domingo, mayo 28, 2006

España se va a la mierda

lunes 29 de mayo de 2006
España se va a la mierda
Ismael Medina
C ONOCEN de sobra los lectores que huyo de la sonoridad de nuestros robustos tacos y de respaldos escatológicos. Debo admitir, no obstante, que existen ocasiones en que resultan inexcusables esas apoyaturas retóricas. Y la actual coyuntura nacional es una de ellas. He titulado a veces que España va a la deriva, que España camina hacia el precipicio, que España se desintegra o que España se descompone. Pero la velocidad impresa por Rodríguez y sus cuadrilleros a la deriva hacia el desastre agotan los recursos definitorios y es inevitable el recurso a la escatología cuyas dos acepciones valen para el caso: creencias y doctrinas referidas a la ultratumba y tratado de cosas excrementicias. Tanto da, ya que de putrefacción se trata en una y otra. Podría haber escrito que, a tenor de o que sucede, España ya se pudre en la ultratumba de la Historia. Pero más rotunda, expresivo y realista considero afirmar que España se va a la mierda. Y escrito así caigo en la cuenta de que no debería extenderme en otras consideraciones. El día a día informativo que nos abruma es un incontenible chorreo excrementicio que ha desbordado la letrina de la infausta realidad que nos apesta y ha convertido a España en algo más inquietante que el mero hazmerreír del mundo. En una suerte de leprosería política del que huyen espantados gobiernos y plataformas mediáticas. Tracé en anteriores crónicas el perfil psicosomático de Rodríguez con la pretensión de explicar unos comportamientos difícilmente comprensibles desde metros de razón. Loyola de Palacio, cuya estatura política, llamativamente desaprovechada por el PP, creció de manera espectacular durante su periodo de mandato en la Comisión Europea, acaba de proclamar: "Lo que estamos padeciendo es que Zapatero tiene un problema psicológico y quiere retrotraernos, no ya la II República, sino al Frente Popular de entonces". Loyola ha sido caritativa. Freud habría encontrado en Rodríguez un modelo excepcional de disfunción psicopatológica que podría conducirle aún más lejos en la teoría que expuso en "El yo y el ello". Incluso desborda los límites de las más extremas alucinaciones kafkianas. Lo malo es que, como aseveraba Loyola de Palacio, "lo tenemos que pagar todos los españoles". Se dijo en tiempos de un bohemio personaje que era el único hombre en el mundo capaz de hundir la Ford en veinticuatro horas. Harto más importante y compleja que la Ford es España. Pero Rodríguez ha logrado hundirla en la ignominia y en la mierda tras sólo dos años de presidencia de gobierno "por accidente". El problema, sin embargo, no radica exclusivamente en Rodríguez. La impunidad de su delirante egocentrismo está favorecida y sostenida por el sistema. Es el sistema de totalitarismo partitocrático, en efecto, el que hace posible el atornillamiento de una indeseable patulea de advenedizos en todos los ámbitos de poder del Estado, convertido en propiciatorio Puerto de Arrebatacapas. DEMOCRACIA SANGUIJUELA VIVIMOS sometidos a lo que con toda propiedad podríamos llamar la democracia sanguijuela. Recordaba Gonzalo Fernández de la Mora en la tertulia mensual consolidada por Ramón Hermida, y lo dejó escrito, su sorpresa cuando, recién instalada la democracia partitocrática, vio multiplicados por diez los haberes percibidos como procurador en las Cortes Españolas y de inmediato como diputado electo. La primera decisión tomada por la recién estrenada Diputación de las Cortes fue subir el sueldo de 12.000 a 120.000 pesetas a los presuntos representantes del pueblo. Un claro indicio del ánimo que alentaba a los democratizadores y de lo que después vendría. Criterio que se extendería pronto a cualesquiera ámbitos representativos en todos los espacios de la Administración, incluidos los Ayuntamientos cuyos ediles estuvieron hasta entonces exentos de remuneración. La desgraciada y antidemocrática Ley Electoral parida de inmediato, la cual establecía el sistema de listas cerradas y bloqueadas, contribuyó de manera decisiva