o hacer olvidar, ni aún siquiera el amor a Dios y a la Patria, que son los dos sentimientos más nobles y limpios que podemos esgrimir para soportar tanta pena y tanto espanto. Es un hueco imposible de llenar que nos acompañará y mortificará mientras vivamos. Esta es la triste y única realidad que en estos momentos domina vuestras vidas. Lo demás son intentos fallidos que sólo conducen a avivar aún más vuestro dolor y a descubrir con mayor intensidad que de vuestro corazón y de vuestra vida, ha desaparecido para siempre, (¡terrible palabra en estos casos!), su parte más preciada. Cuesta trabajo creer que una madre, padre o hijo sean capaces de actuar con esa terrible frialdad y repugnante encono, sin el menor remordimiento o la mínima compasión, para cubrir de luto y llenar de lágrimas a unas familias en estos días tan señalados donde conmemoramos el nacimiento de Dios y en el ambiente se respira la paz y la solidaridad. ¿Pueden dormir tranquilos y vivir sin horribles pesadillas estas hienas humanas?. ¿Dónde estabas Señor que permitiste que el odio y la maldad personificados operaran libremente y segaran la vida de dos jóvenes desarmados que iniciaban ilusionados su vida al servicio de la Patria y de sus semejantes?. Y todo por el simple hecho de lucir un uniforme que honra al que lo lleva y enorgullece a los que amamos a España y la defensa de sus valores más elementales. Los que vemos en ese color verde oliva que los distingue de la mediocridad el símbolo de la esperanza en un mañana que gracias a ellos pueda ser mejor y más seguro, y la abnegación sin límites al servicio de la comunidad, aún a costa de su propia vida que ellos son conscientes que pueden perder en cualquier momento y lugar. Los que somos padres y dormimos tranquilos al saberlos cerca y con vida, no podemos conocer el enorme Calvario que estáis padeciendo. Pienso en vuestro drama y no puedo precisar si en un caso similar me daría por rezar, llorar, gritarle a Dios o pedirle que termine con mi pena y desesperación y me lleve cuanto antes donde se halla ese trozo irreemplazable de mi propia vida para sentirme de nuevo completo y satisfecho. ¡Qué horrible ha de ser para ustedes no sentir su calor y su aliento en esos abrazos que ya no se volverán a repetir!. Se que daríais cualquier cosa, vuestra propia vida sin el menor titubeo, por devolverles la que a ellos les han quitado. Cuando un padre pierde a un hijo, pierde su razón para vivir y sus ojos quedan ciegos cubiertos con tanta lagrima derramada. No quisiera verme en ese duro trance, porque sería capaz de hacer lo todo lo posible y hasta lo imposible por seguirle más allá de las estrellas, incluso a las puertas del Infierno si ello me permitiera tenerlo de nuevo a mi lado. Son partes imprescindibles de nuestra propia vida que ni el tiempo, ni la llegada de nuevos seres a la familia, ni el afán por ocupar nuestra mente y sentimientos en otros objetivos, pueden compensar y hacernos olvidar. A Dios le pido con toda la fuerza de mi fe y la confianza en su bondad, que me libre de esa tragedia. Que antes me vaya yo que perder a cualquiera de ellos. . Tengo un sobrino y ahijado que se honra con ese glorioso uniforme y abnegada profesión. Estuvo durante cinco años, nada más salir de la academia, prestando sus servicios en las provincias vascongadas y Navarra. (Para mi no hay más países en la Península Ibérica que España, Portugal y Andorra, los demás a lo máximo que pueden aspirar es a comunidades con mayor o menor autonomía, les guste o no le guste). Mi hermano y cuñada, lógicamente, estaban que no vivían durante ese tiempo pendientes del teléfono y las noticias. Yo me sentía solidario con ellos, naturalmente, y pedía a Dios que terminara cuanto antes ese periodo obligatorio que deben pasar en el infierno, nada más iniciar su carrera. Cuando esa valiente juventud vive más llena de ilusiones y sueños que de experiencia y estrategia. A una edad que se mira al futuro como algo lejano y alentador, pero nunca como una meta inalcanzable. Sé que no todos los vascos son de esa condición y ello les distingue y honra al tener que soportar tanta humillación, tanto desprecio y tanta amenaza por sentirse vascos, sin tener que renunciar a su españolidad. Medallas, gritos, banderas plegadas siguiendo un ritual, honores militares y duelos oficiales y multitudinarios. Todo un ejemplo de solidaridad y compenetración hacia unas familias que han dado a la Patria lo mejor de sus vidas. ¿Creen que con esta ceremonia hemos cumplido y pagado nuestra deuda con esos jóvenes que fueron al encuentro del enemigo sin llevar el armamento reglamentario, para poder defenderse y repeler esa cobarde agresión?. Es incomprensible que los envíen a realizar una peligrosa misión en terreno enemigo, sin más armas que su inquebrantable voluntad de obediencia al mando. Como si fueran pichones arrojados a un campo de tiro y perdonen esta comparación, pero no encuentro otra más acertada. ¿Hasta cuando esta sangría?. ¿Hasta cuando esta guerra absurda de banderas y colores?. ¿Hasta donde vamos a llegar con tan odio reconcentrado y tanto asesino suelto, gozando ante la ley de más derechos y consideraciones que sus propias víctimas?. España va bien…¡ serán cretinos!. ¡Vayan ustedes a hacer puñetas y a engañar con sus mentiras e hipocresías a las cañadas, pero no esas que ocupan moros y rumanos, sino las que sirven de pasto y hábitat a nuestros rebaños de ovejas!
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1497
viernes, diciembre 14, 2007
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