lunes, mayo 29, 2006

La democracia como careta

lunes 29 de mayo de 2006
La democracia como careta
Ismael Medina
M I anterior crónica ("06.06.06") suscitó un vivo debate en el Foro. Debate, sobre todo, entre las ideas expuestas por quienes se asomaron a este abierto balcón de Vistazo a la Prensa. Mucho más que cualquier generoso elogio a lo que escribo me interesa esa pulsación polémica y de aportación de opiniones, siempre respetables y tantas veces enriquecedoras para mí. Dejo a un lado aquellas opiniones que me atribuyen proclividad partidaria. Aprendí desde muy pronto a repudiar cualquier "anti" y mi crítica procuro fundamentarla en hechos, comportamientos y documentación que considero válida. Siempre he admitido que no soy infalible y puedo equivocarme. En este aspecto nunca me ha importado lo más mínimo rectificar cuando a mis argumentos se han opuesto otros de superior autoridad. En lo relativo al 06.06.06 habrán percibido los lectores que me limité exponer diversas interpretaciones sobre el mismo, más o menos cataclismales, con explícita referencia a las fuentes, sin dejarme ganar por la angustia de unas u otras profecías. El próximo 6 de junio (06.06.06) asistiré gozoso a una comida que, entre colegas, organiza mi admirado Alfredo Amestoy cada vez que en el calendario coinciden tres dígitos iguales, cosa que ocurre todos los años. Una vez explayadas las anteriores salvedades abordaré algunas polémicas e inquietantes cuestiones de actualidad. Y lo haré, una vez más, desde la perspectiva de unos antecedentes históricos e ideológicos que acaso faciliten un mejor entendimiento de lo que acontece. LAS CARTAS MARCADAS DE LAS TITULACIONES PARTIDISTAS ATRAJO poderosamente mi interés el reciente y abrupto alegato de "ABC" sobre el peligro de un presumible repunte en España de la llamada "extrema derecha". La fijación geométrica de las opciones políticas no pasa de constituir un arbitrio de posición física en el hemiciclo parlamentario, nacido al parecer en las postrimerías del siglo XVIII. Pero emerge una gran confusión si a las formaciones políticas que se definen como de izquierda, centro o derecha las valoramos desde parámetros ideológicos objetivos. Más todavía en la actualidad. Lo que me induce a retornar sobre la teoría de la representación política de Francisco Javier Conde, mi admirado catedrático de Derecho Político en la Facultad de Derecho, allá por los cuarenta. Teoría que nos fue muy útil a Francisco Fernández Vallelado, entrañable amigo ya desaparecido, y a mí para enhebrar el análisis comparativo de las constituciones norteamericana, portuguesa y soviética, entonces vigentes, que el profesor Conde nos encomendó. Un estudio que nos confirmó su tesis de que "el fenómeno representativo es independiente del principio de la libertad individual o de la división de poderes. Puede darse en cualquier régimen político: en la Monarquía absoluta, como en el régimen parlamentario y corporativo". Criterio éste asentado por Hegel cuando escribía que el Estado "puede poner toda su infinitud y su honor en un detalle cualquiera". Y añado esta otra consideración de Conde al respecto: "El grado de la representación dependerá de la intensidad de la instancia representativa para producir vivencias en que la comunidad de valores sea vivida en su plenitud integral y como totalidad intensiva". Cabe preguntarse, a la luz de los acontecimientos, en particular los que nos agobian en España, si la democracia partitocrática está basada en una comunidad de valores vivida en su plenitud o, por el contrario, ha devenido en careta tras la que se esconde un proceso de descomposición del sistema y de persistente violación de las libertades esenciales. LOS EXTREMOS COMO COARTADA LA ficción de la extrema derecha y de la extrema izquierda no resisten un análisis serio. Se trata de creaciones dialécticas encaminadas a atribuir vitola democrática a los partidos políticos preeminentes que se atribuyen la condición de derecha o izquierda. De mis ya lejanos tiempos romanos recuerdo