a la aparición de una extensa red de profesionales de la política, sometidos por el bolsillo a una servil disciplina. Dependencia acrecentada con el paso del tiempo por un proceso persistente de mejora de sus percepciones fijas y congruos añadidos, siempre muy por encima de los niveles salariales de la población realmente activa y de las pensiones, pronto sometidas a bloqueos y cargas impositivas. Y como en ocasiones la anécdota se convierte en explícita categoría, exhumo la reacción de uno de estos políticos socialista de Jaén cuando le llegó el rumor de que el P taifal de Chaves no lo incluiría en las listas de las pasadas elecciones. Se lamentaba antes sus amigos y correligionarios del chupete: "¡Cómo pueden hacerme esto después de 28 años de profesión!". Cuando Alfonso Guerra, muy poseído de la dimensión totalitaria del poder, profirió aquello, tan repetido, de que "quien se mueve no sale en la foto", enunciaba con cínica desenvoltura la entraña totalitaria de la democracia partitocrática. Me refiero a lo que sin asomo de dudas podríamos definir como la dictadura de la mediocracia. Lo confirma el desolador espectáculo del Congreso de los Diputados y del Senado, fielmente reproducido en taifas, diputaciones y ayuntamientos, de las votaciones y los aplausos unánimes de las bancadas a tenor de lo que dicte el correspondiente cabo de varas. Un análisis individualizado de quienes chupan del bote partitocrático pone de manifiesto que, salvo contadas excepciones, casi todas ellas en la considerada facción conservadora, la inmensa mayoría de los supuestos representantes de la voluntad popular difícilmente alcanzarían a ganar en sus respectivas profesiones originarias lo que sanguijuelean en el ámbito de la dedocracia político-administrativa. Es del todo consecuente con el sistema imperante de caciquismo subordinado que tras de cada suceso de transfuguismo suela esconderse la compra de voluntades por especuladores que garantizan a específicos desaprensivos un consistente seguro de vida a largo plazo, muy superior al previsible de la profesión política. El totalitarismo partitocrático configura una de las fuentes más suculentas de la corrupción. LA LIBERTAD AHOGADA POR EL SERVILISMO Y LA CORRRUPCIÓN LA enquistada clase partitocrática no tiene voluntad de corregir el fraude democrático por el que España se desliza hacia la ciénaga. Acaba de aprobarse una ley contra el transfuguismo. Tanto da que sea por corrupción o por limpio ejercicio de la libertad y de servicio al bien común. Lo que realmente persigue la norma, en cuya aprobación no han existido discrepancias, es el blindaje totalitario de los partidos. No se admiten defecciones. Los corruptos seguirán en sus puestos siempre que sean sumisos a la disciplina impuesta desde sus respectivas direcciones. Y se irán a sus casas quienes la vulneren por incompatibilidad moral o descontento con la deriva incongruente del partido, lo menos frecuente. Aterroriza a muchos el retorno a una actividad profesional salarialmente modesta en la que por lo general se han demostrado incompetentes. Llama la atención, sin embargo, que también caigan en esa misma humillante servidumbre aquellos que , gracias a un ejercicio prolongado de mando político, disponen de un robusto respaldo económico, en ocasiones multimillonario, como es el caso paradigmático de Felipe González. ¿Es sólo la erótica del poder, certera acuñación del profesor Fueyo Álvarez, la explicación plausible de que Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra o José Bono, por citar sólo a los más notorios, voten afirmativamente a la hora de la verdad en el parlamento lo que públicamente criticaron con acidez? Suelo decir que siempre echamos en falta un bolsillo más, una habitación más y mil euros más. En los altos niveles de la política y las finanzas el aserto podría traducirse en que el poder estimula la ambición hasta límites insospechados y lo que se echa de menos es una caja de caudales más, un chalé más y un millón de euros más. El totalitarismo partitocrático, indefectiblemente hermanado con el totalitarismo