martes 1 de julio de 2008
El triunfo de la España del esfuerzo…
José Oneto
El triunfo de España ante la Eurocopa, un auténtico acontecimiento histórico que hemos podido vivir en directo en Viena, un acontecimiento que no se producía desde que el Caudillo de España, en plena dictadura, vio que el gol de Marcelino se convirtió en el signo de todo un régimen, se ha transformado en el mayor acontecimiento deportivo de España en la reciente democracia española.
En esta ocasión, Marcelino se ha convertido en Torres, en el niño Torres, en el antiguo jugador del Atlético de Madrid, que nada tiene que ver con el régimen anterior, y con el héroe Marcelino, y que se ha convertido, sin él quererlo, en el signo de una nueva generación, de una nueva etapa en la historia de España, que nada ha tenido que ver con la anterior y que ha conseguido, una vez recuperada la democracia, en el auténtico símbolo de ese “proyecto en común”, como ha sido la selección nacional española.
Quizás el gran triunfo ha sido el de los componentes de la selección (muy pocos por encima de treinta años), que han tenido la capacidad de creer en un proyecto en común, que se han convertido en un objetivo muy por encima del proyecto deportivo de quienes están al frente del triunfo “galáctico” que poco iba a dar más de sí.
Los 23 convocados por Luis Aragonés se han convertido en el proyecto de una selección nacional, sobre todo en el proyecto ilusionante que ha dado España su mayor triunfo y su mayor gloria en un campeonato europeo donde, en principio, estaba todo perdido y que todo se ha ganado gracias al esfuerzo, al trabajo, a la capacidad de sufrimiento, al ilusionante trabajo en común, en equipo.
El domingo, cuando España tenía todas las posibilidades de ganar, Alejandro Blanco, el hombre del COI (Comité Olímpico Internacional) que ha intentado que el Himno Nacional tenga una letra, se lamentaba de que por peleas internas, por filtraciones mediáticas, el Himno Nacional que él había propuesto para este tipo de acontecimientitos deportivos, donde la selección es algo más que un equipo y representara lo que es: el “auténtico espíritu nacional” y, sobre todo, la idea de nación unida a todo un símbolo, se convirtiese en un objeto de pelea y enfrentamiento.
Cuando una selección, como la española, lucha por un título, lucha mucho más que por un simple título, lucha por un país, por un proyecto de país, y por algo más que un partido. Lucha por una nación.
Esta selección española que durante más de veinticuatro horas ha paralizado el país, que se ha identificado con los intereses nacionales, que forma parte de una generación que no ha pasado de los treinta años y que tiene una visión de la historia de España bastante peculiar, está formada por jugadores que no sólo proceden del Madrid o del Barca. Vienen del Deportivo, del Valencia, del Villareal, de Canarias, de grandes combinados extranjeros, donde han encontrado un sitio privilegiado por su buen hacer y por su forma de jugar.
Es, en cierto modo, la representación de la España real, esa España que trabaja cotidianamente sin afán de protagonismo, de esa España desconocida en la que el único valor es el esfuerzo personal, el duro trabajo cotidiano.
De verdad es la España real, la España que se esfuerza, que nada tiene que ver con la España del pelotazo.
Todo esto es lo que ha ganado en Viena y lo que a todo el país ha entusiasmado, a pesar de las dificultades en Madrid, en Cataluña, en el País Vasco y en todo el territorio nacional. El fútbol nos une y hace de este gran país una gran nación.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/07/2008&name=oneto
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