jueves, mayo 04, 2006

Apuntaciones sobre la España que bosteza

Apuntaciones sobre la España que bosteza
Antonio Castro Villacañas
Q UIENES dominan en España el debate público y la acción política, ¿se enteran de lo que está pasando en este nuestro mundo globalizado? Unos y otros -no hace falta nombrar a nadie- se disputan a dentelladas secas y calientes las parcelas de poder que tienen a la vista, y para ello utilizan su corazón y su cerebro en una sola faena: embestir y morder al contrario. Tan pronto como consiguen la presa deseada o logran hacer huir o acallar al enemigo, disfrutan su victoria entre sueños o pesadillas -según se mire- de identidades nacionales o de nacionalidades más o menos históricas. Gracias a la Monarquía Democrática y Parlamentaria que nos dieron -pronto hará treinta años- los "padres de la patria" cortesanos del Rey Juan Carlos, hemos vuelto de nuevo a tener que preguntarnos "¿qué es España? ¿qué podemos hacer con ella? ¿Cómo debemos organizarla?" Los países, los pueblos, las sociedades, como ustedes quieran o más les guste, que están a la cabeza del mundo, hace ya un par de siglos que dieron su respuesta y resolvieron su problema. Por eso van delante de nosotros y nos sacan tanta ventaja. España, merced a la Monarquía Constitucional que desde hace treinta años venimos disfrutando, lleva todo ese tiempo rumiando, dándole vueltas en la cabeza, a los temas de identidad y nacionalismo que -como todo el mundo sabe- tanto bien han hecho en los Balcanes, en la antigua Unión Soviética o en Iberoamérica. Mientras tanto, crece en nuestro interior y a nuestro lado esa dañina planta que alguien ha bautizado con el nombre de "islamo-leninismo" porque en verdad es una extraña mezcla de dos peligrosas religiones materialistas: la comunista y la mahometana. Entontecida por los reclamos nacionalistas, España se está quedando también al margen de la expansión del mundo de Internet, que significa a la vez tener en la mano el mando de millones de posibilidades y darse cuenta de que existen otras tantas, o más, fuera de nuestro alcance, necesitadas tanto aquéllas como éstas de ser valoradas, discriminadas e incluso eliminadas... Un mundo "internético" que permite, por ejemplo, el que nuestra declaración de renta se haga en la India porque así le cuesta menos a nuestro asesor fiscal, que tiene contratados los servicios pertinentes con un contable hindú, ya que éste le cobra por todos sus trabajos menos de cien euros al mes. Algo por el estilo está surgiendo en la China, donde cada año cientos de miles de universitarios estudian ingenierías avanzadas y prácticas, o carreras de letras, que no pueden terminar si no dominan el inglés, el japonés, el ruso o el español, "para que puedan trabajar y ganarse la vida" en cualquier parte del mundo... La trepidante y continua innovación que caracteriza a la sociedad internética se refleja en las cotidianas variaciones sociales, políticas y económicas que se dan en un mundo cada vez más reducido y más grande. Por eso los pueblos bien dirigidos "salen de sí mismos" y tratan de influir en el exterior. Mientras eso sucede más allá de nuestras fronteras, dentro de España discutimos en torno a Estatutos con cientos de artículos, decenas de títulos y copiosas páginas, queconceden a pueblerinos dirigentes el derecho a meter su nariz y su mano en las vidas de individuos y de entes sociales. El mundo se globaliza y afina. España se empequeñece y desintegra. Esa es la cuestión, por mucho que otra cosa digan quienes componen la corte del Rey Juan Carlos.

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