financiero, reproduce en situaciones de bonanza, sea real o aparente, el viejo fenómeno de los enriquecidos estraperlistas de postguerra a los que el pueblo llamaba la nueva clase del "haiga" por mor de la ostentación de sus signos externos, tan llamativa como su mediocridad intelectual, su enfermizo sectarismo y su falsía. Procesos políticos cancerígenos todos ellos que han alcanzado abracadabrantes dimensiones con la llegada de Rodríguez al poder "por accidente". Rodríguez se nos aparece así como la quintaesencia de la degradación del sistema desde la democracia dirigida a la democracia putrefacta. Hoy, más que en otros tiempos, hemos de admitir con Goethe que el espectáculo más terrible a que podemos asistir es el de la ignorancia en acción. CUANDO SE PUDRE LA CABEZA TAMBIÉN SE PUDRE EL CUERPO SOCIAL ES cierto que en todas partes cuecen habas si nos asomamos fuera de nuestras cada vez más borrosas fronteras. Pero no sirve de consuelo, salvo para los tontos de capirote. Lo que nos importa sobre todo es lo que ocurre en España. Los más fiables sondeos de opinión ponen de manifiesto que las mayores preocupaciones de los españoles radican en la inseguridad personal y colectiva, el terrorismo, los separatismos en marcha acelerada, la inmigración desbocada, la institucionalización de la injusticia, la corrupción galopante, la progresiva asfixia de la libertad, el desempleo, el brutal encarecimiento de la vivienda o el hundimiento de la calidad en la enseñanza. Problemas todos ellos inseparables entre sí y acentuados hasta el paroxismo desde que Rodríguez accedió al poder "por accidente". ¿Cómo entender entonces que desengañados, potreados y víctimas propiciatorias del sistema persistan en votar mayoritariamente a los culpables del desaguisado? Sostenía Pío Baroja, en la estela de otros muchos, que siempre se engaña mejor a un hombre que a una colectividad. También es cierto, y no me canso de repetirlo, que el pescado se pudre por la cabeza. De ahí que los compradores avisados miren ante todo el color de sus agallas. Pero no sucede igual con los cuerpos electorales. Salvo esa minoría de entre el 5 y el 12% que decide los resultados, la mayoría de los votantes no miran las agallas del poder para comprobar si está podrido. Votan invariablemente a unas siglas movidos por una inercia que les nubla la razón. Son los prejuicios los que prevalecen. Ya lo advirtió Einstein al sostener que es más fácil desintegrar un átomo que deshacer un prejuicio. Y grave dolencia es para un pueblo que en él arraigue el prejuicio de sentirse vinculado de por vida a algo tan aleatorio y equívoco, especialmente en la actual coyuntura mundial, como la tópica pamema de la izquierda, el centro o la derecha. No son certeros en su juicios quienes todavía mantienen que los pueblos tienen la clase dirigente que merecen. Es más veraz que los pueblos se comportan como quienes los engatusan y dirigen. El cuerpo social se descompone después que se pudra su cabeza institucional. Resulta del todo consecuente que la imagen actual de España sea la de un desmesurado y hediondo estercolero. ¿UNA OBLIGADA PAZ CON SÓRDIDA TRASTIENDA? HE leído en alguna parte, no recuerdo ahora donde ni a quien, que deja de ser paz la que no puede mantenerse con honor. Pero para mantener una paz con honor son necesarias dos condiciones: que haya guerra y que posea un preciso apego al honor aquel que la promueve. El terrorismo puede considerarse en ocasiones una forma de guerra irregular al servicio de procesos revolucionarios instigados por una potencia ajena a cuyos objetivos de poder se vincula y sirve. Pero siempre será una actividad criminal en cuadrilla a la que cualquier Estado debe perseguir como tal, hasta aniquilarla. Hacer la paz con el bandidaje terrorista abajándose a sus exigencias y con notoria dejación de la soberanía institucional, sobre todo cuando está en franca situación de derrota, no sólo apareja la muerte del Estado. También la creación de los supuestos para contender de nuevo. Nunca se sentirá satisfecho un enemigo vencido que impone onerosas condiciones al vencedor