viernes 30 de junio de 2006
Un golpe anunciado
Por CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
El presidente Zapatero defendió ayer, en su comparecencia, el derecho de los vascos a la «autodeterminación», aunque no mencionara en ningún momento este término.
¿Es que tendría que haberlo hecho? Ni Antza, ni Díaz Usabiaga, ni Otegi, ni los redactores de «Gara» son tan simples como para eso. Ellos seguirán hablando de «autodeterminación» y Zapatero del derecho de los vascos a elegir libremente su futuro... De todos modos, éste enunció este principio con el énfasis del que sabe que, en ese momento, está rompiendo la legalidad, llevando a efecto un acto revolucionario, arrasando la Constitución vigente, avasallando la Carta Magna. Desde el poder. Desde la Presidencia de Gobierno.
En más de una ocasión, he escrito en esta columna, que el día en que el presidente Zapatero reconociera el derecho de los vascos a la autodeterminación, no pronunciaría esta palabra. ¿Por qué hacer una provocación innecesaria? ¿Por qué rotularla? Y así lo hizo ayer. Y con acierto a juzgar por la desorientación que produjo en Mariano Rajoy. En la respuesta que dio éste en el encuentro con los periodistas no mencionó la almendra de la declaración de Zapatero. Se perdió en las disquisiciones sobre las dos ETA sin caer en la cuenta de la clave autodeterminista.
La referencia al ámbito vasco de decisión es la búsqueda de la nueva legalidad en la que Zapatero quiere asentar el «proceso de paz» del mismo modo que justifica el nuevo modelo de Estado a partir de la renovación de los Estatutos. Es la afirmación de una legalidad paralela y extraña a la Constitución. Así que, del mismo modo que los representantes de la sociedad catalana se dieron un Estatuto, los representantes vascos elegirán su propia vía. Posiblemente, a través de un texto o quizá, más bien, de una consulta popular.
Viene repitiendo Zapatero, desde hace tiempo, que no se pagará ningún precio político por la paz cuando la verdad es que vamos a pagar el más alto de todos los precios políticos como es la violación descarada y brutal de la Constitución. Al dejar en manos de los propios vascos el derecho que tenemos todos los españoles a decidir sobre el futuro de todas y cada una de las regiones y nacionalidad de España, incluida la vasca, los ciudadanos estamos siendo amputados, negados, escarnecidos, humillados...
Yo, César Alonso, no podré ejercer mi derecho a decidir sobre el futuro del País Vasco porque así lo ha decidido Zapatero desde la Moncloa al poner en marcha un proceso alticonstitucional; al desviar la voluntad general de la Nación a una de la partes de ésta; al sustituir la Nación española por la vasca.
Como se ve, lo de ayer fue la crónica de un golpe anunciado.
jueves, junio 29, 2006
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