miércoles, julio 02, 2008

Marcello, Julieta en el jardin

miercoles 2 de julio de 2008
LAS PESQUISAS DE MARCELLO
Julieta en el jardín

Mirando, encendido entre las estrellas, el balcón de los suspiros, Marcello espera la súbita aparición de la divina Julieta sobre el frondoso Jardín de las Delicias del PP para decirle aquello que el Cisne de Avon escribió en una de sus memorables e inmortales escenas: “¿Pero qué luz es la que asoma por allí? ¿El sol que sale por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro”. Sal, pues, Julieta, a tu balcón y haz sonar esa voz que delata tu encanto, a mitad de camino entre un ángel de alas plateadas y la inocencia novicia de Doña Inés, del alma mía.
Y dime, ¡oh Julieta!, si es más cierto que la princesa Soraya, escapada del cuento de Las mil y una noches, nos dará audiencia como prometió o si, todavía y por el contrario, permanece enredada entre cien asuntos y, en sus ratos libres, escondida en la cajita del reloj, contando las horas y el tiempo que pasa y se pierde, sin remedio y sin perdón.

De Valencia regresó, como el Cid, Don Mariano Díaz de Vivar, victorioso y campeón en las justas del PP, pero con dos heridas clavadas en peto y espaldares, obra del Bellido Dolfos, Aznar, un castellano desleal a su casta y a su gente que quiso hacerse notar dándoles a todos lección. Cuando lo suyo era callar, porque si bien es cierto que grande fue su victoria electoral en 1996 —por los errores de su adversario—, mucho más grande fue, desde la mayoría absoluta, su estrepitosa derrota del 2004, de la que sólo él tuvo toda la responsabilidad, por mentir a España sobre los atentados del 11-M y en la guerra falsamente santa de Iraq.

Y por lucir, en el monasterio de El Escorial, donde yacen y aún se pudren nuestros Reyes, la soberbia más grande y ridícula que nunca se vio en unos desponsales. Dando fe, con esa corte milagrosa de sus invitados, poderosos, ricos, famosos, truhanes y saltimbanquis, de que el entonces presidente del Gobierno había perdido la razón. Con anterioridad había causado alarma su desparpajo en el Canadá, fumándose un puro con los pies encima de la mesa y haciendo gracias, como si fuera —como al final lo fue en las Azores— el bufón particular de George Bush, el verdadero emperador.

Y por ahí sigue vuestro Bellido Dolfos, Aznar, dando cursillos en FAES sobre lo “políticamente correcto”, después de su maleducada e incorrecta exhibición, como presidente de honor del PP, en las tierras doradas de la reina Rita Barberá, una gran señora. Y toda una mujer, como tú, adorada Julieta, porque —retomando el hilo— “si tus ojos resplandecieran como astros en el cielo, bastaría su luz para ahogar los restantes, como el brillo del sol mata el de una antorcha”.

Haz señales, Julieta, porque veo a la princesa Soraya perdida entre tanto ruido y tanto vaivén. Y si bien hizo en colocar al bravo Pizarro al frente de la portavocía constitucional —después que el aragonés hubiera rechazado la manzana envenenada de la bruja de la Comunidad de Madrid—, también es verdad que Rosa Díez le pisa los talones, cada vez más ambiciosa, metiendo la mano ladrona en la herida abierta, por San Gil, en el PP, y dejándose ella columpiar por la extrema derecha mediática de El Mundo y la COPE.

Los que toman el pelo a la santa María Dolores e Inmaculada Concepción de Cospedal, y en los que se apoya Rosa Díez para agitar a la opinión, con su guerra de guerrillas, disfrazada de Pimpinela, del pelo, escarlata. Con un manifiesto por aquí y un debate sobre Ibarretxe por allá. El que le pone a Pepe Bono —otro que fue de boda, con más sensatez— los ojos más redondos y asombrados, como si acabara de ver un fantasma en la ministra Chacón de la cuota catalana, presumiendo de edecana (más cuota) y de aguerrida estratega militar que se carga, de un plumazo o cañonazo, cual sastrecillo Valiente, a la cúpula militar.

Déjate tentar, querida Julieta, por la varita mágica de la reina Map. ¿Acaso no la conoces? Te la voy a presentar: “Es tan pequeña como el ágata que brilla en el anillo de un regidor. Su carroza va arrastrada por caballos tan leves como átomos, y sus radios son patas de tarántulas, y sus correas son de gusano de seda; los frenos de rayos de luna; huesos de grillo e hilo de araña forman el látigo; y un mosquito de oscura librea, y dos veces más pequeño que el insecto que la aguja sutil extrae del dedo de ociosa dama, guía el espléndido equipaje. Y una cáscara de avellana forma el coche elaborado por la ardilla, eterna carpintera de las hadas”. ¡Ríndete a Map!, Julieta, y llama de una vez a ver si vemos pronto a la princesa Soraya en el Jardín de las Delicias del PP.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=02/07/2008&name=marcello

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