miercoles 28 de junio de 2006
GUERRA CONTRA EL PALUDISMO
Incompetencia y negligencia del Banco Mundial
Por Fiona Kobusingye-Boynes
He padecido paludismo docenas de veces, con fiebre alta, vómitos, deshidratación y fuertes dolores en las articulaciones. Si no me hubieran auxiliado los médicos cuando no les podía pagar, hubiera muerto hace tiempo; como murieron mi hijo, dos de mis hermanas y tres de mis sobrinos. Tragedias similares han sufrido las mujeres que trabajan conmigo, haciendo lindas carteras para poder comprar medicinas. En el orfanato donde estudió mi esposo murieron de paludismo, en un solo año, 50 de los 500 muchachos.
Se trata de una tragedia espantosa que infecta a 400 millones de africanos anualmente, lo que les impide trabajar, estudiar y cultivar las tierras. El costo para mi país, Uganda, es de 700 millones de dólares al año, en pérdidas de productividad y en atención a niños y adultos enfermos.
Se trata de una tragedia que podría ser controlada si se utilizaran los recursos conocidos, especialmente el DDT. Desgraciadamente, muchos políticos, ecologistas y burócratas promueven programas que no funcionan... y nos dicen, en Uganda, Tanzania y Angola, que no podemos usar el DDT ni otros insecticidas por el estilo.
El Banco Mundial prometió hace seis años gastar entre 300 y 500 millones de dólares en el control del paludismo en África; pero, según un estudio realizado por la revista médica The Lancet, lo ha hecho muy mal. Los expertos en malaria que hicieron el estudio explican que el Banco Mundial gastó no más de 100 millones en todo el mundo y que redujo a la mitad el número de países receptores de ayuda alegando avances que no se realizaron; además, se negó a aportar datos que respaldasen dichos avances. El Banco Mundial afirma haber reducido en un 60% el número de enfermos de paludismo en Brasil, así como el de muertos en la India, pero no documenta dichas estadísticas, que son refutadas por otros estudios.
El Banco Mundial se niega a utilizar el DDT en Eritrea, a pesar de que ha reducido el número de casos de malaria en un 75% en no menos de cuatro países africanos. El Banco Mundial compró 100 millones de dosis de cloroquina para la India, medicina que no es efectiva en entre el 15 y el 45% de los casos, y por la que tantos niños mueren.
Según The Lancet, el banco eliminó su equipo de expertos en paludismo y apenas mantiene a tres de ellos trabajando en la enfermedad en el África subsahariana.
Otro estudio demuestra que la fumigación con DDT del interior de las viviendas redujo en un 75% los casos de paludismo en la región montañosa de Madagascar. A pesar de ello, el Banco Mundial y la organización Roll Back Malaria presionan a Madagascar para que se deje de usar el DDT y lo sustituya con un insecticida "más favorable al medio ambiente", a pesar de que no se ha encontrado sustancia alguna que sea, ni de lejos, tan efectiva como el DDT. Por tanto, yo concluyo que, en la mente de esa burocracia internacional, las consideraciones ambientales y las críticas al DDT son mucho más importantes que el salvar vidas en África.
En lugar de jugar a ser expertos en enfermedades, los funcionarios del Banco Mundial deberían, más bien, concentrarse en sus propias ventajas comparativas y construir nuevos hospitales, proveerlos de electricidad y agua potable y pagar los sueldos de los médicos y las enfermeras para que no se vayan de África, dejando el control del paludismo en manos del Global Fund.
Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, tiene la oportunidad de cambiar esta trágica situación y acabar con el vergonzoso manejo de los programas contra la malaria; debería ocuparse, más bien, de mejorar el tratamiento médico y salvar vidas.
No soy médico ni político; soy una africana que sueña con erradicar la enfermedad que está destrozando nuestro continente y a nuestros niños. Ojalá que el Sr. Wolfowitz haga lo que tiene que hacer.
© AIPE
Fiona Kobusingye-Boynes, campesina, comerciante y coordinadora de la oficina ugandesa del Congreso por la Igualdad Racial.
Gentileza de LD
miércoles, junio 28, 2006
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