miercoles 31 de mayo de 2006
Debate sobre el estado de la Nación
Pinocho y Pepito Grillo
Ignacio Villa
Pinocho no ha querido hablar de los derechos básicos de todos como son la libertad y la vida. Y Pepito Grillo ha aceptado la petición del muñeco de madera: "me puedes llamar la atención en algunas cosas, pero no en esa".
Pinocho ha estado en el Congreso. Al principio, cuando ha irrumpido en escena, su aspecto era similar al resto de los muñecos. Simpaticote, superficial, juguetón y simple. Un juguete que hace gracia pero que nadie se lo toma en serio. El problema ha surgido cuando Pinocho ha empezado a hablar –y, por cierto, habla por los codos– y la nariz, como manda la tradición, ha empezado a crecer. Una nariz enorme, cada vez mayor ha ido apareciendo sobre el rostro del muñeco, como la señal inequívoca de la extensa colección de mentiras que se han escuchado en el Congreso.
Mentiras de todo tipo, de todo tiempo, de todo lugar, de todo pelaje, de todo color, de todo origen. Pinocho ha sacado toda su artillería pesada. Sabía que se iba a notar, que la longitud que adquiriría su nariz sería imposible de ocultar, pero ya no le importa casi nada. Es algo que ya es habitual y, por tanto, comienza a formar parte del paisaje. La nariz de Pinocho hace mucho tiempo que no presenta su porte habitual. Pinocho no sólo miente mucho, además lo mezcla todo; mezcla la historia, el pasado reciente y el presente. Y desfigura el futuro. Pinocho se ha convertido en un peligro público, con el agravante de que le ríen las gracias.
En el Congreso también ha estado Pepito Grillo. No podía faltar. Como recoge la tradición debería haber sacado los colores a Pinocho en público, pero ha sido incapaz de hacerlo como se merece. Es verdad que Pepito Grillo habla muy bien y es muy brillante. Es ágil, incisivo, mordaz y capaz. Ha reprochado a Pinocho un buen ramillete de irresponsabilidades, aunque en esta ocasión no haya sido suficiente. Porque lo cierto es que Pepito Grillo no le ha cantado todas las verdades del barquero a Pinocho y éste, lejos de reconocer sus mentiras, se ha crecido. Además hay algo que ha llamado la atención. Pepito no ha ejercido de conciencia de Pinocho en la cuestión clave. Hay mentiras de mayor y menor calibre y Pepito Grillo se ha fijado en algunas pero ha dejado de lado la más importante.Pinocho no ha querido hablar de los derechos básicos de todos como son la libertad y la vida. Y Pepito Grillo ha aceptado la petición del muñeco de madera: "me puedes llamar la atención en algunas cosas, pero no en esa". Pepito ha accedido y ha caído en la trampa. Le ha hecho el juego a Pinocho y el muñeco mentiroso no ha perdonado. Y que nadie se engañe, las historias de relojes y tiempos son una excusa sin fundamento. El error ha estado en aceptar el juego de Pinocho; un muñeco con una nariz tan larga no es de fiar.
Gentileza de LD
martes, mayo 30, 2006
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