viernes 14 de diciembre de 2007
Cantidades de vértigo y sudores
Félix Arbolí
L O he oído en la radio mientras me afeitaba y no he podido evitar un pequeño corte algo más abajo de la nariz, que me ha obligado a usar un esparadrapo. Me veo un tanto raro con ese remedo de bigote, ocupando el lugar donde otros exhiben el suyo natural, aunque éste sea blanco haciendo juego con las canas que cubren mi cabellera. Con el cintrón que tomo a diario desde hace siete años, la sangre me fluye con enorme facilidad y corro el riesgo de que un pequeño corte me provoque una salida sanguínea difícil de detener. Fue una especie de sacudida ante lo insólito y escandaloso de esa vergonzosa noticia. Resulta que la banca española, ha obtenido en el ejercicio actual aún no terminado, ¡ l5.000.000.000 de euros de beneficios, así en cifra, para que tantos ceros les nuble la vista y les encienda el corazón!. ¡Quince mil millones de euros!., ahora en letras para facilitar la labor a los que no anden muy duchos en la Astronomía y las Matemáticas conjuntas. A mi oír estas cantidades astronómicas, me abruma y desconcierta a un tiempo, ya que intento hacer la traducción a pesetas, como hacemos la mayoría aún al revisar nuestras cuentas y gastos, y me pierdo en esa disparatada sucesión de ceros que solo al suponerlos, ya que es difícil precisarlos, nos mareamos antes de llegar a la mitad de esa cuenta interminable. Existe calculadora adecuada para mostrar esa cantidad Lo que más sorprende en esta escandalosa cifra de beneficios, es que han sido generados a costa de los enormes y obligados sacrificios de la familia española, que vive esclavizada de por vida a estas instituciones financieras, para poder vivir en un piso normal y comer caliente hasta final de mes. Milagros que ni la Virgen de Fátima, perdonen mi irreverencia, podría realizar teniendo a tantos tiburones campando libremente por el panorama económico del país. Están hipotecando al ciudadano hasta más allá de su vida laboral, ya que cuando terminen de abonar los abusivos intereses y comisiones de ese monstruo devorador de sueldos, llamado Banco, están en los límites de su existencia, si es que Dios le permite vivir lo normal y no lo reclama con antelación. No me extrañan esos cantos de sirenas financieros que nos atosigan en la prensa, la radio y la televisión. Usted recibe cinco, con las máximas garantías de su solvencia económica y cuando hace cuentas y lee hasta la última línea del contrato, incluida la temida letra pequeña, se da cuenta que debe a esa generosa y oportuna entidad casi el doble o incluso, a veces, hasta lo sobrepasa. No me extraña que este tipo de negocios proliferen como el azahar en la huerta valenciana, aunque en éste caso no tenga que esperar la llegada de estación climatológica alguna. Cualquier época del año es idónea para caer en esa espesa telaraña de donde tan difícil es liberarse, al menos sin darle muchos meses de esfuerzos y sacrificios al asunto. Con esos intereses de dimensiones siderales no me extraña que el pueblo se halle estresado y la juventud hasta el gorro de soportar lo insostenible. Este es el verdadero problema que nos afecta a todos y los demás, a su lado, son simples graznidos de gansos salvajes. El político que sea capaz de coger al toro por los cuernos y libere al pueblo de esta situación que cada día se hace más tensa y generalizada, ese contará con los votos y las bendiciones de toda la ciudadanía. Pero, no a base de repartir migajas a los que tengan un hijo, algún discapacitado a su cargo o cualquier otro problema de índole más o menos social, que está muy bien y es de obligada aplicación, pero siempre que vaya acompañada de una atención necesaria y generalizada a todos cuantos formamos parte de la gran familia española, que aunque no nos veamos en esas especiales condiciones, también necesitamos vivir sin tener al teléfono la desagradable voz femenina, normalmente argentina o chilena, recordándonos que el día tal vence el pago de tal operación o que al pasársenos la fecha debemos abonarlo con un fuerte recargo en el menor tiempo posible. Yo me pongo en la piel de los jóvenes de hoy y me da vértigo pensar en el berenjenal que se han de meter para poder casarse y pretender llevar una vida normal, como Dios manda. Que no es precisamente la que los pobres se encuentran nada más salir de ese edificio donde entre sonrisas, papeles y apretones de manos, se acaban de dejar la tranquilidad y el bienestar para el resto de sus días. Aunque resulta “chusco”, causa verdadero espanto. Pero no hay que preocuparse. Estamos en el mes de la ilusión, los deseos y las felicitaciones a diestro y a siniestro, aunque acabemos de dejar el último billete de cincuenta en una ventanilla. Las calles iluminadas desde el pasado mes de noviembre, porque no hay que ahorrar energías, ni eliminar contaminantes, si con ello ayudamos a las grandes superficies a hacer su diciembre, a costa de engañar al ciudadano y darle un aire festivo y navideño al ambiente, aunque en el fondo de nuestros corazones no aparezca Dios por ningún sitio. Nos están martilleando continuamente con que no encendamos más luces de las precisas y no gastemos más de lo necesario y nuestro municipio nos ofrece un magnífico ejemplo al encender toda la ciudad, con un potencial luminoso sorprendente un mes antes de las fiestas. No hay que preocuparse por los gastos, pagan los tributos e impuestos del exprimido ciudadano, al que aún le quedan unos cuartos para pagar a Gallardón su palacio de Cibeles y ayudar a los grandes centros comerciales para que con tantas luces y fanfarrias multipliquen los ingresos en sus cajas. Pero si a un vulgar ciudadano se le ocurre gastar más luz de la habitual en una casa familiar, que se prepare para el próximo recibo ya que se incrementarán los precios de sus kilowatios en razón al exceso consumido. Hoy he estado dando una vuelta por el barrio y he visto muchos espumillones, árboles navideños y escaparates adornados, pero poco público en el interior de los comercios, pocas bolsas entre los viandantes y escasa animación callejera. De la paga extra ni se sabe. Hay que dedicarle una esquela donde diga, murió en acto de servicio, antes de que pudiera disfrutar un escaso margen de vida. Lo que si abundan, y en esto tienen su participación los sudamericanos muy amantes de la pólvora y el ruido, son los cohetes y fuegos artificiales. Ignoro el por qué de esa algarabía, porque esta vez no se trata de que jugara el Madrid, a esa hora de la mañana o la noche, sino al gusto de soliviantarnos con cada petardazo y hacernos maldecir desde nuestro sillón al “angelito” que se le ha ocurrido esa “gracia”. Es como nombrar la soga en la casa del ahorcado, ya que no está el ambiente para petardos y explosiones. Todo fachada, mascarada y fanfarria para que el infeliz currante no se acuerde de su triste situación y el futuro que le espera, porque ya no se trata de la cuesta de enero de nuestros años juveniles y maduros, sino del maratón que se inicia el seis de enero, (cuando terminen de desembalarse los regalos que nos dejen Sus Majestades de Oriente, que con esto de las guerras en esa zona no lo tienen muy claro), y continúa siempre cuesta arriba a lo largo de todo el año, si los niños de San Ildefonso no hacen la gracia de sacar nuestro número del bombo. . Pero en fín, a Humphrey Bogart, siempre le quedaba Paris y a nosotros nos quedan unos días no de vino y rosas, como en la película, sino de turrón., cordero y cava y luego que sea lo que Zapatero quiera. ¡Qué le vamos a hacer!.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4320
viernes, diciembre 14, 2007
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