que la Democracia Cristiana financiaba bajo cuerda al MSI para justificarse en la existencia de un peligro de renacimiento fascista. Y que con igual propósito creó el Partido Comunista el PSIUP, mera presunción radical a su izquierda. Simples artimañas dialécticas. La DCI se encogería luego, hasta casi desparecer, como consecuencia de un corrimiento atolondrado hacia el centro izquierda que desconcertó a su electorado al tiempo que se derechizó el MSI, creció en votos y entró en el gobierno con Berlusconi. El PCI se transformó en socialdemocracia, dejando a su izquierda un PCI testimonial y ahora gobierna, junto al democristiano progresista Prodi, en un totum revolotum de 14 partidos con reparto de ministerios. ¿Dónde queda la representatividad afincada en valores comunes sólidamente sentidos y compartidos? La situación en España es aún más demencial, cual corresponde a la muy peculiar idiosincrasia del personaje que, "por accidente", se encontró un día catapultado a la presidencia del gobierno. Ya expliqué hace meses en una de mis crónicas la endeblez psicosomática de Rodríguez, cuya certidumbre me confirmaría un prestigioso psiquiatra. Prisionero de no pocos complejos y frustraciones ha encontrado en el poder la ocasión de satisfacer sus más íntimos resentimientos. La apelación a la memoria de su abuelo fusilado enmascara los que realmente le atosigan desde una infancia y juventud de perdedor y dócil subordinado. Y si los sueños de la razón engendran monstruos, los sueños de la sinrazón desembocan en la arbitrariedad y el disparate, además de en perturbadora permeabilidad a la influencia de quienes arropan al orate, le prestan ideas o alimentan su recrecida vanidad de triunfador infalible. He conocido en mi larga vida enfatuados personajes de esta catadura. Todos propendían a rodearse de una camarilla de mediocres y ambiciosos que les siguieran el juego. Y era frecuente que entre ellos se colara alguien más despabilado y con el colmillo retorcido. Una suerte doméstica de Mazarino como la que hoy encarna Pérez Rubalcaba. La izquierda virtual ha retornado con Rodríguez al monte totalitario del que procedía. Pero con la primitiva ideología encasquillada en resobados tópicos. Ansia el poder por el poder. Un dominio interesado de la granja, aunque quede empequeñecida de tanto vender parcelas al primer chamarilero político que le asegure mayoría parlamentaria, sea cual sea su etiqueta o lleve el trabuco del terrorismo escondido bajo la capa de una falsa democraticidad. Desconozco si de niño alfeñique jugaba Rodríguez a cambiar estampitas y si siempre llevaba las de perder. Pudo ser así y eso explicaría que ahora, instalado en el poder, se resarza cambiando con los marrulleros del separatismo trozos de España como si fueran cromos. La sangre del 11 de marzo le proporcionó una mayoría condicionada. Y para hacerla absoluta ha convertido el Estado en feria de chalanes, cuando no en Patio de Monipodio. Su mayoría es tan variada como la de Prodi en Italia. ¿De izquierdas? ¿Acaso no es CiU el predio insaciable de la alta burguesía catalana siempre mamando de la ubre de España hasta dejarla exhausta? ¿Acaso el PSC, como se ha demostrado con el escándalo de la sucia OPA de Gas Nautral sobre Endesa, no se ha convertido en mero brazo instrumental de La Caixa, el becerro de oro del capitalismo catalanista? ¿Acaso no es el PNV desde su origen el brazo político de un absorbente capitalismo vizcaíno que se vale del terrorismo etarra, nacido de su matriz clerical, para chantajear al gobierno de la Nación española cuando es débil o, como ahora, evidencia vocación de prostíbulo político? ¿Y es de izquierdas ese otro socio que atiende por las siglas de CC? ¿Y a qué oscuras e interesadas dependencias, además de a los grandes errores de Fraga, debe el PSG su acceso al poder de la taifa? Y suma y sigue. Pero hay más: ¿Acaso no está imbricado con el gran capitalismo internacional el poder mediático polanquista que imparte magisterio a Rodríguez, lo respalda y lo utiliza en