miercoles 28 de junio de 2006
ECONOMÍA Y MEDIOAMBIENTE
Modelos tramposos
Por Richard W. Rahn
Cuando tratan de subir los impuestos y ampliar las funciones del Gobierno, los políticos suelen utilizar, para justificarse, algún modelo. Al Gore y los demás que braman sobre el calentamiento global nos aseguran que el Gobierno tiene que hacer algo antes de que nos abrasemos todos. Tras pasarme tres décadas rodeado de investigadores y leyendo sus publicaciones, estoy convencido de lo fácil que es obtener fondos públicos para diseñar modelos matemáticos que demuestren la urgente necesidad de una mayor actividad gubernamental en cualquier área.
Los científicos utilizan modelos matemáticos para hacer predicciones sobre el futuro. Están pensados para reflejar las relaciones entre variables y magnitudes de tal manera que el científico pueda predecir huracanes, tasas de criminalidad y desempleo o cuántos individuos padecerán gripe aviar.
Muchos políticos y analistas insisten ahora en que hay que gastar miles de millones de dólares para evitar el calentamiento global. Pero los científicos del ramo no logran que sus modelos coincidan en determinar si el calentamiento actual es algo pasajero y parte de una variabilidad climática normal o algo mucho peor. Por otra parte, se ha investigado muy poco sobre si los beneficios del calentamiento global, como una mayor cantidad de lluvia, un incremento de las cosechas y unos climas más saludables, pudieran ser, más bien, un beneficio neto para la Humanidad. ¿Será porque si el calentamiento fuera positivo no habría más transferencias de dinero y poder a la clase gobernante?
Las estadísticas muestran que entre 1940 y 1975 el mundo se estaba enfriando; de hecho, muchas publicaciones anunciaron una nueva Edad de Hielo. Ahora se explica que ese enfriamiento fue causado por la contaminación atmosférica. Entonces, sería más lógico permitir un nivel algo superior de contaminación para detener el calentamiento y no poner freno a las emisiones de dióxido de carbono, especialmente porque el CO2 hace que la vegetación crezca más rápidamente.
Nadie, tampoco Al Gore, sabe cuál es el calentamiento óptimo, ni lo que tendríamos que hacer, si es que hay que hacer algo. Y es que las estadísticas y los modelos no pueden proporcionar tales respuestas.
También suelen politizarse los modelos económicos. Durante los años 60 y 70 los modelos keynesianos estaban de moda, y recibieron mucha financiación gubernamental porque, supuestamente, demostraban que una mayor cantidad de impuestos y gastos gubernamentales era beneficioso para la economía. A finales de los 70 era ya obvio que dichos modelos estaban equivocados, y las recomendaciones derivadas de sus conclusiones provocaron una fatal mezcla de estancamiento e inflación. Los monetaristas y los economistas de la oferta tenían las respuestas, pero sus investigaciones recibieron muy pocos fondos públicos; y es que daban cuenta de las ventajas derivadas de una menor carga impositiva y un nivel de gasto gubernamental inferior.
Uno de los grandes escándalos en Washington es que la Comisión Conjunta de Impuestos del Congreso todavía basa sus predicciones en modelos keynesianos, lo cual significa que suelen estar muy equivocadas. Casi siempre exageran los ingresos del Gobierno tras el aumento de las tasas impositivas, así como la caída de la recaudación por la rebaja de éstas.
Sin embargo, los mismos congresistas que están en contra de que se introduzcan cambios en los modelos que relacionan las tasas impositivas y los ingresos derivados de la recaudación de impuestos apoyan modelos climáticos mucho más complejos y plagados de incertidumbres.
La clara lección es que el Gobierno nunca financiará estudios objetivos sobre los impuestos ni sobre el clima, porque la clase política teme los resultados. Por lo tanto, si queremos que mejoren las políticas sobre asuntos tan importantes, tendrá que ser el sector privado quien financie las investigaciones.
© AIPE
Richard W. Rahn, director general del Center for Economic Growth y académico asociado del Cato Institute.
Gentileza de LD
miércoles, junio 28, 2006
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