jueves 17 de enero de 2008
CINE
En el valle de Elah
Por Juan Orellana
La cuestión de Irak (guerra, conflicto, ocupación o como cada cual quiera considerarlo) se ha consagrado ya como un argumento cinematográfico que está a punto de situarse al mismo nivel que la guerra del Vietnam, en cuanto a recurrencia se refiere. En estos últimos años son ya muchas las producciones que tienen dicho asunto como centro o telón de fondo, como queda demostrado en el estudio monográfico que publicó hace un mes la revista Cahiers du Cinema-España.
Como puede uno imaginarse, casi todas las películas ofrecen una lectura crítica de la intervención americana en ese país, y algunas se sitúan en un nivel de crítica tal que sucumben a la demagogia oportunista. Otras, sin embargo, proponen una aproximación inteligente, crítica pero no sectaria, y que trata de reflexionar sobre causas y factores más profundos que convergen en el conflicto. Ese fue el caso de Leones por corderos, de Robert Redford, y es ahora el de En el valle de Elah, del cineasta canadiense Paul Haggis (Crash)
Este film se inspira en un artículo periodístico de Mark Boal que se llamaba Muerte y deshonor, y es de los que tienen el tema de Irak como telón de fondo de un drama personal, el de un padre que busca a su hijo y que va descubriendo una verdad insospechada. Hank (Tommy Lee Jones), es un veterano de guerra americano, modelo coherente de una cierta concepción tradicional de América y de la vida. Ha perdido ya un hijo en Irak, y el otro, Mike, que supuestamente ha regresado de permiso, ha desaparecido. Hank empieza a colaborar en la investigación que ha sido asignada a la agente Sanders (Charlize Theron) y va descubriendo que ni su hijo era lo que el pensaba, ni la policía, ni la guerra, ni los marines. Hank se da cuenta de que el mundo que él representa ha periclitado, y que el valor de las tradiciones que él encarna se ha evaporado en los nuevos tiempos. Hank comprende que Estados Unidos sufre una enfermedad moral. Bush, Irak,... no reclaman la atención del protagonista, ni la del director. El problema es otro; la urgencia es otra.
Quizá por esto la película ha sido recibida con frialdad en ciertos ambientes, aquellos que atacaron Crash por su presunta intención moralizante. Es cierto que a Paul Haggis se le notan mucho las intenciones, pero si ello no perjudica al realismo de la trama o una correcta construcción de personajes, no es una objeción, sino todo lo contrario. Algunos críticos rechazan la claridad de sus símbolos y metáforas, como la referencia a David y Goliat, o la bandera americana puesta del revés, señal de socorro internacional para un país en estado de emergencia. Pero nunca son utilizados gratuitamente y son muy coherentes con el resto del film. En realidad es la adscripción liberal de Haggis lo que muchos no están dispuestos a aceptar. Léanse sino los comentarios de Marc Roig en Imágenes de Actualidad o de Sergi Sánchez en Fotogramas. Ambos salvan al film, pero no al cineasta.
A pesar del juicio desconsolado que atraviesa el film, cabe considerarlo como un film esperanzado, ya que se intuye como solución una recuperación de los valores que encarna el personaje de Tommy Lee Jones, unos valores que no disocian guerra de justicia ni de moralidad. El personaje de la agente Sanders (que interpreta muy bien Charlize Theron) representa una versión generacionalmente más moderna de los valores de Hank, y por eso, a pesar de sus enormes diferencias, son cómplices en el desarrollo de los acontecimientos. Otro personaje secundario muy interesante es el que asume la veterana Susan Sarandon, que hace de Joan Deerfield, la esposa de Hank. Ella es una metáfora del pueblo americano silente, víctima silenciosa de un dolor sin fin, espectadora de un desastre humano y moral. Sus lágrimas son su única defensa, su único alegato. Es una pena que tenga un papel tan breve. Quizá ello pueda tener también una interpretación simbólica.
Aunque consideramos que En el valle de Elah está por debajo de Crash, incluso a nivel de eficacia narrativa, creemos que es una de las películas más inteligentes de la temporada, una película que hace cuentas con el presente y que prima a los personajes sobre las ideologías. Pero es muy probable que su moderación no entusiasme a la siempre izquierdista Academia de Hollywood. Aunque como continúe la huelga de guionistas, a este paso no vamos a tener ni Oscars.
http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276234195
jueves, enero 17, 2008
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