su beneficio financiero? Pues esta y no otra es la representatividad popular que se atribuye el hoy más que nunca sólo P de Rodríguez. Un supuesto populismo instalado sobre la superchería, la demagogia y el arbitrismo. "ABC" TEME ALGO MÁS QUE A UNA FANTASMAL EXTREMA DERECHA HACE tiempo que "ABC" 'perdió las señas originarias de identidad que le imprimió su fundador. Desde que el siempre ambiguo capitalismo vascongado se apoderó de Prensa Española, al "ABC" se le ve cada día más el plumero de un doble juego político. No es extraño que pierda clientela. Se le mueren los que todavía lo compraban por las esquelas. Y se le van a otros predios periodísticos muchos lectores que coadyuvaron de manera decisiva al éxito de Ansón. Me refiero a los católicos que se quedaron sin "Ya", su órgano natural, y los patriotas que se sumaron a la bandera de "El Alcázar". Buena parte de esos dos paquetes de lectores se fueron a "La Razón" tras de Luís María, nunca claro. Pero se han visto igualmente defraudados por el giro catalanista de su propietario, quien de su padre parece haber heredado tan sólo el manejo del capital. No el acendrado amor a España del gran Lara. Tampoco "ABC" atrae a la juventud actual, la cual cada vez lee menos. Al "ABC" le queda una clientela residual que se resiste a cambiar de hábitos."ABC" parece haberse situado junto al semáforo de un cruce de caminos políticos en el que vende palabras a los transportistas partitocráticos, según convenga, aunque, eso sí, cubriéndose con ataques retrospectivos al franquismo, venga o no a cuento. Es lógico que me pregunte si su estrepitosa aireación de una eventual amenaza electoral de la "extrema derecha" respondía a inspiración gubernamental o de alerta al PP. Las "extremas derechas" europeas en crecimiento que "ABC" enumeraba concretan en cada país una reacción específica frente a los problemas que atosigan a sus respectivas sociedades. Y conforman, por lo general, un solo partido. Son opciones que se nutren de un malestar social más o menos extendido. Y tienen en común como aglutinante un líder con personalidad, el cual les proporciona, además, un válido soporte económico, sea propio o aportado de manera subrepticia por grupos de poder empresarial que se siente amenazados. No es la primera ocasión en que sucede. El fenómeno se registró ya con anterioridad en periodos de crisis. Sobre todo en Italia y Francia. ¿Recuerdan, por ejemplo, el movimiento del "Hombre cualquiera"? También España es diferente en este plano. Lo que convencionalmente podría clasificarse como extrema izquierda (IU, ERC, BNG.) están con el poder rodriguezco y chupan de él. Y lo que "ABC" engloba como "extrema derecha", está constituido por un buen número de pequeños grupos cuyo denominador común es la defensa de la unidad de España. Algunos de los ellos propugnan una política social robusta, otros el sentimiento católico de la existencia y tampoco falta una actualización del carlismo. Pero su soldadura es harto problemática, especialmente por la resistencia de algunos de su dirigentes a dejar de ser cabeza de ratón. Sucede, además, que sus recursos económicos son muy pobres y dependen esencialmente del entusiasmo de sus militantes para hacerse ver. A LO QUE SE TIENE MIEDO ES A LA QUIEBRA DEL SISTEMA EL miedo explayado por "ABC" no proviene de una valoración objetiva de la capacidad de esos grupos para unirse, sino del potencial de convocatoria que podría tener alguien con buena imagen, capacidad de comunicación y respaldo económico para atrapar y organizar en un movimiento reivindicativo con atractivas ofertas al creciente espectro social de los españoles descontentos, preocupados o cabreados. A esos sectores que cada día desconfían más de la clase política partitocrática y votan, tapándose las narices, a lo que, sea a la izquierda o la derecha convencionales, consideran lo malo que sienten más cercano a sus primerizas adhesiones. A diferencia de otras naciones europea a las que no preocupa su eventual fraccionamiento, Francia y Alemania