miercoles 31 de mayo de 2006
Debate sobre el estado de la Nación
Y ZP se lo cree
Emilio J. González
Lo malo es que cuando Zapatero se baja de la tribuna de oradores y abandona el hemiciclo, se cree que es verdad todo lo que ha dicho a sus señorías y a todos los españoles y así pasa lo que pasa.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pintado un panorama económico en su discurso sobre el estado de la Nación poco menos que idílico. Según ZP, la economía española es poco menos que de cuento de hadas gracias, por supuesto, a la brillante gestión de los asuntos económicos que están llevando a cabo los socialistas. Por desgracia, la realidad dista mucho de las palabras vacías de contenido del discurso presidencial, unas palabras que, mucho me temo, el propio Zapatero se las cree y así nos va como nos va.
Zapatero ha desplegado toda una amplia batería de buenos datos macroeconómicos y de empleo que, por supuesto, son reales. Pero es que esos grandes resultados de los que se siente tan orgulloso nuestro flamante presidente del Gobierno en realidad no le corresponden a él, sino todo lo contrario. Son el fruto de la gran labor en política económica desplegada en los ocho años de Gobierno del PP, no de una política económica emanada del Ejecutivo socialista que ha brillado por su ausencia. Es más, si hay alguien a quien de verdad le corresponde algún merito en toda esta cuestión dentro del Gabinete socialista no es a ZP sino al vicepresidente económico, Pedro Solbes, que siempre que ha podido ha frenado las disparatadas ideas en materia de economía surgida de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno. Gracias a ello, hoy la economía española crece al 3,5% y se han podido seguir creando dos millones más de puestos de trabajo, pero todo ello es, ni más ni menos, que la herencia recibida por los socialistas de sus antecesores en el poder.
En cambio, en cuanto pasamos a analizar las realizaciones del Gobierno, el signo de las cosas cambia radicalmente. Zapatero ha tenido el cinismo de decir que su labor ha infundido nuevas dosis de confianza en la economía española cuando actuaciones tan escandalosas del Ejecutivo como las relacionadas con las OPAs sobre Endesa, o la presencia de la mano del Gobierno detrás del intento de asalto de Sacyr Vallehermoso al consejo de administración del BBVA, lo que en realidad han provocado es un aumento de la desconfianza hacia nuestro país porque demuestran que este Gobierno no se para ante nada ni ante nadie con tal de salirse con la suya en unos objetivos que llegan a poner en peligro, incluso, la unidad de España. Con Zapatero ha vuelto el riesgo regulatorio a la economía española, la inestabilidad de las reglas de juego de cara al futuro, y, con ese riesgo, ha retornado la desconfianza.
En este sentido, aún hay otra cosa mucho más grave. Zapatero ha destrozado la credibilidad de muchas de las instituciones básicas para el buen funcionamiento de la economía española y va camino de hacer lo mismo con las que aún conservan esa pátina. La Comisión Nacional de la Energía es una pantomima de organismo regulador independiente y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores cabe decir tres cuartos de lo mismo, por no hablar del Tribunal de Defensa de la Competencia al que su nuevo presidente, el socialista Luis Berenguer, ha dejado a los pies de los caballos después de que los vocales del mismo votaran en contra de la OPA de Gas Natural sobre Endesa y Berenguer se pronunciara pública y abiertamente en contra de esa decisión colegiada que tendría que haber asumido y no hizo porque lo suyo es ser socialista, no presidente de una institución independiente. Y como no basta con ello, ahora viene un nuevo capítulo en forma de candidatura del ex secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, a la sucesión de Jaime Caruana como gobernador del Banco de España. Pero Zapatero de esto tampoco habla porque son borrones demasiado grandes sobre la plana del examen sobre política económica que pretende hacer pasar por un ejercicio notable.
Lo mismo sucede si hablamos de aquello que Zapatero ha callado, esto es, de los problemas para las economías familiares que empiezan a derivarse tanto del encarecimiento del petróleo como de las subidas de los tipos de interés. Las recientes caídas de la Bolsa tienen mucho que ver con ello pero, claro, como hablar de estas cuestiones no se corresponde con la España idílica dibujada por ZP, el presidente, simplemente, optó por guardar silencio respecto a una situación tan espinosa como ésta.
Zapatero, por lo menos, ha tenido la decencia, a medias, de reconocer que dos de los más importantes problemas económicos a los que se enfrenta en estos momentos la economía española son la elevada y creciente tasa de inflación y el abultadísimo e igualmente creciente déficit exterior. Pero esto no es nuevo ni ha surgido por generación espontánea durante los dos años que llevan los socialistas en el poder. Por el contrario, su germen ya estaba vivo en los años anteriores y el Gobierno lo sabía y lo criticó con razón en su momento. Pero a pesar de los grandes y elocuentes discursos acerca de la necesidad de mejorar la competitividad de la economía española, lo cierto es que el Ejecutivo no ha llevado a cabo reforma alguna para conseguirlo y así estamos como estamos y con tendencia a ir a peor. Y eso por no hablar de la vivienda, donde el Ejecutivo no hace más que aprobar medida absurda tras medida absurda en vez de promover una política para liberalizar el suelo y una reforma de la ley de arrendamientos urbanos que incentive la salida al mercado de viviendas de alquiler. Para un viaje tan corto, no se necesitaban tantas alforjas tan repletas de dinero público malgastado.
Esta es la idílica economía española dibujada por ZP, una economía que no se corresponde con la realidad aunque, ya se sabe, el debate sobre el estado de la Nación es un ejercicio de marketing político para el Gobierno a la hora de defender sus actuaciones. Lo malo es que cuando Zapatero se baja de la tribuna de oradores y abandona el hemiciclo, se cree que es verdad todo lo que ha dicho a sus señorías y a todos los españoles y así pasa lo que pasa, que ya estamos otra vez con la cuestión de si se adelantan o no las elecciones generales al otoño de 2007 porque la economía no aguanta en buenas condiciones a la primavera de 2008 que es cuando tocaría.
Gentileza de LD
martes, mayo 30, 2006
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