hasta el punto de convertir su derrota en triunfo. Siempre pedirá más. Se trata de una dinámica equivalente a la habitual del chantaje. Quien se deje chantajear una vez lo estará de por vida, salvo que liquide al chantajeador. El gobierno Aznar legó al de Rodríguez algunos legados asaz positivos, entre ellos el de una ETA en franca derrota merced a dos acciones simultáneas y convergentes: una enérgica represión policial y judicial; y la concreción de acuerdos internacionales, sobre todo con Francia que dejó de ser el santuario de los terroristas, merced a los cuales ETA se vio acosada, constreñida y reiteradamente descabezada. Sostenía Mao que la guerrilla revolucionaria precisaba nadar como el pez en el agua para triunfar. ETA se quedó sin agua en la que nadar a sus anchas a uno y otro lado de los Pirineos y hasta mucho más allá. Incluso su guerrilla urbana estaba prácticamente asfixiada pese al amparo de sus coberturas políticas en la taifa vascongada. El pacto antiterrorista entre el PP y el PSOE y la ilegalización de Herri Batasuna contribuyeron a dejar al terrorismo etarra sin aliento y al PNV sin brazo armado con el que chantajear al Estado. Solo faltaba el golpe final. Pero todo cambió con la llegada de Rodríguez al poder. ¿Por qué? Es indispensable encontrar una respuesta coherente para discernir si el pactismo de Rodríguez y sus cuadrilleros con ETA es solo producto de una insanable y personal esquizofrenia política o, por e contrario, responde a sórdidos compromisos contraídos y de alguna manera relacionados con su acceso al poder "por accidente". El empecinamiento de Rodríguez en suscribir "como sea" una falsa paz con ETA corre parejo con el exasperado esfuerzo en bloquear una seria investigación sobre la verdadera autoría e instigación de la matanza del 11 de marzo que le alzó a la presidencia del gobierno. El pertinaz empeño en desmentir las consistentes revelaciones de los medios no sometidos y negar validez a las pruebas aportadas, aún a costa de restar cualquier presunción de crédito a la Fiscalía del Estado, evidencia un miedo cerval a que se conozca la verdad. ¿Acaso Otegui está en posesión de esa verdad ocultada y de ahí su descarado chantaje al gobierno Rodríguez para hacerle pasar por las horcas caudinas del maximalismo independentismo vascongado que ETA-HB comparte con PNV, EA, IU e incluso el PSV de López? Una hipótesis nada descabellada a la luz de los acontecimientos. Más aún cuando se profundiza en la plural reunión de Perpiñán y se toma en consideración la prepotencia exhibida por Carod-Rovira, pareja a la de Otegui. LAS NEGOCIACIOES CON ETA COMENZARON ANTES DE QUE RODRÍGUEZ ACCEDIERA A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO "UN PNV poderoso ve la cortesía como claudicación y la negociación como debilidad". Lo decía premonitoriamente Nicolás Redondo Tertreros en una entrevista publicada en "El Correo" el 14 de abril de 2002, tras ser defenestrado arteramente de la secretaría general del PSOE-PSE para sustituirlo por López, pactista con PNV y con los batasuno-etarras que abandera Otegui. La pregunta es obligada: ¿Cuándo comenzaron realmente las negociaciones clandestinas del PSOE con Otegui y ETA, cuyo primer precio a pagar fue el alejamiento de Nicolás Redondo Terreros, opuesto con firmeza a cualquier acomodación con el nacionalismo independentista vascongado? Conviene precisar en este punto que Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general del PSOE el 23 de julio de 2000, poco menos de dos años antes de la dimisión forzada de Redondo Terreros. Y que el 27 de octubre de 2002 fue designado candidato socialista a la presidencia del gobierno para las elecciones generales de 2004. Fechas y hechos evidencian que ya en 2002, cuando menos, estaba trazado y en marcha el plan para favorecer la deriva secesionista al amparo de la revisión de los estatutos autonómicos y la negociación de falsa paz con ETA que exigía el PNV. Permanece sin embargo la duda de si una tal deriva centrifugadora respondía a un personalísimo sueño federalista que escondía grandes dosis de resentimiento