sobre todo, el más grave problema a que se enfrentan los españoles es la quiebra de la unidad nacional, a la que Rodríguez y su camarilla se han dado con fruición, no está muy claro si llevados por una aguda esquizofrenia política o por obligada servidumbre a quienes movieron los hilos de la matanza del 11 de marzo para auparlos al poder. Frente a un poder totalitario como el del P y sus satélites, no sirve guardar las formas del espejismo parlamentario ni cosechar firmas por millones para exigir lo obvio. Tampoco bien construidos discursos, ora moderados ora inflamados. Y menos aún las apelaciones a una constitución que nació gazpachosa y que tiene su matriz destrozada de tantas violaciones impunes. España está tirada en la calle, rodeada de basura. Y para rescatarla hay que salir a la calle, limpiarla de basura y tocar a rebato para despertar a una sociedad somnolienta y que sea ésta la que solidariamente se apreste a salvarla. Le cuadra al gobierno Rodríguez, y acaso ahí radique la clave de su enloquecida deriva, la profecía de Engels de que el marxismo debía dejar que el Estado y la política mueran: "Al gobierno sobre las personas, sucede la administración de las cosas y la dirección de los procesos de producción". Tesis esta nada diferente en su entraña a la expuesta por David Rockefeller en 1996, a la que más de una vez me he referido. LA REACCIÓN SOCIAL FRENTE A LA INMIGRACIÓN NO ES XENÓFOBA NI RACISTA EL segundo gran problema, común a toda la Europa económicamente desarrollada, es la marea inmigratoria. Otro día me ocuparé de sus causas y de la contradicción que existe entre altos índices de desempleo y la necesidad de mano de obra inmigrada para labores que correspondería realizar a los nativos en paro o acogidos a la mandanga electoralista del PER. Yerran por desconocimiento o demagogia quienes adjetivan de xenofobia e incluso de racismo a los que se muestras preocupados por una invasión a la que el gobierno Rodríguez ha abierto las puertas de par en par y provocado reparos o condenas, según los casos, de otros gobiernos a los que, vía España, les llega la avalancha. Se trata ante todo de un problema social que, de manera inevitable, provoca fenómenos reactivos cada día menos controlables. Una cuestión eminentemente social reiterada a lo largo de la historia, tanto si el sentimiento de opresión es frente a una clase dominante que respecto una inmigración asfixiante. Vale para situarlo el resumen que Ismael Herráiz, uno de los grandes periodistas españoles del siglo XX, hacía de "Die Bevölkerung un die Brereufe der Judem in Deutschland", del judío Heinrich Silbergleit. Lo tomo del libro de Herráiz "España a oscuras (Ediciones Atlas, 1945), un título sin duda profético: "Heinrich Silbergleit no ha tenido remilgos para exponer cuál es la situación de los judíos en las más importantes profesiones. En Berlín, por ejemplo, de 3.400 abogados, 1.850 eran judíos, y judíos también los tres altos cargos de la Cámara Nacional de Abogados. De los 44 directores médicos de la capital, 20 eran hebreos. Tenían mayoría absoluta en las Bolsas de Valores, efectos, hipotecas y metales; desde las agencias informativas y desde los periódicos más importantes, como el "Berliner Morgenpost" y el "Berliner Ilustrierte Zeitung", de enormes tiradas, controlaban la opinión pública. Sus indiscutibles dotes de brillantez artística e ingenio les habían dado, casi de un modo absoluto, el monopolio del cine y del teatro, y su falta de escrúpulos morales tenía, necesariamente que poner su impronta en estos dos formidables elementos de la civilización moderna. La campaña de alcance casi universal contra la natalidad tuvo en cabeza a tres médicos judíos: Max Doman, la doctora Ruben Wolf y, sobre todo, la nauseabunda obra de Magnus Hirschfeld" . No trato con la anterior cita una mínima justificación de las atrocidades cometidas por el III Reich con los judíos. Pretendo tan sólo explicar la causa reactiva de que el antisemitismo hitleriano calara tan profundamente en la sociedad