lunes 29 de mayo de 2006
La ‘cultura’ al rescate
Óscar Molina
‘ Nosotros, la gente de la Cultura’. Ese latiguillo es ya un lugar común, un tópico que identifica por sí solo el comienzo del martilleo político de nuestros intelectuales y artistas, campeones de la obra vulgar subvencionada y puntuales cobradores del frac políticamente correcto. Cada vez que se escucha esa frase, podemos estar seguros de que la Cofradía de la Solidaridad Asimétrica, la Procesión de la Pegatina del Doble Rasero, la Platajunta de Mezcla de Churras y Merinas, ha entrado en acción. Y lo suele hacer con envidiable puntualidad. Nunca falla, allá donde quede Memoria Histórica Selectiva que recuperar, Gobierno desafecto que derribar o “Proyecto de Progreso” que rescatar, aparecen ellos, la “gente de la Cultura”, para montar su chiringuito de pancartas y desplegar su elenco de frases hechas. Ha bastado que a Zapatero se le tuerza un poquito su vergonzante montaje llamado “Proceso de Paz”, ha sido suficiente que las encuestas respecto al asunto le den una mínima bofetada, para que el Apóstol del Talante haya levantado el teléfono rojo y llamado con urgencia a su particular Brigada Político-Social, versión creativos mediocres a que le echen una manita. La misma manita que luego ponen sin descanso para recoger la pasta que habrá de financiar sus partos, mayormente bodrios. Son los mismos que hace tan sólo tres años comprendieron que el muchachito de León no daba la talla, y se prestaron gustosos a proporcionar el empujoncito vía “Prestige” y Guerra de Irak. Son estos para los que, a lo largo de la Historia de la Humanidad, sólo han existido dos guerras dignas de ser tenidas en cuenta: la de Irak y la Civil Española. Los de siempre, los que inventan golpes de Estado del PP, los que un día comprenden que “Hay Motivo” y al siguiente se desmotivan para todo aquello que no lleve el sello de calidad ISO-Progre 9000. Los que achacan muertos al Gobierno facha en vez de a los que aprietan los mandos a distancia. Son los que ahora han puesto a su Sección Femenina a trabajar para que entregue “Rosas Blancas por la Paz” en apoyo a la última genuflexión del Estado de Derecho. Se trata del último empujoncito al mismo chico de León que necesita, ahora, que no se le tuerza su proyecto de próxima mayoría vía rendición de una Nación democrática ante una banda terrorista. Es muy curioso, porque estos mismos conseguidores de lemas de fortuna tienen entre sus cabezas visibles a quien un día, y respecto a la Guerra de Irak, hablaba de “la masacre y el descuartizamiento criminal de hombres, mujeres y niños inocentes”. Es llamativo, porque esas masacres perpetradas por el demonio Bush mientras Aznar le llevaba el tridente merecieron conciertos, manifestaciones, sentadas, concentraciones, y caceroladas de toda condición. Sin embargo, tantos hombres, mujeres y niños igualmente descuartizados por ETA jamás alcanzaron para provocar la mínima palabra, la menor llamada a su conciencia en desnivel. Esas muertes, al parecer, lo que merecen es un buen montón de rosas blancas para poner en el tiesto donde va a quedar enterrada la dignidad de una Nación y el recuerdo de sus víctimas, por las que nadie hará conciertos. Y yo digo que esas putas rosas se las pueden comer, ahora que la “nouvelle cuisine” ha descubierto exquisitos platos elaborados a base de flores. Otra opción bastante buena es que se las coloquen todas juntitas a Boris Izaguirre en ese sitio que tanto le gusta enseñar, como colofón a su afirmación de que el PP es más antidemocrático que ETA. O bien que adornen con ellas el pasillo de entrada a ese ensalzamiento anual de la mediocridad que, tratando de copiar patéticamente a los Oscar, celebran cada año para exponer su originalidad de turno. Pueden, si les place, usarlas como foto fija de su ideología marchita, o quizá utilizarlas de “atrezzo” en su próxima película sobre la “Guerra Civil”. Pero que no vengan con flores ahora quienes jamás cogieron una para poner en la tumba de casi mil inocentes, porque esas rosas que reparten habrían hecho magnífica corona si su obsesiva Paz de Bajo Coste hubiese tenido en cuenta a quienes sufrieron y sufren. Ahora, esas rosas no son sino cutres flotadores morales para el rescate de quien hace mucho tiempo que puso sus objetivos a la escasa altura de sus principios. Esta “gente de la Cultura” no engaña con rosas oportunistas, pero sobre todo no camela por su flagrante destiempo. Porque hubo un tiempo en que una rosa podría haber ayudado a quienes ni son Iraquíes, ni Republicanos, pero tuvieron igualmente que pasar horrendos tragos y hoy todavía los pasan. Y esa indiferencia de hoy y ayer es el mejor retrato de su burda maniobra, de la sensibilidad a voluntad, y la indignación por tiempos. Carecen de credibilidad, son demasiadas las fotos que se han hecho, pero son aún más las fotos en las que decidieron no estar. Sed, gente de la Cultura, coherentes. No entreguéis rosas. Entregad salvavidas
lunes, mayo 29, 2006
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