miercoles 31 de mayo de 2006
España es conducida al matadero de la historia
Ismael Medina
E SCRIBO acuciado por el tiempo. Deberes familiares ineludibles me obligan a escribir contra reloj y de manera espasmódica. Los acontecimientos se precipitan en cascada y signan los estertores de una España conducida al matadero de la historia sin aparente resistencia política y social. Tras la entrevista entre Rodríguez y Rajoy me preguntaba consternado: ¿Es crédulo Rajoy? ¿Le obligan a serlo? ¿Lo es por prudencia electoral? ¿Habría de serlo por el particular entendimiento que el sector "progresista" del PP tiene del interés de España? Me asaltan estas y otras muchas interrogantes tras la lectura de las intervenciones de Rajoy y de Rodríguez luego de dos horas de reunión en la guarida moncloaca. Todavía no ha trascendido cuando escribo lo que se dijeron Rodríguez y Rajoy y en qué quedaron. Pero no hemos tardado en conocer que Rodríguez pretendió vender a Rajoy la burra de una paz que infestará a España con el sida político que la extinguirá. Rodríguez, según Rajoy, le dio garantías de que "ningún compromiso" ha contraído el gobierno con la banda terrorista. No me parece que Rajoy lo haya creído, a juzgar por su respuesta a los periodistas cuando se lo preguntaron y su desalentado discurso en el debate sobre el Estatuto secesionista de Cataluña. Rodríguez es un mentiroso compulsivo que, además, cree verdades sus propias mentiras y las convierte en vomitonas de cerril desgobierno. No tardó en desdecir a Rodríguez el Fiscal Genera del Estado, en vestes de jefe del comisariado político del gobierno socialista en la Justicia. Otegui salió de su feudo neumónico vascongado, camino de la Audiencia Nacional, con gesto triunfante y agresivo puño en alto. Conocía de antemano lo que le esperaba en Madrid y que Rodríguez había negado a Rajoy. Todo estaba convenido desde hacía tiempo. No puede atribuirse al azar que a la reunión de la doble R haya seguido de inmediato el debate final en el Congreso del antitconstitucional Estatuto de Cataluña. Estatuto catalán y pacto gobierno-ETA forman un mismo cuerpo desintegrador de España. Lo proclamó eufórico el cacique de ERC en "Avui", recién salido del hospital:"¡Hemos ganado!". Y para subrayarlo reveló que durante la tenida de Perpiñán había dialogado largas horas sobre cuestiones políticas con los representantes de ETA. ¿Debemos entender que en Perpiñán se sentaron las bases para el anuncio del "alto el fuego permanente" del sanguinario bandidaje etarra una vez que el PSOE alcanzara el poder? Así inducen a presumirlo la euforia victoriosa del cabecilla de ERC y lo acontecido a partir de aquel turbio encuentro. Un día después del “alto el fuego permanente” conversé con un viejo amigo francés muy metido en los subterráneos del poder. Deseaba conocer su opinión acerca del encadenamiento de acontecimientos que han cambiado radicalmente el rumbo político español, tanto en política interior como exterior. Me respondió secamente: - Todo comenzó en Niza. - ¿Todo?, inquirí perplejo. - Sí. Chirac no perdonó a Aznar el acuerdo de Niza que sustraía a Francia su capacidad de decisión, en alianza con Schröeder. La sentencia de muerte política de Aznar fue dictada aquel día y no tras la alianza con Bush y Blair en las Azores. Pretendí hurgar más a fondo: - ¿Debo relacionar con ese “todo” la confidencia que un día me llegó relativa a la presencia de tres agentes de los servicios secretos franceses en la tenida de Perpiñán? - Esa cuestión, me respondió sigiloso, habrá de confirmarla tu fuente. Pero atente a los hechos, examínalos con frialdad, ponlos en orden y extrae las conclusiones pertinentes. - ¿Fue casualidad, le apremié, que nada más acceder Rodríguez al poder visitara Rabat y París, retirase las tropas españolas de Iraq, favoreciera el lanzamiento del Estatuto secesionista de Cataluña y alentara la aproximación del socialismo vasco al PNV? - Esos son hechos concluyentes, pero no todos. Olvidas otros de capital importancia que son a un tiempo consecuencia y motivación. Au revoir. Cortó y no me dio ocasión para plantearle otras interrogantes que despiertan mi curiosidad y me preocupan. Por ejemplo: si la ostentosa visita del monarca a Francia, su buenas migas con Chirac y las recíprocas muestras de gratitud están