domingo, noviembre 04, 2007

Jose Javaloyes, La orquesta mora ameniza la normalida institucional

lunes 5 de noviembre de 2007
La orquesta mora ameniza la “normalidad institucional” José Javaloyes

En esta víspera de la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, de Tetuán en adelante se escuchan ya los primeros compases —suenan las chirimías, mientras corre la pólvora verbal— de la orquesta mora. Combínase el coro unánime de los medios con las voces huecas de un Parlamento que es la tramoya mayor del sultán de Rabat. Y todo sucede mientras esta Moncloa de las cesiones, favores y concesiones al amable vecino del sur insiste en reiterar que no pasa nada ya que todo ocurre dentro de la “normalidad institucional”. Expresión esta que muy especialmente no se le cae de la boca a la vicepresidenta primera del Gobierno, pues parece que se le ocurrió jueves.
En realidad, es una más de tantas vaciedades léxicas e insistencias logomáquicas en que se produce el discurso del régimen zapaterista. Pero todo se explica. Es una manera como cualquiera otra de disimular el silencio cada vez que se espera la necesaria y puntual toma de postura.
La cosa está sensiblemente clara. Quien revolucionó misteriosamente la relación española con Marruecos nada más sentarse en la presidencia del Consejo de Ministros, yéndose a Rabat a que le introdujeran en la cartografía soberanista del rey moro (que incluye Canarias además de Ceuta y Melilla), no ha dicho aún esta boca es mía sobre el sarpullido que le ha salido a éste con la presencia de la Corona en nuestras dos ciudades norteafricanas. Con Miramamolín los mapas van por una parte y las zalemas por otra.
Aquellas obsequiosidades dedicadas por Hassan II a Don Juan de Borbón —al que quiso involucrar en el proyecto del enlace fijo y subterráneo entre Marruecos y España— se quedaron cortas al lado de las de Mohamed VI con Don Juan Carlos, a quien alude llamándole “mi tío”. Es la pringosidad de la zalema, sólo equiparable a la propia del pestiño y demás exponentes de la dulcería mora. En política, al cabo, la zalamería es menos trasunto de la doblez puntual que clave definitoria de una cultura, entendida ésta como forma de vida.
La orquesta jerifiana de referencia se acompaña del correspondiente coro parlamentario a través de la Comisión de Asuntos Exteriores, Defensa Nacional y Asuntos Islámicos (todo combinado en el mismo cóctel integrista), presidida por Fuad Ali El Himma —policía mayor del reino alauí en el anterior Gobierno—, que convocaba la protesta popular ante la Embajada de España en Rabat para esta mañana de lunes. Este mismo coro, con la unanimidad que le es propia, expresaba dos cosas convergentes y coherentes en el mismo comunicado: rechazar “vigorosamente” la visita de los Reyes a Ceuta y a Melilla, y “revisar” las relaciones hispano-marroquíes.
Esto último, la revisión de las relaciones hispano–marroquíes, es algo que no se le pasará por la cabeza al presidente Rodríguez ante la injerencia marroquí en la “normalidad institucional” —ahora sí— de la vida política española. Pues a la normalidad pertenece la visita de los Reyes a las dos ciudades autónomas. Estos pronunciamientos y manifestaciones desde la ficción democrática marroquí es, posiblemente, lo menos relevante de cuanto ha ideado la corte jerifiana para insistir en algo que carece de sentido y, por lo mismo, de salida.
La única revisión de las relaciones hispano-marroquíes que le cabría hacer al presidente Rodríguez sería volver al punto de partida, dejando las relaciones donde estaban antes de que diera el volantazo a nuestra diplomacia. Pero eso es algo que sólo cabe calificar de imposible metafísico. El punto de retorno a la anterior diplomacia nacional con Marruecos equivaldría a seguir la política exterior de José María Aznar, igual que éste había seguido al respecto la misma de Felipe González.
La catastrófica gestión de la política exterior de este Gobierno es, con toda probabilidad, la causa de esta desmadrada pataleta marroquí ante la visita de los reyes a Ceuta y Melilla. La relación con Washington durante el episodio del Perejil pasó del calor al frío polar, y con el París de Sarkozy —que ha sacado del Chad a las cuatro azafatas españolas— la cosa no tiene ni frío ni calor. Por eso la orquesta mora ataca ahora, comenzando por Tetuán, los primeros compases ante los Reyes en Ceuta y Melilla.
jose@javaloyes.net

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=05/11/2007&name=javaloyes

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