viernes 30 de junio de 2006
De chantajes y convicciones
Óscar Molina
Y A es tarde para intentar frenar a Zapatero. Posiblemente nunca hubo marcha atrás en su decisión de negociar con ETA, es también factible que el plan estuviese preconcebido desde que Aznar gobernaba, no sé si lo sabremos algún día, pero el calendario que ha impuesto la banda y ha hecho trizas el que públicamente se autoimpuso ZP al hablar de un “proceso largo”, ha empezado a contar. Estamos ante la puesta de hinojos de nuestro Estado de Derecho ante una banda de terroristas a la que se va a conceder, en palabras de Zapatero “el respeto a lo que decidan los ciudadanos vascos”. Verde y con asas. Hay quienes hablan de chantaje, y puede que tenga razón. En este sentido existen dos datos que avalan que nuestro Presidente tenga una deuda pendiente con ETA cuyas letras han comenzado a vencer. La primera es una sospecha, referente a la reunión de Perpiñán, en la que dos actores tratan una estrategia a futuro sobre las bases de que el PP no gana las elecciones. Uno de los dos interlocutores del aquelarre, muy posiblemente Ternera, tenía por alguna razón la certeza de que Mariano Rajoy no iba a pisar la Moncloa. De lo contrario nadie comprende que se hagan planes cuyas condiciones de verosimilitud nadie cree que se van a dar, puesto que a principios de 2004 la única duda era la ventaja que sacaría el Partido Popular en las elecciones generales. No se discutía su victoria. La segunda señal de que pudiese haber chantaje o débitos pendientes no es difícil de asimilar: ETA tiene en su mano al Gobierno de España. Le bastaría un sencillo comunicado reivindicando el 11-M para tirar abajo al Apóstol del Talante. Pero no es sólo chantaje lo que hay. O al menos eso creo yo. Zapatero no sólo obra como lo hace por estar siendo de alguna manera extorsionado. Lo hace en mayor medida porque cree en esa forma de actuar. Pesan más, mucho más, las convicciones que el chantaje. Zapatero está convencido, por decirlo de manera simbólica, de que el espíritu del capitán Lozano, su abuelo, y todo lo que para él significa, se reivindica llevándonos a una situación preconstitucional que desmonte un consenso de 1978 que considera falso. Un acuerdo en lo fundamental entre españoles que él cree una imposición por no hacer Justicia ni a la República ni a la mitad de la sociedad de la que se ha erigido en paladín, por no poner el contador a cero en 1978 respecto a los agravios a lo que el ha abrazado como época de las mayores luces de la Historia de España. En este sentido, se considera como una especie de Justiciero Histórico que ha venido a restablecer el honor perdido de los derrotados, y a hacer realidad su sueño setenta años después. Esta condición le presentará ente la Historia, que inevitablemente le dará la razón algún día, como el Pacificador de España, y el héroe que restauró en nuestro país el régimen de Libertad, Tolerancia que se llevó una jauría de bestias que sólo pretendían perpetuar los privilegios y prebendas de ciertas clases dominantes y la Iglesia Católica. Se ve a sí mismo como el tocado por la mano del destino para poner la Nación a funcionar bajo los parámetros que emanan de unos principios que son moralmente superiores desde su génesis. Por ello, la Derecha española ha de conformarse con que la dejen existir y participar. Por ello, las Víctimas de ETA no son sino un conjunto de personas que sufren en virtud de un régimen, el de 1978, que tiene el pecado original de la Injusticia y el agravio histórico a los perdedores de una guerra de hace 70 años. Y todo esto, toda esta maravilla, le ha tocado a él. Es peligroso, muy peligroso, porque nos gobierna alguien históricamente hemipléjico, necio en materia de principios, y además, muy convencido de lo que hace.
jueves, junio 29, 2006
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