directamente emparentadas con la descarada subordinación política de Rodríguez a los intereses galos. No me parece que el origen francés de los Borbones sea suficiente para explicar la familiaridad que ha rodeado la visita. Pero de ésta y su análisis desde la perspectiva política española me llaman la atención dos coincidencias con la deriva de Rodríguez: el emplazamiento cronológico de la visita y el énfasis puesto en el encuentro con los exiliados españoles en Toulousse, la ciudad en que, bajo promoción y financiación soviéticas, Pasionaria y Carrillo crearon el Ejército Republicano Popular que fracasó en su intento de adueñarse de España tras la II Guerra Mundial para convertir en victoria comunista la derrota de 1939. Chirac agradeció la ayuda de los españoles en la lucha de la Resistencia, la cual fue más española que francesa, y de manera genérica la reciente de España. El monarca agradeció a su vez la ayuda prestada por los gobiernos franceses a nuestros exiliados. Pero olvidó, ¿caritativamente?, el horror de los campos de concentración bajo vigilancia senegalesa en que los exiliados de a pie fueron internados, los muchos que en ellos perecieron a causa de las miserables condiciones a que estaban sometidos y la explotación a que no pocos fueron sometidos a cambio de liberarlos de aquel infierno. Lo ha relatado, entre otros, el exiliado cenetista Francisco Olaya Morales. Me pregunto si también el monarca se ha enrolado en el empecinamiento de Rodríguez y su cohorte de tender un puente regresivo hasta nuestra guerra civil y sus precedentes frentepopulistas. ¿Ha trocado el monarca en projimidad con Rodríguez su indefinida función constitucional de arbitraje y moderación? No cabe esconder respecto a este mostrenco intento de vuelta atrás en la historia que ETA y Herri Batasuna son, a un tiempo, nacionalistas y marxistaleninistas. Nacionalcomunistas, en definitiva. Tampoco que la igualmente comunista Izquierda Unida se hermana con PNV y EA en el poder vascongado. Y menos aún que el socialismo depurado de López le baila el agua a todos ellos, más en clave largocaballerista que prietista, aunque para el caso tanto da. Lo cierto es que en Vascongadas como en Cataluña se reproducen las alianzas y compromisos que comparecieron en 1936 con sus correspondientes Estatutos, apenas una tarta de merengue en comparación con los promovidos ahora con el estímulo y el respaldo conspiratorio de Rodríguez. Nunca los rupestres nacionalismos vascongado y catalán han tenido más cerca que hoy sus ansias decimonónicas de independencia y la consumación de su odio sedicioso a todo lo español. ¿Cabe culpar tan sólo a Rodríguez y a la sumisa mediocracia que lo rodea? ¿O habremos de admitir también que entre masones anda el juego, pese a no ser políticamente correcto mencionar a los Hijos de la Viuda y subrayar su decisorio poder? El discurso de Rajoy durante el innecesario debate parlamentario sobre el Estatuto de la “nación catalana” fue el del político engañado o que se dejó seducir, no tanto por las mentiras de Rodríguez como por los centro-progresistas que en el seno de su partido le metieron en la trampa de participar en los enjuagues parlamentarios del Estatuto catalán y del “alto el fuego permanente” de ETA-HB. Por formación y profesión cree Rajoy en el Estado de Derecho y tardíamente descubre, muy a su pesar, que pereció entre la sangre del 11 de marzo lo que restaba de no ya de Estado de Derecho sino de Estado español. La pretensión suicida de los centroprogres del PP radica en restarle votos al pseudosocialismo de Rodríguez. No sólo ignoran que las elecciones las decide una franja reducida del voto del descontento y el índice de abstención. Olvidan que existe una importante masa de electores que votan al Partido Popular tapándose las narices y movidos por el temor a la victoria del frentepopoulismo , hoy en el poder por el “accidente” del 11 de marzo. Es muy posible que muchos de ellos retiren su voto al Partido Popular si no rectifica y abandera una defensa corajuda y sin fisuras de la unidad de España. Sobran las milongas retóricas cuando España está en peligro y la democracia muestra livideces cadavéricas, apuñalada por quienes, desde el poder, reverdecen sus demonios totalitarios.
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