Rajoy se deja engatusar por Zapatero
Eusebio Cedena Gallardo
1 de junio de 2006. Parece que desde que gobierna Zapatero, los debates sobre el Estado de la Nación han venido a menos. El presidente del Gobierno es un político de discurso plano y durmiente, un parlamentario de verbo gastado y falto de recursos, sin dialéctica ni chispa, ausente total de brillo y plagado de desinterés a manos llenas. A Zapatero no se le ha escuchado aún, me parece a mí, una intervención parlamentaria a la altura del cargo que ostenta. La soporífera retahíla de datos y cifras que soltó este martes en su discurso de apertura del debate demostró una vez más, y más que nunca, que Zapatero no ha sido llamado por el camino de la oratoria, precisamente. Lo suyo cuando habla es materia gris. Eso, y vuelta al pasado, la gran obsesión zapateril, los reproches al PP de Aznar y más atrás aún. Por ahí la cosa parece que no tiene remedio: es algo compulsivo.Lo malo, sin embargo, de esta parece que inevitable circunstancia es que Rajoy, habitualmente brillante en la tribuna de la Cámara Baja, da toda la sensación de haberse contagiado con el virus de la política de bajura y estar más desinflado que el tripartito de Maragall. A Rajoy le está comiendo el terreno la insulsa verborrea gubernamental y algo me dice que en este debate había más del político vencido por las circunstancias que del líder que tiene clara su alternativa de gobierno y piensa defenderla con todas las consecuencias. Desde luego, el líder del PP ha tenido tardes mejores.En fin, que el debate fue un tostón, amigo lector. Zapatero durmió al hemiciclo por la mañana y Rajoy por la tarde, con algún pequeño sobresalto. El líder de la oposición, es cierto, no puede evitar presentarse siempre más brillante, ágil y en forma que Zapatero, eso va de natural, pero no estuvo a la altura de lo que se esperaba de él. Desde las reformas territoriales hasta la tregua terrorista, España está en un momento decisivo, y ni el presidente del Gobierno ni el jefe del PP estuvieron a la altura de las circunstancias nacionales. Demasiado pasteleo, tal vez, sobre todo por parte de un Rajoy que se deja llevar y está despistando mucho al personal.En este escenario, claro, el que pierde, y por goleada, es el propio Rajoy, que ha caído en la trampa zapateril y se ha dejado ir por ese complejo tan habitual y tontorrón de la derecha de no ser lo que se es y parecerse a otra cosa. El visceral y superagresivo discurso de Ferraz liderado por Pepiño Blanco contra los populares está surtiendo efecto y arriconando a Rajoy y los suyos, un error de bulto, sobre todo si se tiene en cuenta que las encuestas demuestran, una y otra vez, que la sociedad española no tiene en Zapatero más confianza de la justita-justita y todavía se le puede noquear con una política de claridad y contundencia que millones de españoles siguen esperando. En fin, se comprende bien a estas alturas que, en realidad y con la que está cayendo en España, el que no termina de despegar no es Zapatero. Es Rajoy.
miércoles, mayo 31, 2006
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