martes, julio 01, 2008

Explosion de euforia en España

martes 1 de julio de 2008
Explosión de euforia en España
El brillante triunfo de la selección española de fútbol en la Eurocopa es, ante todo y sobre todo, un éxito deportivo. Después de muchos años de frustraciones y decepciones, los profesionales del deporte rey han conseguido por fin estar a la altura de los campeones de otras disciplinas. España ha sido la mejor en todos los aspectos, tanto por la calidad de su fútbol como por los resultados obtenidos. Cada uno de los jugadores ha cumplido con su función, sin protagonismos individuales, más allá de la contribución al éxito colectivo. No obstante, sería injusto ignorar los méritos especiales de Íker Casillas, consagrado ya como el mejor portero del mundo; de una defensa sólida e infranqueable en los tres partidos decisivos, a pesar de las dudas que había suscitado; de los centrocampistas en su conjunto, con referencia singular para Xavi Hernández, elegido como mejor jugador del torneo, o de David Villa, máximo goleador de la Eurocopa, y de Fernando Torres, que está ya en la historia del fútbol español después de su gol ante Alemania. Por supuesto, Luis Aragonés, tantas veces discutido, tiene ahora una parte sustancial del mérito. La selección, que ha situado a nueve de nuestros futbolistas entre los veintitrés mejores de todo el torneo, ha jugado muy bien, a ratos de forma espectacular, y demostrando que también se llega a la victoria cuando se juega con calidad y no sólo cuando se buscan resultados con el mínimo esfuerzo. Hay, por supuesto, un antes y un después de esta Eurocopa para el fútbol español, llamada a iniciar por fin una época en la que nuestra selección se pone por fin a la altura de los grandes clubes.
Además, estamos en presencia de un verdadero fenómeno sociológico. Toda España siguió con emoción la gran final y cientos de miles de personas se volcaron ayer en las calles de Madrid -y por extensión, en otras muchas ciudades- para recibir a los campeones. El fútbol es un auténtico movimiento de masas, traduce pasiones colectivas y permite que afloren sentimientos muy arraigados. Esos sentimientos no se improvisan, sino que fluyen de forma espontánea e imparable cuando aparece el acontecimiento que despierta la ilusión de todos. Salvo una pequeña minoría que sólo ha conseguido hacer el ridículo pese a su intención de provocar -ahí están los augures del PNV o de ERC, siempre con sus complejos identitarios a rastras-, todos los españoles han vivido con intensidad unas jornadas apasionantes, contemplando con legítimo orgullo que España ha ganado porque ha sido con diferencia el mejor equipo.
Hace años que nuestro deporte se ha situado a la altura que le corresponde en Europa y en el mundo. Sin embargo, faltaba un éxito como éste en el ámbito que más dinero mueve y más pasiones suscita. Porque si de algo quedó impregnada ayer España entera, al igual que en la misma noche del triunfo, fue de pasión y de euforia: se han vendido millones de camisetas de la selección y de banderas españolas; prácticamente todas las cadenas de televisión y radio emitieron ayer programas especiales durante todo el día con la llegada a Madrid de los héroes de Viena; y cientos de miles de personas se agolparon en las calles de la capital para saludar a la selección al paso del autobús descubierto en el que se desplazaron desde el aeropuerto hasta la Plaza de Colón. Las únicas notas discordantes de esta fiesta por y para España fueron algunos excesos en las calles. Lamentablemente, siempre hay grupos de imprudentes e incívicos que recurren al vandalismo y a los disturbios, causando accidentes e importantes daños en el mobiliario urbano. Pero ello no empaña el correctísimo comportamiento de la inmensa mayoría en su homenaje a los vencedores.
Los éxitos del deporte suelen ser la expresión de la circunstancia histórica que vive un país. La España moderna, abierta a la era global, está en condiciones de alcanzar los mayores éxitos. Todo lo contrario de quienes son incapaces de superar una visión estrecha y localista que sólo conduce a la marginalidad. España hoy sigue de enhorabuena.


http://www.abc.es/20080701/opinion-editorial/explosion-euforia-espana_200807010256.html

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