jueves 15 de noviembre de 2007
La factura de los desplantes
IGNACIO CAMACHO
NUEVO éxito internacional de Zapatero: el general Félix Sanz, un militar competente, culto y cosmopolita, ha sido rechazado como jefe militar de la OTAN, descartado en primera votación después que el ministro Moratinos le augurase «muchas posibilidades». Muchas posibilidades de estrellarse, como cualquiera que vaya por esos mundos de la mano de este Gobierno. El Rey no siempre está para arreglar los desperfectos de una política exterior desvertebrada, en la que acaban pasando facturas las veleidades aventureristas y los improvisados cambios de eje.
Se empieza quedándose uno sentado al paso de una bandera y se acaba perdiendo la silla a manos de los que sujetaban el mástil. El desapego hacia los Estados Unidos puede ser una opción, pero tiene un coste. Si no se les quiere como amigos, no se les pueden pedir favores. Los arúspices gubernamentales no se cansan de asegurar que todo va bien, que las relaciones con los americanos son fluidas y la coordinación fácil en los planos intermedios, pero cuando se les necesita, desaparecen. O se van con otros menos hirsutos, que propinan mimos en vez de desplantes. Gente más pragmática, menos apegada al prejuicio ideológico.
España, según el Gobierno, goza de gran respeto y gestiona con diligencia sus intereses internacionales en el marco de la diplomacia discreta. Acaso sea así en la micropolítica, pero cada vez que hay oportunidad, alguien le da una bofetada o la desplaza al segundo plano. Nos llevamos muy bien con Marruecos, pero nos retiran el embajador. La crisis de Venezuela estaba superada, pero Chávez continúa insultando y, lo que es peor, amenazando. Somos el primer cooperante de Nicaragua, pero su cleptócrata mandatario llama ladrones a nuestros inversores. Ayudamos a Evo Morales, y le aprieta las tuercas a Repsol. Europa nos respeta, pero se niega muy respetuosamente a prorrogar los fondos de cohesión. Repatriamos con mucho tacto a los pilotos y azafatas del Chad, pero la gloria del rescate se la lleva la soberbia gestualidad de Sarkomán. Y la Alianza de Civilizaciones, esa milonga que era la gran apuesta diplomática del zapaterismo, se diluye en medio de una indiferencia tan patente que el propio Gobierno prefiere soslayarla. Vamos de éxito en éxito hasta la más completa soledad. Y las nuevas compañías son aún menos recomendables.
Aunque la diplomacia española se sostiene en el trabajo discreto y eficaz de Bernardino León y algunos altos funcionarios, algo falla cuando la solvencia de un Ministerio descansa en su número dos. Falla el número uno, o sea Moratinos, y falla sobre todo el número cero, es decir, el presidente. España ha perdido relevancia porque se ha alejado de sus mejores aliados y ni siquiera los ha sustituido por otros nuevos. El liderazgo en Iberoamérica se diluye entre la demagogia de los caciques bolivarianos, en África se ha conseguido el milagro de molestar a la vez a Marruecos y a Argelia, y en Europa se forja una alianza motriz entre Merkel y Sarko, los dos vencedores contra cuya carrera apostó Zapatero. ¿Estados Unidos? Ni están ni se les espera. Pero desde la distancia bajan su cesáreo pulgar para dejar caer alguna putadita. Esta vez le ha tocado sufrirla a Félix Sanz, militar de prestigio y hombre cabal, que merecía la suerte de un buen vasallo... si tuviese buen señor.
http://www.abc.es/20071115/opinion-firmas/factura-desplantes_200711150252.html
jueves, noviembre 15, 2007
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