viernes 30 de junio de 2006
Proceso de rendición
Lo que decidan los vascos
Jorge Vilches
Madison aseguraba que el mayor peligro de un sistema democrático era que una facción mayoritaria de la población decidiera actuar en contra de los derechos de otros ciudadanos, o contra los intereses permanentes y globales de la comunidad.
Las declaraciones de Zapatero apuntan a que el "derecho de autodeterminación" está a punto de instalarse en la vida política española. La afirmación de que aceptará "lo que decidan los vascos" no puede tomarse como aquella de que aceptaría lo que viniera del Parlamento de Cataluña, y que luego no fue así. Entre medias se ha aprobado el Estatuto catalán, y está el horizonte electoral de 2007 y 2008.
La sentencia del presidente obliga a plantear varias objeciones básicas. Los vascos ya deciden en cada consulta electoral, ya sea municipal, autonómica, general o europea. No estamos hablando, por tanto, de un territorio sometido a una metrópoli colonial que accede, tras un largo penar, a las mieles de la democracia. Además, el poder de decisión soberana no se encuentra en los territorios, sino en el conjunto de la sociedad española.
Madison, uno de los padres de la Norteamérica federal, aseguraba que el mayor peligro de un sistema democrático era que una facción mayoritaria de la población decidiera actuar en contra de los derechos de otros ciudadanos, o contra los intereses permanentes y globales de la comunidad. Si la vulneración de lo primero –los derechos– es algo evidente en el caso de los vascos no nacionalistas, sólo cabe preguntarse por los términos de la segunda afirmación. El gobierno Zapatero ha reinterpretado cuáles son los "intereses permanentes y globales" de España: el ansia infinita de paz a un precio indefinido. Pero también quién es la "comunidad": la nación de naciones, la España plural. Definida la democracia en estos términos, aparecen los derechos colectivos, el derecho de cada autonomía a decidir, de forma independiente, su futuro. Y varían los derechos ciudadanos dependiendo de donde se viva, con lo que se rompe el principio de igualdad. Se ensombrece el individuo, e ilumina la tribu y la masa.
Pero como estamos acostumbrados a que todos los conceptos sean "discutidos y discutibles", es conveniente dibujar el posible escenario de la "autodeterminación". Habiéndose hecho oficial el inicio de conversaciones con ETA, el paso siguiente será la legalización de Batasuna este verano. Las mesas de negociación estrecharán los lazos políticos entre los socialistas vascos y los batasunos, dejando a un lado al PNV.
Esto dibuja un futuro gobierno de coalición, al estilo tripartito, que irá a las elecciones con la bandera de la paz y de un nuevo y ambicioso Estatuto. Las elecciones de 2007 serán, así, un plebiscito sobre este nuevo panorama, que cargará de legitimidad la inclusión en la reforma estatutaria de una consulta similar al "derecho de autodeterminación". La clave estará en que socialistas y nacionalistas vascos desbanquen a UPN del gobierno navarro.A continuación, se abren multitud de interrogantes. La Constitución puede ser reinterpretada para que sirva de respaldo al "derecho de autodeterminación", en su nueva formulación como "derecho a decidir". Abierto el proceso de consultas existenciales, ¿cuál será el límite? ¿Debemos ir pensando en las patrias de campanario, y tomar la nacionalidad española como se asume la europea; es decir, de forma lejana y abstracta? Quizá estemos confundidos y éste sea el sino de nuestro tiempo: fundar Montenegros.
Gentileza de LD
jueves, junio 29, 2006
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