alemana y comience a renacer ahora. Ni que un parejo fenómeno reactivo se registre hoy en Rusia. Situaciones de esta misma naturaleza se dieron en la Europa medieval, aún antes que en España e incluso en algunos países con superior saña. Las algaradas contra los judíos, protegidos por reyes cristianos y moros, fueron entre nosotros de carácter popular. Reacciones sociales contra la usura de los prestamistas judíos, convertidos al propio tiempo en recaudadores de impuestos. Pretendo advertir con las anteriores anotaciones que suele resultar erróneo aplicar el rasero de los tópicos a fenómenos complejos. INSEGURIDAD Y CORRUPCIÓN FORZARÁN MOVIMIENTOS REACTIVOS EL tercer gran problema al que también hacemos frente en España es el de una desbordada inseguridad personal, pública e incluso jurídica. Y no aludo exclusivamente al terrorismo. Los índices de criminalidad han crecido espectacularmente hasta el punto de que, pese a una legislación penal permisiva y complaciente, la población penal en España se ha multiplicado por diez en las tres últimas décadas y se construyen nuevas prisiones sin cesar. Problema unido al de una corrupción galopante que gangrena las estructuras políticas, administrativas y financieras, amén de contagiar a una sociedad cada vez más ayuna de principios morales y alienada por un procaz dirigismo consumista. Y todos estos problemas acuciantes son los mimbres reales que promueven los fenómenos sociales de índole reactiva que cobran vigor cuando comparece un liderazgo capaz de capitalizarlos y de enfrentarse al sistema establecido del que proceden. En otros países europeos han aparecido en escena y han servido de catalizador al descontento. Pero no en España, al menos por ahora. Es posible, sin embargo, que asistamos a reacciones sociales virulentas si se confirma la entrada en un nuevo ciclo de recesión económica de la que resultarán daños irreparables para un amplio sector de la sociedad. Y no cabe desconocer al respecto la existencia de un fondo de crispación que sólo los ciegos se niegan a admitir. ¿QUÉ SE ESCONDE REALMENTE TRAS LA SONRIENTE CARETA DE RODRÍGUEZ? ¿Qué esconde Rodríguez tras la sonriente careta con que vino al mundo. Aunque todavía no entre nosotros, se le ha caído ya en el mundo exterior al que tanto sedujo en principio. En las reuniones de altos dirigentes europeos deambula como un huésped incómodo. E incluso periódicos de tan acuñada vitola progresista como "Le Monde" arremeten contra su delirante deriva en cuestiones capitales para la consistencia del Estado y el ser de España, las cuales también afectan a Europa. ¿Habremos de admitir que esa careta no es tal sino expresión acabada de lo que realmente es? En ese caso habríamos de preguntarnos, como tantas veces he planteado, qué poderes mueven desde la sombra los hilos de este afectado títere de guiñol político. No cabe olvidar que Fernández Ordóñez contribuyó de manera decisiva a desmantelar la UCD de Suárez y convenció a Leopoldo Calvo Sotelo de convocar elecciones para que las ganara el PSOE después de entrevistarse en los USA con Paul Volver, Blumenthal y otros miembros preeminentes del CFR y la Trilateral. Ni que Santiago Carrillo se dio a desmantelar el PCE en beneficio del PSOE después de su visita al CFR en Nueva York, servicio que se le ha pagado con la preservación de su imagen como demócrata ejemplar y autor cualificado del transaccionismo democratizador, amén de esconder su condición de genocida. Ahora se habla de sustituir a Moratinos por Javier Solana. Una eventual operación destinada a desbancar a Rodríguez, una vez cumplida la tarea para la que fue catapultado a la presidencia del gobierno sobre el sangriento escudo del 11 de marzo. Solana se encuentra muy gusto donde está y nada le apetece meterse en el avispero madrileño. Pero Solana, no debe olvidarse, fue el hombre del poder mundialista en la OTAN y lo sigue siendo ahora como mister PEC. También él, aunque a disgusto, hará lo que se le ordene.

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