o lo fue de encargo. Algo así como un contrato en virtud del cual se le garantizaba el acceso electoral a la presidencia del gobierno a cambio de descoyuntar España. Caso de confirmarse esa última presunción quedarían esclarecidos muchos de los desquiciados y aterradores acontecimientos que hoy nos abruman. Incluso la implicación de ETA en los atentados del 11 de marzo de 2004 que señalan algunas de las más consistentes revelaciones de la investigación emprendida por "El Mundo" y diversos periódicos digitales a los que el gobierno persigue poner bozal. Los métodos totalitarios de un paleosocialismo montaraz, engañoso y traicionero se hacen cada día más ostensibles. EL TERRORISTA OTEGUI DESAFÍA Y SE IMPONE AL ESTADO LA biografía de Arnaldo Otegui es la de un consumado terrorista. Ingresó 1977 en la rama de ETA denominada político-militar y al disolverse ésta se integró en la militar, aún más sanguinaria. Participó en acciones terroristas de variada índole y fue condenado a seis años de prisión de los que sólo cumplió tres. Un modelo de respetable demócrata. Durante los últimos años fue condenado reiteradamente por apología al terrorismo y actividades ilegales al frente de los batasunos. Acumula fianzas por valor de 600.000 euros que le impuso el juez Marlasca. Le libraron de permanecer en prisión los avales del grupo Mondragón, al que pertenece la Caja Laboral. De nuevo, y junto a otros batasunos de la misma calaña, lo ha encausado el juez Marlasca. Pero la ilegalidad de HB, ratificada por el Tribunal Supremo, no es óbice para que los batasunos, y Otegui al frente, campen a sus anchas, desafíen a la Justicia, pongan condiciones, exalten a los criminales de ETA, se congratulen de la guerrilla urbana, hagan burla de sus víctimas y ataquen a España. Gozan de la protección del gobierno Rodríguez y del favor de la Fiscalía General del Estado. Otegui ha convertido a Rodríguez en su prisionero político y a Conde-Pumpido en escudo frente a lo que todavía resta de Justicia independiente. Manda sobre Rodríguez, al que atemoriza con la amenaza de romper la baraja y que el bandidaje terrorista vuelva a hacer sangre, una vez que, como advierten las autoridades francesas, ETA aprovecha la pamema del alto el fuego permanente para reorganizar sus cuadrillas de asesinos, fortalecer sus reservas económicas y rearmarse. Sus huestes criminales serán los experimentados gudaris de un País Vasco independiente que reclama la anexión de Navarra y parte de La Rioja, de Santander y del territorio burgalés del Ebro. Reivindicaciones expansionistas a las que Rodríguez no se opondrá. LOS PUEBLOS NO ACOSTUMBRAN A SESTEAR EN LA MIERDA LA cita de Loyola de Palacio sobre la resuelta inclinación de Rodríguez de retornar a la República del Frente Popular, la III en realidad tras la subversión revolucionaria de la II, me hace recaer en otra de José Pla, hoy en el escaparate editorial tras la publicación de "La segunda República española" que compila sus artículos de aquel periodo: "La Primera República Española originó la tercera guerra carlista. La Segunda República originó la guerra civil de este siglo. Las Cortes del Frente Popular crearon un bando de la guerra civil. El asesinato de Calvo Sotelo fue la chispa que creó el bando contrario". ¿A que otro enfrentamiento nos conduce ahora Rodríguez con su empeño en que crear una IV República, transitoriamente coronada, que concibe como una amalgama de las tres precedentes? También cuadra esta otra cita de Pla encaja con la desembocadura de la claudicación de Rodríguez ante el terrorismo etarra mediante una falsa paz: "Este país de las guerras civiles ha sido también pródigo en abrazos en los campos de batalla, de efectos puramente momentáneos". No será más duradera la resultante del abrazo de Rodríguez con los secesionismos taifales y con el terrorismo. España, sin duda, se va a la mierda de la mano dirigida de Rodríguez. Pero los pueblos no resisten mucho tiempo atrapados en la mierda y para liberarse de ella suelen trocarla en sangre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿la moncloaca?